D r e i

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6: 09 p.m

Normalmente a esta hora ya no hay nadie en las calles, salgo de mi casa y me dispongo a caminar. Disfruto de caminar cuando no hay nadie en las calles, anochece temprano y la noche cae lenta y silenciosa. Cuando no hay ningún ruido y nada se mueve mas que el viento y los que se lleve con él.

Tiempo donde puedes aclarar tu mente y pensar en mil cosas. Cuando juzgas tus errores y te preguntas al final del día si lo hiciste bien. Si fue un buen día. Cuando vuelves a hacerte constantes preguntas sobre todo a tu alrededor. Y supongo que como yo tratas de responder todas y no dejar alguna para no volver a preguntártela al siguiente día.

Cuando los momentos se vuelven recuerdos.
Caminar, caminar, caminar y caminar. A ningún lado y las mismo tiempo a todas partes.
Para mí de las pocas cosas que me relajaban o de los pequeños tiempos que tenía para poder pensar.

Al menos un minuto.

—¡Im!

Sabía de quien era esa voz. Y no sabía que hacía él en la calle y cuando empieza a anochecer.

—¿que se te ofrece, Min?—pregunté acercándome a él.
—¿que haces a estas horas afuera?—comenzó a caminar junto conmigo.
—¿te importa?—levante una ceja. No respondió—. Pienso.—abrió la boca para decir algo—. No te atrevas a preguntar si yo pienso.—juntó sus labios.
—no iba a decir eso.
—¿y entonces por qué cerraste la boca en lugar de decirlo?
—cállate.
—¿tú qué haces afuera?
—estaba aburrido.—se encogió de hombros.—. Es raro que no estés fumando.
—¿y hace dos días preguntabas que si fumaba?
—es que lo olvidé.—metió sus manos a los bolsillos de su pantalón—. ¿Jongdae abre las veinticuatro horas?
—sí, ¿por qué?
—tengo sed—pasó su lengua por sus labios.

Me jaló para que acelerara mi paso y nos dirigimos a la tienda de Jongdae. Me quedé afuera y me senté en la acera. Yoongi regresó segundos después con una botella de agua pequeña. Bebió de ella y la cerró. Se sentó a un lado de mí. De un bolsillo de su pantalón sacó un cigarrillo.

—toma—me lo tendió. Solo lo miré—. Si no lo quieres yo me lo quedo.
—no, no, no.—tomé el cigarrillo. Sacó de su hoodie el famoso encendedor que siempre cargaba. Encendió mi cigarrillo y se puso a jugar con la llama—. ¿Por qué siempre traes ese encendedor? ¿No tienes otro?
—no quiero otro—me miró—. Es especial—volvió su vista al objeto.
—¿por qué?
—suspiró. La llama del encendedor se apagó—. Me lo dio un amigo.—lo miré atenta—. No lo he visto en mucho tiempo y, supongo que me odia. Así que solo esto me queda de él.
—¿por qué supones?—se quedó callado. Volvió a encender la llama.
—porque fui un monstruo con él—apagó el encendedor—. Y por mi culpa—se levantó de la acera—, él está en el hospital.

Comenzó a caminar sin decir más. Tiré la colilla a la acera y la aplasté. Me levanté y lo seguí. Comencé a caminar a su lado de nuevo, me costaba trabajo seguirle el paso, camina rápido.

—¿quieres hablar de eso?
—realmente no. Vete a casa.—y aceleró su paso el triple dejándome atrás.

Solo lo vi irse. Me di la media vuelta y caminé hacia mi casa. Entendía que quería estar solo, y también que no quería contar esa historia. Yo no le quise contar la mía.

Min YoonGi

Si le contaba todo lo que había pasado en ese entonces quizá me derrumbaría ahí y no quería que ella lo viera. No es que me importara, pero se suponía que ya no me derrumbaba por esa anécdota.

Cigarette ; M.yg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora