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Im Hara ←

Min Yoongi se convirtió en una persona muy importante en mi vida. No solo porque me gustaba sino porque sin él me sentía más sola de lo común. Mi vida de nuevo se hacía monótona. Iba al hospital, luego con Yoongi y después a casa. Y si se hacía muy tarde me quedaba ahí a dormir. Lo disfrutaba aún así, no me quejaba. No podía pedir otra cosa. Por primera vez no me sentaba en la mesa de la terraza a pensar en miles de preguntas que me atormentaban por días seguidos y cuyas respondía con un simple 'no se'.

También había dejado algo que había intentado dejar desde el comienzo de todo. El cigarrillo.
Si algo abundaba en la casa de Yoongi ahora, eran pequeñas paletas amarillentas de dulce sabor limón. Las cuales consumía en vez de fumar. Mi salud había mejorado visiblemente.

Jongdae decía notarme más sonriente y más saludable a comparación de hace un mes. Y yo estaba de acuerdo con él, estoy más feliz. ¿Y como no podría serlo? Sentía que tenía todo.
Así que decidí enfrentarme a mí misma.

Le conté lo que iba a hacer a Yoongi y le pedí que me acompañara, pero dijo que era mi asunto y que debía hacerlo sola. Y sí, fui sola. Un día nublado me encaminé a un cementerio cercano con dos Ramos de flores. Me dispuse a buscar la tumba de Sungjae. Después de muchos Kim lo encontré. Y ahí estaba.

Dejé las flores a un lado de la tumba, en el césped cubierto por la neblina y me subí a la lápida. Pensé en una canción feliz y una vez que tuve el ritmo, comencé a bailar encima de la lápida. Mi sonrisa no se borró en ningún momento y bailaba al ritmo de la música en mi cabeza. Bajé de la lápida con detenimiento y tomé el ramo de flores. Las dejé sobre la lápida y me despedí con una reverencia.

Fui a buscar la de mi padre. El cementerio tenía una leve neblina gris que cubría la planta de mis pies. Fui buscando con la mirada el apellido de mi padre hasta dar con él. Me paré en frente de la lápida y dejé las flores encima. Me di vuelta a la derecha y entonces me detuve. Todavía no podía irme.

—no, aún no—me di la vuelta y regresé—. Papá.—dije una vez en frente de la lápida—. Te has perdido de muchas platicas padre-hija. Y me cuesta aceptar que te hecho de menos. Si hubieras estado ahí, esto sería diferente.—mis ojos comenzaban a soltar lágrimas y mi voz se quebraba—. Yoongi me dice seguido que nunca diga hubiera. Eso no existe y no puedo pensar en ello. Me gustaría que estuvieras aquí, pa'. Ese día, te necesité mucho. No puedo mentir diciendo que no te extraño, porque sí lo hago.—estaba llorando. No me aguanté—. Perdóname, papá. Se que no te gustaría que yo estuviera peleada con mamá. Pero no puedo lidiar con ella. Simplemente no puedo, no me quiere.—me arrodillé frente a la lápida. Calmé un poco mi llanto—. Para mí ella ya no es mi madre.—dije seria—. Me gustaría que vieras que ya se controlarme. Ya dejé el cigarrillo, ¿lo ves? Yo también puedo progresar como Jaebum. Yo también puedo, papá. Y...y...—me derrumbé. Me acosté sobre la lápida y comencé a llorar sobre esta.—. No me llames puta. No como ella.


«« F l a s h b a c k



—¡toma tus cosas, Hara! ¡Lárgate de aquí!—me tomó del brazo bruscamente y me echó de la casa.
—¡mamá, puedo explicarte!
—¡no quiero más explicaciones! No te quiero ver.
—Mamá, no me puedes echar así.
—claro que puedo, es mi casa.—negó con la cabeza—. Tu padre estaría avergonzado de ti.—esas palabras me apuñalaron—. Al ver que su hija es una puta.
—¡cállate!—grité enojada.
—a mí no me callas, mujercita tonta. Si tanto te gusta estarte revolcando con los chicos. Ve con ellos—hizo un gesto con la cabeza. Mi expresión se volvía triste. ¿Y como no podía estarlo?—. ¿Por qué no puedes ser como Jaebum?—me miró con desdén.

Me observó llorando y tomando mi pecho por el dolor que me había causado sus palabras y después de analizarme, se dio la media vuelta y entró a esa casa. Y nunca más volvió a salir ni a asomarse.


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—Jamás volví a verla. Y no la quiero volver a ver—dije negando con la cabeza—. Se que a ti también debo darte vergüenza. Pero si supieras mi versión de la historia sería diferente. La gente por naturaleza se cree la mentira y no aguanta la verdad.

Guardé silencio un rato. Respiré y sorbí mi nariz. Pasé mi mano por mi cara para secar las lágrimas y volví a mirar la lápida con tristeza aún en mi rostro.

—tu pequeña niña trató de suicidarse. ¿Que piensas de eso?—miré fijamente el nombre de mi padre escrito en la lápida—. Te amo, papá. Perdóname.

Me levanté del césped húmedo y de la neblina y caminé de vuelta a casa. Todavía era temprano, quizá podía ir con Yoongi si no estaba ocupado. Necesitaba un abrazo después de todo aquello que recordé. Caminé hacia su edifico y entré, subí las escaleras hasta su piso y toqué la puerta de su departamento. No tardó en abrirme.

—hola—dijo viendo mi expresión seria y un poco triste—. ¿Arreglaste todo?—asentí débilmente—. ¿Y que tienes entonces?

No pude más. Las lágrimas volvieron a soltarse y abracé su tronco. Lloré en su pecho. Yoongi aceptó mi abrazo y me rodeó. Cerró la puerta y se adentró conmigo en el departamento.

[...]

Me encontraba sentada en el regazo de Yoongi. Él estaba sentado en la orilla de la cama y yo encima de sus piernas. Acurrucada en su pecho. Ya me había calmado. Mi respiración era más que tranquila y mis párpados amenazaban con cerrarse haciéndome dormir. Solo jugaba con los cordones de su sudadera y escuchaba los latidos lentos de su corazón quienes también me arrullaban y me daban más sueño.

—¿ya estás mejor?—preguntó. Me sacó de mis pensamientos. Asentí levemente con la cabeza.—. Quédate aquí, ya está obscuro afuera.

No se si sugirió aquello porque de verdad estaba mejor que no saliera o si lo dijo porque quería dormir conmigo. De cualquier forma me agradaba más verlo de la segunda forma. Yoongi me bajó de su regazo y fue a cerrar las cortinas de la habitación. Volvió y acomodó la cama. Revisó en su armario y me prestó algo calientito para pasar la noche, se aproximó a la cama y ambos nos acostamos en ella. Quedé en frente de él. Mirándolo. Parecía cansado. De igual manera me había dado cuenta que a Yoongi nunca le sienta mal una siesta.

Recorrí su rostro incontables veces. Quizá trataba de arrullarme a mí misma. Recorrer el rostro de Yoongi era como contar ovejas. Sin embargo no podía dormir con esa imagen tan linda de él en frente mía. Probablemente él ya estaba en el quinto sueño y yo todavía ni siquiera cerraba mis ojos. Tenerlo así de cerca me causaba ganas de besarlo.

—Hara.—dijo con voz adormilada y sacándome de nuevo de mis pensamientos.

—¿sí?—pregunté mirándolo aunque él no me mirara a mí.

—duérmete.

Dijo secó. Rodeé los ojos y después los cerré intentando dormir. Sentí como los brazos de Yoongi me rodearon acercándome más a él. Correspondí a su abrazo feliz y entonces pude dormir.

Cigarette ; M.yg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora