12. MAESTRO Y ALUMNO

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Asustada...

Un vampiro se está alimentando de mí.

Estoy asustada...

¿Asustada?

Pero Andrew es...


Fue cuestión de un minuto para que se alejara de ella bruscamente. Si no lo hacía no iba a parar y provocaría su muerte; algo que no podría soportar jamás.

— Andrew... ¿estás bien? —preguntó haciéndose la fuerte para que él no se preocupara por ella.

— Soy tan despreciable—respondió él mientras se limpiaba la sangre de su boca con la manga de su suéter—aun cuando odio profundamente a los vampiros... aun cuando no quiero lastimar a nadie, no puedo controlar mi sed de sangre. Me he dado por vencido—continuó después de una pequeña pausa con un intenso dolor reflejado en su rostro—Lo sé... sé que tomar sangre fresca es solo una solución temporal. Después de probar tu sangre...—prosiguió cogiéndose el cabello con odio.

— Haber dicho me doy por vencido es demasiado... ¿olvidaste nuestra promesa? Que dejarías de decir eso. Aún cuando dices que lo detestas, aún si me odias, debemos contener el monstruo dentro de ti. Darte por vencido solo porque has sido vencido por tu lado vampiro...—continuó Alice de rodillas con la cabeza mirando hacia el suelo—aun si me odias, u odias los vampiros... ¡no debiste haberte dado por vencido solo así!

— Jamás te odiaría... nunca lo vuelvas a mencionar... ¿Estás bien?

— Oh?... Sí, estoy bien, no tengo falta de sangre, siempre he sido muy saludable—respondió con una enorme sonrisa en su rostro después de un silencio—incluso seré capaz de ir a la escuela mañana, como es usual.

— Debes ir a clase mañana, definitivamente. No quiero que por mi culpa bajes el rendimiento—dijo Andrew como un padre regañando a su hija.


Antes a Alice le hubiese parecido raro que una chica se ofreciera a que bebieran de su sangre, pero ahora no le sonaba muy extraño. Conocía muy bien las consecuencias de su decisión pero si eso significaba que Andrew no se convertiría en un vampiro de clase E, entonces no habría problema alguno. También sabía que algunas cosas estaban prohibidas, como ofrecer su sangre como alimento para un vampiro, para algunos era visto incluso como un pecado. Hacer algo como eso... por tal motivo no podía permitir que alguien se enterara.

Alice iba caminando por los patios de la academia, con miles de pensamientos rondando su cabeza. Hace unos días se había enterado que su mejor amigo era un vampiro, y hace unos minutos él se había alimentado de ella sin ningún problema.

Le había mentido a él, sí se sentía muy mareada pero no le importaba, y no dudaría ni un segundo el ofrecérsele nuevamente para calmar su sed.

Mientras iba caminando, se encontró con la única persona que no quería ver en esos momentos, pues él era el único que conocía sus verdades con solo mirarla a los ojos.

— Las puntas están mojadas—dijo Sebastian al tocarle el cabello delicadamente— ¿lo lavaste?

Alice se puso muy nerviosa, no quería que él se enterara de lo que había hecho. Primero no quería que Andrew se metiera en problemas y segundo no quería desilusionarlo con sus acciones.

Al instante Sebastian dirigió su mirada hacia la nueva venda que tenía ella en su cuello... poco a poco comenzó a acercarse más a ella. Su corazón latía rápidamente, presentía que él ya había descubierto todo.

— Sebastian...—dijo ella sorprendida al recibir un enorme abrazo de su parte.

— ¿Desde cuándo ya no me hablas? —preguntó él, mientras aún la tenía fuertemente aferrada hacia él con sus brazos—en estos diez años solo ese aspecto de ti ha cambiado. Buenas noches, Alice...

— Buenas noches, Sebastian...

Definitivamente no se arrepentía de lo que había hecho con Andrew, pero no comprendía el por qué le dolía tanto el pecho.

(...)

— Un vampiro de sangre pura abrazando esa niña de esa manera—Sebastian escuchó una voz y detrás de un árbol salió Pierre fumando un cigarro—no entiendo por qué rompiste la tradición para favorecer a esa chica, deberías saber lo que acaba de hacer. La evidencia aún está ahí.

Sebastian solo lo miró de reojo con una cara de desprecio, sin emitir palabra alguna.

— No importa, empieza a ser incomodo esperar por una respuesta honesta... pero ¿Cuál es tu razón? ¿Por qué no acorralas de Andrew?

— Para no perderla, por supuesto—respondió Sebastian con una pequeña sonrisa en su rostro. Al instante un fuerte viento rodeo al cazador y una pequeña cortada apareció en su rostro.


Después de su encuentro con Sebastian, Pierre se dirigió a la habitación de Andrew para visitar al que alguna vez fue su alumno.

— ¿Por qué están todas las ventanas cubiertas? —preguntó al ver el cuarto oscuro y a Andrew sentado en el suelo—¿Cómo está ese hombro? —preguntó nuevamente mientras abría las cortinas—esa arma está especialmente hecha para lidiar con vampiros, aún los vampiros con la habilidad para curarse rápidamente no se curan tan rápido... a menos que tomen sangre fresca—al instante el cazador sacó una pistola y apuntó directamente hacia Andrew.


CLASE DIURNA

Alice rezaba para que Andrew regresara a las clases, estaba segura que lo haría pero no veía ningún rastro de él. Pensaba con inocencia que mientras Andrew se viera bien, su maestro no tendría razón alguna para matarlo.

Él no había aparecido, y la clase ya estaba finalizando... de repente tuvo un mal presentimiento y salió corriendo del salón de clases. Estaba muy arrepentida de dejarlo solo. Corrió como nunca hacia su habitación y sin pensarlo abrió la puerta. Lo que vio al frente de ella la dejó conmocionada.

— ¡No! ¡Andrew! —gritó fuertemente con lágrimas en sus ojos.

Delante de ella estaba Pierre que disparó al segundo que ella abrió la puerta. Andrew escuchó su voz y de inmediato tomó la punta de la pistola de su maestro y la cambió de dirección, haciendo que las balas rompieran los vidrios de las ventanas.

— ¿No es algo bueno que sea yo quien te mate? —preguntó, al ver que Andrew aún tenía su pistola de la punta— ¿has olvidado? "no dejaré que te arrepientas de haber perdido tu ojo por salvarme" ese día me hiciste una promesa. Verte así me hace querer matarte. Siento que debo hacerlo, me haría sentir más cómodo, incluso feliz—continuó al soltar por completo la pistola—mientras aún puedas luchar, pelear por lo que contiene tu corazón, la vida que has escogido es la de sangre fresca. No huyas... Andrew—dijo al darle la espalda para marcharse—oye pequeña.

— ¡¿Pequeña?! —preguntó Alice molesta.

— Una vez que este chico se descontrole, debes detenerlo. Su brazo está torcido por su herida, solo atiende la herida y estará bien. Todo esto es por su propio bien. De ahora en adelante, depende de ti... si hubiera querido matarlo, no le hubiera dejado solo una herida, además ¿perder un tiro a esa distancia? Debes estar bromeando—confesó Pierre antes de salir—Adiós... quiero verte bien en nuestro próximo encuentro. 


Pierre Yagari en multimedia 

Secretos de vampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora