VAMOS A ENTRENAR

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Ambos estaban allí, de rodillas, abrazados. Luego de lo que pareció ser un minuto, ambos fueron envueltos por los brazos fuertes y femeninos de Erza. Y luego de la iniciativa de la pelirroja, todo el gremio se unió a un gigantesco abrazo grupal.

— ¡Lucy está viva! —

— ¡Está bien! — gritaron algunos

Natsu comenzó a reír, a reír como hace quince años no lo hacía. Un atisbo de esperanza había llegado de nuevo a él, como un segundo aire. Ahora tenía la certeza de que podía volver a ver a su esposa, volver a escucharla, volver a sentir su aroma a hojas de cuaderno y vainilla.

— ¡Esto se merece una fiesta! — gritó el maestro. Y la fiesta no tardó en armarse.

Como el desplante de Natsu había vuelto a ser el mismo en un abrir y cerrar de ojos, las peleas amistosas con Gray habían vuelto también.

— ¡Llamita! —

— ¡Hielito! —

— ¡Ola K Ase! —

— ¡Iceberg! —

— ¡Cerebro de carbón! —

— ¡Stripper! ¡Ni casado se te quitan las mañas! —

— ¡Cállate, que tu cabello me deja mucho que decir sobre tu sexualidad! —

— ¡Puede que sea gay, pero no ando mostrando mis miserias a la gente! —

Gray se fue a buscar algo de ropa al ver que ni calzoncillos tenía, cosa que hizo que Natsu se sintiera como todo un campeón.

El pelirrosa miró de reojo a su hija, que estaba hablando amenamente con Mirajane y Lissana mientras las ayudaba a servir bebidas.

Se sentía orgulloso. No había podido encontrarla ni a ella ni a Lucy, a pesar de que destruyó tres ciudades en su búsqueda. Le dolía admitir que se había rendido luego de que pasara un año preso por los destrozos, pero ahora ese dolor no importaba del todo. A partir de ese momento, sería el padre que su niña no tuvo.

Metió las manos en sus bolsillos y sintió un papel en él. Recordó la carta de Lucy, así que rápidamente fue por Aiko…

—Ara~ Si es Natsu— dijo Mirajane, causando que Aiko se diera media vuelta a ver a su padre

—Hola— dijo la chica, con una sonrisa. Natsu no pudo evitar sonreír al ver el parecido de la sonrisa de Aiko con la de Lucy

—Vamos a casa— indicó el hombre con una sonrisa.

Aiko se despidió de sus tías y escapó de ellas junto a su padre.

Pasaron desapercibidos entre la gente y salieron del gremio, cerrando las puertas tras ellos. Aiko estaba emocionada, había conocido a mucha gente maravillosa de la cual su madre le había hablado. Aunque, aún faltaban los hijos de todos, que estaban en sus respectivas casas.

Iban caminando con tranquilidad, siendo iluminados por la luz de las estrellas. Natsu estaba hecho un manojo de nervios, y su hija estaba igual.

—Tu madre, ¿ha estado bien? — preguntó el hombre, en un exitoso intento de iniciar una conversación

—Sí… Es una mujer muy inteligente. No es como si fuera a llamar mucho la atención— respondió la chica, con una sonrisa adornando su rostro

Natsu sonrió.

—No puedo esperar para volver a verla— dijo, y su hija sonrió con ternura

— ¿Aún la amas, como antes? — inquirió, Natsu la miró incrédulo

Sálvenla por favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora