NUEVA AHADA

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— ¡Oye, llamita! ¿¡Qué haces aquí!? — había gritado Gray en cuanto vio a Natsu cruzando el umbral de la puerta

— ¡Después te cuento, hielito! — respondió Natsu, saludando con la mano a su amigo de siempre

— ¡Hola tío Gray, tía Juvia! ¡Hola a todos! — saludó Aiko, recibiendo un cariñoso "Hola" de parte de todo el gremio, excepto de alguien; pero pasó desapercibido.

Ese alguien era Lageel Redfox.

Allí estaba él, masticando su viga de hierro en un muy exitoso intento de disimular su evidente sonrojo. La chica había pasado delante de sus ojos y él había muerto, pero tuvo que revivir de inmediato para no levantar sospechas. Ahora estaba sentado allí, comiendo hierro, mientras admiraba la angelical figura de Aiko Dragneel sentada en la barra conversando con Beeca y Raiza.

Natsu e Igneel habían subido a la oficina del maestro, en la cual se encontraba el siempre serio Laxus Dreyar, actual maestro, junto a su abuelo y consejero, Makarov, un espíritu ahora errante que dedicaba sus días de muerto a estar en su amado gremio al igual que la pequeña y divertida Mavis. Solamente podía ser visto por quienes tuvieran la marca del gremio, o quienes tuvieran una conexión muy fuerte con él. Por eso algunas personas como Igneel, Sting, Rogue, los espíritus estelares de Lucy, Aiko y Beeca podían verlo.

—Igneel, ¿estás seguro? — preguntó Makarov, con sus brazos cruzados. Mantenía sus ojos cerrados y parecía meditar.

—No habría venido a decirte si no estuviera seguro— respondió el dragón, con su intensa mirada fija en el viejo

—No es que no confíe en ti, pero es muy arriesgado— murmuró Makarov, abriendo al fin sus ojos solo para encontrarse con la fiera mirada de Igneel —La vida de esa muchacha estará en peligro si la llevas allí— agregó mientras miraba a Natsu, que se había mantenido en silencio y en una seriedad increíble desde que había llegado

—Sé que es peligroso— dijo el pelirrosa al sentirse observado —Pero ella tocó una roca volcánica ardiendo y ni siquiera sintió el calor— agregó, cruzando sus brazos con seriedad

—Yo lo apruebo— interrumpió Laxus para sorpresa de sus acompañantes —Si el señor Igneel y Natsu quieren llevarla allí, no veo problemas en que lo hagan— agregó, entrelazando sus dedos a la vez que apoyaba la espalda en el respaldo de su asiento.

—La Alma del Fénix es un arma de doble filo, espero que estén seguros de lo que van a hacer— dijo Makarov, dando por finalizada la conversación.

Mientras tanto, en la barra, Aiko y las primas Strauss se habían convertido en íntimas amigas. Las tres tomaban una malteada de chocolate cortesía de Laxus, que ni sabía que les había dado una malteada de cortesía.

—Entonces, ¿aún no sabes usar magia? — preguntó Raiza, dándole un nuevo sorbo a su malteada

—No, pero papá va a enseñarme— respondió la rubia, imitando la acción de Raiza

—Será divertido— acotó la Dreyar con una sonrisa, recordando cuando Laxus le enseñó a usar magia.

Lageel seguía mirando disimuladamente a Aiko. Durante la hora y media que llevaba la chica en el gremio, se había dedicado a observarla. Comía vigas de metal para pasar desapercibido, y de hecho lo había estado haciendo de no ser porque la Dragneel era demasiado perceptiva.

—Raiza, ¿quién es ese chico? — preguntó la rubia, haciendo que ambas albinas miraran a Lageel

—Su nombre es Lageel Redfox— respondió Mirajane, colándose a la conversación — ¿Pero por qué no vas a presentarte? — agregó la mujer, siempre sonriente y con un aire misterioso en su mirada.

Sálvenla por favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora