🥀Capítulo 3

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El ardor de la nariz me hace abrir los ojos lentamente, quedando un momento en desconcierto total. Ya no estaba en dónde me había dormido. Ahora todo era paz y me gustaba. No había ninguna Alexa, Lisseth, o Valerie. Solo era yo.
¿Estaba muerta?
Esperaba que no, porque mi familia aún estaba afuera. Esperándome. Camino por el pasillo, con lentitud. Disfrutando del paseo de la libertad ilusoria. Con mucha curiosidad de averiguar que era lo que ocultaba esa puerta color blanca que estaba al final. Si pensaba demasiado, todo perdería sentido. No quería eso, deseaba mantener y recuperar mi Fe. Estaba hipnotizada por esa sensación de… más.
Solo tuve que empujar suavemente y la puerta se abrió ante mí. Al dar un paso adentro, puder verlo a la perfección. Y eso, sorprendentemente me destruyó.

-Mia...

El golpe de Lisseth había sido nada, a comparación de esto. Todo había sido nada, a comparación. Su recuerdo era muy fresco en mi memoria. Cada detalle de él, seguía estando intacto. Cabello corto, ojos claros, piel morena y labios gruesos. Era una completa tonta, por creer que nada de él me afectaría de nuevo. Porque con sólo verlo, sabía que no había terminado.

-Lo siento.- las disculpas salieron de mi boca, antes de poder detenerlas.

Una sensación amarga comenzó a estancarse en mi garganta, ardiendo con una intensidad dolorosa. Estár frente a él, por primera vez desde su deceso, sacaba mi verdadero sentir.

Culpa.

-Lo siento.- repetí.

El nudo de mi garganta, bajó hasta mi estómago. Haciendo del dolor, algo increíblemente insoportable para mí. Por más que deseo seguir observándolo, ya no me es posible seguir de pie. Así que me dejo llevar por el sufrimiento y caigo al vacio, sin poder decir adiós. Una vez más.

Abro los ojos, asustada y llena de melancolía por los últimos fragmentos de ese doloroso sueño. ¿Por qué mi propia cabeza había sido tan cruel conmigo? El calor que sentía era demasiado y comenzaba a marearme. De hecho, me estaba sintiendo muy mal. Ni siquiera era capaz de moverme. Dolía demasiado. Muerdo la manta con fuerza cuando hago el esfuerzo y me enderezo en la cama. La almohada está completamente húmeda por el sudor, y mi cabello está pegado alrededor de mi cuello.

-Alexa…- llamo a la rusa, pero mi voz está perdiendo potencia.

¿Qué me pasa? Hago presión en mi estómago y me congelo al sentir el agua en mi entrepierna. ¿Acaso me oriné? Con manos temblorosas, hago a un lado la frazada.

-¡Alexa!- grito, horrorizada.

La mujer aparece a mí lado enseguida y se queda paralizada al ver lo mismo que yo.

-Alexa... – sollozo, totalmente aterrada.
 












Jacob.

-¿Vas a arruinar años de trabajo, por ella?

Dejo de acomodar mis papeles y los vuelvo a guardar en el cajón de mi escritorio, sin atreverme a contestar. He dejado en claro, muchas veces, que no voy a dejar a Betthany en ese hueco y mucho menos por un estúpido juego de egos.
El Mayor quería algo que se resumía a una sola palabra… todo. Y el hecho de que ella se lo haya negado, lo había hecho enloquecer al punto de inventar mil excusas para inculparla. Ambos sabíamos que ella no tardaría en explotar y entregar los restos de Mantwayer, pero estaba siendo cruel.

-¿Qué más quieres, Henderson? Metimos a una de las mejores en su celda para protegerla y también he dado la orden de ser más pacificos con ella y tú…

-¡La quiero libre!- levanto un poco la voz.- Sé que hay otras maneras de que ella salde la deuda que según ustedes, tiene con la organización. Digame cuáles son y la convenceré de que lo haga. Pero por favor, sáquela de ahí.

Fiel DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora