🥀Capítulo 19

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La puerta de madera se mofa de mí, al segundo intento fallido. Me doy un corto descanso, para ponerme la sudadera, y a continuación, me inclino para correr hacia ella. Caigo al suelo como un costal de papas, soltando un grito de frustración.

-¡Pudrete, jacob!

Me limpio el polvo de la cara y me pongo de pie, a pesar de sentir todo el cuerpo dolorido.
No quiero llorar, ya no más. Ajusto mi coleta, asegurándome que el cabello no me estorbe, y entonces me vuelvo a llenar de valor para correr. Pongo más fuerza en mi costado izquierdo y por fin, consigo abrir la primera, de dos puertas. Me desplomo sobre las escaleras y mis costillas se quejan por el golpe. Bien, un esfuerzo del mismo nivel, y conseguiré salir de aquí. Subo cada escalón, con más dificultad del anterior. Empujo un poco la puerta y su rigidez me deja en claro, que tiene seguros. Pego la frente a la madera y me dejo caer al suelo, recargándome contra ella. Jacob perdió los estribos, por primera vez lo vi actuar como un demente. Las discusiones que llegamos a tener en algún momento, no habían sido nada a comparación de lo que sucedió hace un par de horas. Ese no era el mismo Jacob del que me había enamorado, y por el que me había decidido. Después de todo, si lo perdí. Pero podía recuperarlo, solo debía hablar con él y hacerlo entrar en razón. De solo pensarlo, ya estaba temblando. Por un segundo, la idea de esperar por Alessandro llega a mí.

¡No!

Lo último que necesito es toda esa locura. Él no me buscó, y creo estar segura, de que sabía perfectamente donde estaba. Por Sean. Debió decirle todo sobre lo que me estaba sucediendo y aún así, su decisión fue dejarme encerrada. Como Jacob. Los dos me vieron aislada en ese hueco y por conveniencia, me dejaron ahí. Quizás, esa fue la manera de vengarse, por lo que hice. ¡Madito seas!
El dolor físico se estaba haciendo presente, desgastándome en la mentalidad. Necesitaba descansar un poco, tal vez debería examinar la vieja herida del brazo, que ha comenzado a arderme. Sé que los moretones no se harán de esperar y para mañana, todo habrá empeorado.
Escucho las pisadas arriba de mí y antes de que pueda ponerme de pie, Jacob abre la puerta. Su mirada de sorpresa cae directamente sobre la puerta destrozada que tengo detrás.

-Mierda, Betthany.- deja caer la maleta, a su costado.- ¡Pudiste haberte lastimado!

-No habría tenido la necesidad de quebrar la maldita puerta con mi cuerpo, sí tú no me hubieras encerrado aquí.- contraataco.- Necesitamos hablar y quiero salir de aquí. Ahora.- le ordeno

Lo empujo y salgo al pasillo. Debo parecer calmada si quiero volver a ganarme su confianza. Hago el intento de caminar hacia la sala, pero me detiene.

-No.

-¿Estás de broma? Jacob, tienes que dejar esto, me estás asustando.- quito su mano de mi estomago.- Ese hueco huele horrible y está oscuro.

-Debiste hacerme caso la primera vez que te hable. No vas a engañarme, Betthany. Sé que no confias en mí y siéndote honesto, yo tampoco creo en ti.

Abro la boca, sin poder creer lo que se atrevió a decir. ¿No cree en mí? Sin darle muchas vueltas, y casi por instinto, lo abofeteo. La potencia enviada, consigue mover su rostro encrispado. El ardor de la palma de mi mano, hace que me arrepienta de mi arrebato, pero no soy capaz de hablar. Bajo la cabeza y fijo la mirada en la inmensa maleta que llevaba. Creo que voy a vomitar.

-Traje ropa para ti.- se arrodilla frente a la maleta y la abre.- solo podrás hacerte un cambio de ropa. El resto es para el viaje.

¿Qué?

-Lo he conseguido, Betthany.- no me mira.- Vamos a irnos. Los dos juntos, como lo planeamos. Claro, sí ese aún es el plan.

Irnos. El recuerdo de la plática entre almohadas, en una de las muchas noches sin poder dormir. Yo se lo pedí, más bien, se lo imploré. Le hablé sobre un nuevo comienzo, sin ley, sin pasado, sin todo lo que nos rodeaba. Solo nosotros. Había implantado en su cabeza tantas cosas, que con mi reacción, dejando todo esos planes maravillosos de lado, sólo conseguí agravarlo.
Quería a Jacob, más de lo que quise a Mantwayer, ¿cierto? No estaba segura si era con él, con quién quería hacer esa huida, pero si rotaba a mi alrededor, el único presente, como siempre… Jacob Henderson. Me arrodilo a su lado y sujeto la ropa que me ofrece.

-Es lo que quiero.- le aseguro

Suelta todo el aire que contenía y me abraza, susurrándome miles de disculpas y promesas que no consigo entender. Ya está. Todo vuelve a regenerarse y a tomar el lugar que debe tener. Por favor, que no me equivoque.

-Debo volver a la oficina, pero mañana al amanecer, seremos solo nosotros.- me da un suave beso en los labios.- Todo lo que siempre quisimos, Beth. No sabes lo feliz que eso me hace.

-Todo saldrá bien.- le sonrío.

Su risita emocionada, se torna poco a poco, en un sonido torturado y depresivo. El estado de ánimo cambia tan drásticamente, que apenas soy capaz de reaccionar antes de que comience a llorar. ¿Qué le sucede? Se cubre el rostro con sus dos manos y se hace pequeño, ocultándose sobre mi pecho. Sus sollozos se clavan en mi cabeza, y la emoción que me provoca es horrenda.

-Betthany, perdóname.- clama.- Todo lo que dejé que sufrieras, fue inhumano y no tengo excusa. Debí sacarte de ahí, sin importarme mi trabajo, ni siquiera la idea de que me encerraran también. Lo vales todo. 

-Había alguien por encima de ti, lo entiendo.- trato de calmarlo.- He sido muy impulsiva al decirte que no te quiero en mi vida, porque la verdad es que has sido lo más emocionante que he tenido desde que llegué a este mundo.

Consigo mi cometido. El llanto cesa un poco y hago que me mire. Nunca había visto a un hombre llorar de esta manera, ni suiquiera a mi padre. El día que nos enteramos de la enfermedad de mi madre, él solo bajó la cabeza y soltó un sombrío suspiro. Pero Jacob, volvía a mostrarme lo diferente que era al resto. Ahora era yo quién lloraba. Retrocedía a sentír esa aplastante sacudida de soledad, por los cambios que estaba viviendo. Si aceptaba irme, sufriría la mayor de todas. Lo más seguro, era que jamás regresaría. Pero si me era honesta, como lo había sido en las últimas horas, podía notar que no quería hacerlo. Quería a Jacob, pero no era a él, a quién amaba como para escapar. La escena de la camioneta me impactó contra la dura verdad.

-Deseaba correr detrás de Alessandro.- balbuceo, perdida en ese momento.- En el aeropuerto, mientras ustedes lo cazaban como a un animal. Lo único en lo que pensaba, era en llegar hasta él.

Puedo visualizar a Mantwayer, entrando a la camioneta mientras gritaba mi nombre. La mirada en sus ojos, la desesperación en sus pasos. Esa conmoción no puedes fingirla, no durante la tormenta. Estaba preocupado por mí, quería asegurarse de que saliera con él y a salvo. La emoción, Betthany, concéntrate en tu propia emoción, me ordeno.

-Jacob…- cuando nuestros ojos conectan, me siento más culpable.- Lo siento tanto. Fueron semanas, unas largas semanas, luchando interiormente contra esto. Pero anhelaba huir con Mantwayer, como sé que debería desear hacerlo contigo. Porque te quiero, pero solo lo amo a él. Sé que no vas a entenderme, pero…

-Te engañó, se burló de ti, te dejó encerrada en la prisión, a pesar de que contaba con las herramientas para sacarte.- se pone de pie, frenético.- y todo eso, no lo hizo por tu bien, lo hizo por venganza. Te odia, Betthany. Todas las cosas que te hizo, solo se le hacen a un enemigo, no a alguien a quién amas. Estás enferma si crees que siquiera le eres de interés.

Su agarre en mi muñeca, me da el aviso, que he vuelto a perderlo. Forcejeo para que me suelte, asustándome cuando me doy cuenta que va a volver a encerrarme.

-¡No! Detente, por favor.- le ruego.- No quieres hacer esto, perdóname.

Tropiezo en el segundo peldaño y ruedo dos más, antes de lograr sujetarme a la baranda. El golpe me sacó el aire, inmovilizándome momentáneamente. La luz desaparece sin más aviso, dejándome en completa oscuridad. No de nuevo, por favor. Me envuelvo con mis brazos y sollozo en la penumbra. ¿Cómo puedo ser tan estúpida? Él era bueno, y le he hecho esto. No. Ninguno de los dos se merece mi cariño. Alessandro me odia, lo olvidé. Jacob ahora debe detestarme. ¡Maldita sea!  El sonido de unos pasos me saca de mi ensoñación. Pasos... ¡Jacob ha vuelto!  Escucho como las cosas se comienzan a caer. Está causando un desastre. Los pasos se hacen más cercanos. Por más que quiero salir de aquí, no creo poder soportar otro round. Sería demasiado. Me pongo de pie cuando ya lo siento del otro lado de la puerta. No me da tiempo de otra acción, cuando en un instante, la madera cruje y la luz me ciega. 

-Con que aquí estás.

Parpadeo, creyendo que se trata de otra alucinación a las que ya estoy acostumbrada. Solo que su presencia, no viene al caso en el momento, entonces me temo que sea real. Cuando me sonríe, sé que es así.

Fiel DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora