Una mirada bastó para que ambos supieran que el otro era la clave para alcanzar todo lo que deseaban.
Gracias a la insistencia de su mejor amigo, Yuuri Katsuki decide ir a la discoteca que ha causado gran revuelo entre los jóvenes de su universidad...
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Sintió un objeto duro caer sobre su rostro, abrió los ojos poco a poco sintiéndose completamente confundido e irritado.
—¿Qué...? —preguntó mientras ponía su mano en la zona donde el objeto había impactado.
—Levántate, flojo —gruñó su mejor amigo mientras se acercaba a su rostro—. Es hora de irnos. —Otabek le miró sin comprender en lo absoluto—. No te hagas el listillo, Altin —le fulminó con la mirada—. Vamos a "Lyubov".
—Yuri, no quiero aprender ruso —murmuró y tomó su otra almohada para ponerla sobre su rostro y así no poder ver el molesto rostro de su mejor amigo.
—No, tonto —Yuri rió—. Es la nueva discoteca.
—¿Discoteca?
—Sí, discoteca.
—Ah.
Silencio. Yura estaba a punto de lanzarse sobre Beka y molerle el rostro a golpes.
—Mira, Otabek, quieres ser DJ, ¿no? —inquirió y tomó asiento en el escritorio de su amigo.
—Claro.
—Conozco al dueño de la discoteca y me dijo que podías tocar ahí... —Otabek no dejó que Yuri terminara la frase, simplemente se levantó, se quitó el slip con estampado de ositos que traía puesto y lo cambió por un bóxer negro.
—Todo un machote, ¿eh? —se burló Yuri mientras veía como su amigo le volteaba a ver y se ponía una playera gris y pantalones ajustados. Beka puso los ojos en blanco y se miró al espejo. No era guapo, ni mucho menos alto tampoco carismático, sólo era él. Sólo era Otabek.
Luego de un rato salieron de la habitación del moreno con todo lo necesario para poder dar su concierto nocturno.
—Madre, vuelvo luego —avisó Otabek y cerró la puerta sin darle oportunidad a su progenitora de negarle la salida o iniciar una discusión.
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Estacionaron la motocicleta de Otabek en el aparcamiento que tenía la discoteca en la parte trasera. Yuri, quien parecía conocer ese lugar mejor que nadie, caminó con rapidez hacia la puerta trasera de la discoteca, dio un par de golpecitos en la misma y le recibió un hombre de mediana edad que inmediatamente sonrió al ver al rubio frente a él.
