Kaliningrado, 1947
El ámbar se podía visualizar en las paredes de una acogedora habitación, decorando las paredes en cuadros carísimos por la dificultad del corte de dicha piedra. Entre la habitación unos ojos violetas se visualizaban bajo capas de ropa que parecían estar apiladas por colores para crear un bunker, la montaña se movía un poco liberando de ellas una leve risa.
— Vania. —
La puerta del recinto fue abierta por una pequeña y rubia niña, su ceño fruncido mostraba su malestar al no encontrar a su amado osito. Se mantuvo en la puerta mirando aquel terreno, creado por la montaña de ropa, algo le decía que no era común, dio un par de pasos hacía ella cuando una voz desde el piso inferior la llama.
— Naty, es hora del té. — La menor gruñó y dando media vuelta tomo las puntitas de su vestido y marchó en la dirección marcada por el grito.
Bajo la torre una leve risa se escapaba, con sutileza un pequeño y rechoncho cuerpo salía de ella, los ojos violetas y su cabello cenizo con una gran nariz al igual que su sonrisa. El infante sonreía triunfante al esconderse de su hermana menor, aunque sanguíneamente no eran nada, la chica parecía tener cierto fetiche a su persona que a Iván no le molestaba al principio, pero comenzó a fastidiarle al no permitirle salir a jugar con sus amigos. *No, no.* Se repetía mentalmente buscando una manera de poder salir de casa sin ser descubierto por sus hermanas, había viajado miles de kilómetros desde Moscú hasta Kaliningrado y no lo pasaría escapando de sus hermanas, ansiaba salir a encontrarse con su viejo amigos Boris que vivía cerca de la catedral de cristo salvador, abrió la ventana de un empujón y con inexperiencia alcanzó la cornisa intentando colocarse en ella para después pensar en cómo conseguir llegar el suelo.
En la parte inferior de la casona tres mujeres tomaban asiento en una pequeña pero ostentosa mesa, la mediana tomaba la tetera y sirviendo a la niña prosiguió con la mujer de edad avanzada.
— ¿Dónde está Vania? — Cuestionó mientras veía a la joven llenar su taza del liquido humeante.
— No lo sé, dijo que jugaría con Naty. — Ubicó la tetera mirando a la niña que parecía seguir molesta.
— Natasha. — Exclamó la mayor. — Dile a Katerin dónde está tu hermano.
— No sé. — Su respuesta fue seca con una voz áspera, odiaba tener que dirigirse a su hermana mayor. La madre de ambas niñas gruño disgustada pues su esposo llegaría pronto.
Iván mantenía sus pies sobre el saliente, su gran sonrisa parecía que lo disfrutaba y era verdad, el niño carecía de la palabra miedo y sentido común, por ello en la academia militar era de los mejores eslabones, daba pequeños pasos intentando llegar a la tubería que bajaba y podría utilizar como escalera. El niño tarareaba el himno de la URSS, en su cabeza podía escucharlo como si estuviera ahí, en medio de la plaza roja mientras la orquesta lo tocaba, producía que su corazón diera miles de brincos avivado por ello, pero se mantenía sereno no deseaba ningún accidente, cuando al fin llegaba a su objetivo una voz provocó que se helase.
— Vania. —
— Padre. — Contestó por inercia
— Te quiero ver en cinco minutos tomando el té
— Si mi general. — Llevó su mano hasta su frente saludando
— Hoy iremos al orfanato, quiero verte listo ¡Ahora! — Su grito hizo que el cuerpo del niño temblase, corriendo a marcha forzada sin importarle que pudiera caer en picada al suelo regreso por la fina cornisa entrando de golpe a la habitación, buscando su traje militar para el acto de presencia en aquel sitio.
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Мы виделись раньше?// RusPrus
FanfictionHay un viejo cuento de las almas predestinadas, que durante cada una de sus reencarnaciones se encontraran y estarán juntas Portada por Aly-chan la cosa más adorable del mundo