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Necesidad

Kaliningrado, 1947

Natalia permanecía callada, acomodando su vestido esperaba a su hermano reconocía la tardanza de este, ella era capaz de poder recordar cada uno de los horarios de Iván.

— ¿En qué piensas Natalia? — Cuestionó su hermana mayor.

— En lo que sucede en China

— ¿La revolución? — Cuestionó dudosa de su hermana; desde pequeña Natalia había mostrado un interés diferente a las niñas, los juegos le parecían torpes y siempre mantenía su tiempo al lado de Iván

— Estúpida. — Se quejó sin apartar sus ojos de la entrada— ¿Dónde esta Iván? — Exigía el paradero del menor, cuestionaba si Iván regresaría tenia miedo que la abandonara de nuevo, el temor de no tenerlo cerca esa necesidad de su calor de su estadía

— Natalia no puedes llamarme así. — Amenazó la rubia al dar una fuerte cachetada a la menor. — No puedes llamarme así. — Volvió a golpear; la educación era principal y la mejor manera de educar era mediante la agresión y Katerin seguiría la misma manera de educación que había tenido.

Cada golpe era recibido por el cuerpo de la niña, no le preocupaba, no le dolía su complexión había sido ultrajado. El sufrimiento era una necesidad del humano, infringir la violencia la razón humana su naturaleza y jamás le molestaría a la menor

— No confíes en él. — Murmuró ante los azotes, uno seguido de otro, una cachetada aflorando sus mejillas marcando de rojo cada centímetro de su piel; aun así, no se sentía amenazada los Nazis fueron peor, su estadía con los Partisanos nada podía doblegarla porque había vivido muchos acontecimientos, ella era más de lo que decían y ese diario de su madre le había enseñado para lo que había venido a este mundo. — Iván. —