Siempre te encontraré

Capítulo 3

Había tenido la pregunta todo el día, ¿Cómo era? ¿Quién era? Y ¿qué significaba para mí? Me dedicaba a buscar alguna respuesta, tal vez conocer a alguien que pueda decir la razón de mis dudas, y como chica con inseguridades, me refugié en leer y encontrar algún personaje que se encuentre en la misma situación, todos llevaban a una conclusión... "amor"

¿Podría ser posible? ¡Conocí a John en una noche! ¿Cómo podría estar enamorada de él? Decidí no darle más vueltas al asunto, porque me frustraría, seguí el día con normalidad, hasta la hora del almuerzo, Eliza nos anunció que vendría su amado a almorzar con nosotros, mi padre conoció a Alexander, le dijo que fuera bueno con Eliza, y al ver como automáticamente Eliza y Alexander se dieron un gran abrazo demostrándose todo el cariño que se tenían, se ven tan lindos, después de la cena entre a mi habitación suspirando pesadamente Eliza era hermosa, dulce, amable; Alexander la trataba como una dama, le escribía diariamente, de todo, poemas de amor, cartas; él haría todo lo posible por tener a mi hermana a su lado

Me recosté a dormir, a la mañana siguiente Eliza nos anunció que Alexander había quedado con sus amigos para cenar juntos en casa después de una pequeña reunión con hora del té. Sinceramente no tomé demasiada importancia a la noticia, eligiendo algo simple que usar, caí en la cuenta que John también estaría allí

— Hola Peggy, ¿Cómo te ha ido? — saludó Hércules, ingresando a el salón

— Bien, gracias por preguntar, ¿y tú? — respondí siendo cortés, Hércules dio una breve respuesta sobre su estado

— Señorita Schuyler — saludó Lafayette besando mi mano — es un gusto verla de nuevo

— De igual manera Lafayette — respondí sonriendo

— ¡Hola Peggy!, digo buenas tardes señorita Schuyler— dando una pequeña reverencia y sonriendo, estaba bromeando

— Buenas tardes John — haciendo un pequeño gesto con la cabeza y sonriendo

Nos dirigimos todos en silencio a el salón para tomar el té, luego comenzamos a conversar de temas comunes, poco a poco fuimos conversando de los amoríos que se daban dentro de la ciudad, Eliza y Alexander se sonreían y se agarraban la mano, mientras los demás codeaban a Alexander, ellos ruborizados confirmaron que tenían algo (románticamente hablando por supuesto), los chicos comenzaron a felicitar a Alexander, John se levantó, abrazó a Alexander

— Serás feliz Alexander — Abrazando al muchacho, con una sonrisa triste — espero no perderte como amigo

— No pasará John — susurró Alexander

— Bueno, ¿alguien quiere beber algo? — sacando una pequeña botella de su saco, cambiando de tema y volviendo a sonreír

— Iré a traer algunos vasos — me levanté y me dirigí a la cocina, mientras contaba la cantidad de personas que debería llevar — necesito 7 vasos

— Déjame acompañarte — me siguió John sonriendo — te faltarán manos

Entramos a la cocina en silencio, me dirigí a buscar los vasos, pero estaban en una repisa alta, me dirigí a buscar un pequeño banco para poder subirme encima, puesto que no soy muy alta, John me miraba divertido mientras ponía el banco y me subía a alcanzar los vasos

— Mi Lady, ¿no hubiera sido mejor que me pidiera bajarlos yo? — dijo él, mientras se reía

— Gracias por tu ayuda, pero ¡puedo hacerlo yo sola! — sacaba unos vasos en mis manos — Te los voy pasando uno a uno

— ¿No que podía hacerlo sola? — dijo él burlándose

— Bien, lo haré — agarraba un vaso, bajaba del banco, lo dejaba en la mesa y volvía a subir

Realizaba esa acción repetidas veces, hasta que en la séptima vez me tropecé con el banco, bien, era una caída corta, pero haría el ridículo frente a John, traté de mantener el equilibrio para evitar la caída, pero no funcionó, esperaba la caída, pero no llegó, por instinto cerré mis ojos esperando sentir el piso debajo mío, pero sorprendida fui abriéndola lentamente, al abrir mis ojos quedé embobada, John estaba mirándome sonriendo, diría que estaba cerca mío, MUY cerca, podía sentir su respiración, m sonrojé pero no por la caída, sino por la cercanía de John, se veía lindo, pero había más en su rostro, ¡se estaba riendo de mí caída! Me incorporé rápidamente, colocando el vaso en la mesa, roja de la vergüenza y de la molestia

— No te burles — musité toda roja mientras ponía los vasos en una bandeja para llevarlos

— Nunca nos viene mal un poco de ayuda Peggy — mientras agarraba otra bandeja y ponía cuatro de los vasos allí y la botella a un lado

— ¿Tenías que burlarte para que me dé cuenta? — dije mientras llevaba en una bandeja los 3 vasos sobrantes y una botella de vino

— Dicen que con los anécdotas se aprende mejor — dijo él acercándose y sujetando mi brazo — Perdón si te hice sentir mal, no fue mi intención

— No hay problema — le sonreí, sin duda me la pagará de alguna manera 

Termine de alistar lo que llevaría en la fuente y busque algunos bocadillos para llevarlos en otra bandeja, y decidimos irnos ya al salón, nos habíamos demorado un poco más de lo esperado; llegamos y nos vieron extraño, cuando me veo en el reflejo de la botella del vino, yo estaba despeinada producto de la caída, me puse roja de la vergüenza, lo cual no ayudaba a disolver sus sospechas, Hércules rompió el silencio

— ¿Cuál es la razón de su tardanza? Empezamos a tomar de la botella porque se demoraban — dijo Mulligan levantando una ceja

— Estábamos buscando algunos bocadillos — aclaró Laurens, coloque las bandejas con los bocadillos en la mesa y pusimos las botellas con los vasos

La noche pasó entre risas y juegos, conversamos hasta el cansancio y nos quedamos sin temas de los que hablar, fue divertido, pero estaba exhausta; caí dormida en un profundo sueño...