Capítulo 8

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Me desperté algo más tarde de lo común, quizá sea porque ayer quedé exhausta, seguía sin poder creerlo: John, en alguna manera me apreciaba, tanto u ojalá más que una amiga, pero siento que hay algo, algo que me oculta, después de regresar sus amigos lo miraban diferente, pero creo que él no le dió importancia o simplemente no se dio cuenta, yo sinceramente espero que de alguna forma no sea algo malo; después de pensar un rato en lo mismo y en algunas probabilidades, llegué a la conclusión de que me faltaban pistas para llegar a alguna conclusión. Derrotada decidí tomar un baño, al salir me encontré con el vestido que usé anoche, tenía algún que otro pedazo de pasto, lo sacaba con cuidado para que no se estropeara el vestido y luego lo alisté, lo llevaría a la tintorería, luego visualicé bien y colgado encontré el saco de John, me lo había dado ayer, se me dio la extraña sensación de querer tocarlo de nuevo, era de él, tenía su aroma; tenía que devolvérselo, lo olfatee una vez más, es extraño, pero me gusta, lo alisté también, daría un paseo por la ciudad hoy, bajé a desayunar algo ligero, me encontré con Eliza y Alexander, decidí preguntarle a Alexander donde podía encontrar a John

­— ¿John? Está en su casa— respondió Alexander mientras comía un pastelillo

— ¿Y dónde vive? — dije algo obvia

— Hey, ¿para qué quieres saber eso? — me miró algo extraño y sonriendo

— Tengo que devolver algo— respondí algo confundida, señalando el saco

— Oh, tú tenías el saco de John, creyó haberlo perdido, le emocionará saber que lo tienes tú

Después de la charla, me indicó donde vivía, fui al pueblo a dejar el vestido en la tintorería y pasé por una panadería, compré unos pastelillos, fui cantando hacia donde me indicó Alexander, compré unas flores para Eliza, me gustaban las flores, llegué y toqué la puerta y me abrió John

— Hola John, vine a devolverte tu saco, Alexander me dijo que creíste haberlo perdido, pero me lo diste ayer— comencé a hablar algo rápido, aunque hayamos compartido momentos juntos aún me ponía nerviosa hablar con él, y mucho más iniciar una conversación

— Peggy ¿estás apurada? — dijo él mientras me miraba preocupado y divertido a la vez

—No— tartamudeé y me sonrojaba

— Pasa, tomemos algo y conversemos un rato entonces — mientras me abría la puerta y entraba a su casa — no será una casa gigante o hermosa, pero es mi hogar

—No digas eso, me gusta, es muy cálida, la verdad a mí me perturba un poco vivir en una mansión— Ten, tu saco, me olvidé de devolvértelo anoche— le extendí su saco

—Gracias, ¿deseas algo de beber? — me ofreció algo, pero la verdad no tenía ganas de tomar o comer algo ahora

—No gracias, traje algunos pastelillos para agradecerte lo de ayer— saqué una pequeña caja y se la di

—No te hubieras molestado—dijo recibiéndola, y se metió uno a la boca— están deliciosos, son suaves y tienen un gran sabor, Gracias Peggy

­Nos quedamos conversando de cosas alternativas, aún seguía algo cansada por lo de ayer, así que no me di cuenta cuando me quedé dormida, desperté algo confundida, ¿dónde estaba? Rayos, me quede dormida en sala de John, tenía puesta una manta encima, no recuerdo el momento en el que me quedé dormida, solo me acuerdo de estar hablando con él

— ¿John? — dije, mientras me levantaba del sofá, era realmente cómodo

— ¡Peggy! Despertaste, ¿cómo estuvo la siesta? — dijo sonriendo— mientras arreglaba su coleta

— Bien, creo— respondí roja y desconcertada —Creo que es algo tarde, ¡no alcanzaré a almorzar!

— No te preocupes, preparé algo mientras descansabas, ven, vamos a comer—me guió hasta un pequeño comedor, donde habían dos platos de comida en la mesa—supuse que no llegarías a casa a almorzar, y no quería despertarte porque parecías tan tranquila durmiendo, pero debo admitir que extrañaba poder oír tu voz

—Oh— no sabía que decir exactamente, se veía tan diferente cocinando y sirviendo las cosas, era muy independiente, me parecía tierno, es como si intentara cuidarme — déjame ayudarte

— Está bien, de ese cajón de allá arriba saca unos vasos —  traté de alcanzarlos, ero estaban muy altos ¿tenías que ser tan enana Peggy? — ¿Puedes? O quieres que te ayude

—Yo puedo—fui y traje un pequeño banquito mientras me miraba sonriendo, subí y alcancé los vasos, pero al intentar bajar del banquito, como tenía mis dos manos ocupadas, me tropecé y volví a caer en los brazos de John, como la vez en mi casa

Es la segunda vez que caía, y de la misma forma, pero ahora era diferente ¿o no? Ahora me llevo mejor con John, somos amigos; mientras estaba en sus brazos por la caída vi su rostro, estaba sonriendo, pero también estaba sonrojado, yo debo estar igual, mi corazón latía a mil por segundo, era una sensación mágica, su aroma embriagador se podía percibir gracias a la cercanía de nuestros cuerpos, en especial nuestros rostros

— Creí que habías aprendido la lección de pedir ayuda—susurró en mi oído

— Quizá fue intencional—le seguí el juego sin darme cuenta

— Entonces pido perdón—susurró cerca de mí, me estaba pidiendo perdón de algo pero no sé a qué... De repente juntó nuestros labios, me quedé en shock, era una sensación especial, un cosquilleo interno comenzó a dispersarse por mi cuerpo, era algo exquisito, sus labios tan suaves, los mismos con los que hablaba conmigo cada vez que nos veíamos, y ahora ¡nos estábamos besando! Me imagino que por fuera debo estar roja hasta las orejas, en sus brazos me sentía segura y a la vez indefensa, era una sensación extraña de describir, se separó de mí lo cual no quise que pasara —Yo, lo siento, no me resistí, la verdad es que me atraes y mucho, pero lo nuestro no creo que se pueda dar...

Siguió hablando, pero no lo escuché. Lo que dijo me rompió el corazón, no podía darse, ¿acaso estaba él enamorado de alguien más? ¿Yo no era lo suficiente para él? Unas lágrimas se formaron en mi rostro y salí corriendo de su casa, no me importo el clima, no me importó la lluvia que me empapaba mientras corría, no me importó escuchar mi nombre saliendo de sus labios, los cuales minutos antes habían estado besando los míos, quería estar sola, ¿así es como se siente tener el corazón roto? El amor te hace frágil, fui al muelle, el sonido del mar me relajaba y ahora camuflarían el sonido de mi llanto. Me senté a ver el mar y allí pasé el resto de la tarde. Ayer cumplía 20 años y creía que todo estaba bien, y tan solo un día después mis esperanzas se habían esfumado.

Siempre te encontraréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora