Domingo Por La Mañana

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Ya habían pasado dos minutos desde que Sofia se había despertado. Ella miraba atenta la pantalla de su celular. Observaba las fotos más recientes de sus amigas, a las cuales extrañaba un poco. El verano se estaba volviendo en algo eterno y para nada divertido. Las extremas temperaturas arruinaban mucha de la esencia del verano. Y los propios problemas personales le estaban arruinando un poco el placer del descanso. Se estaba convirtiendo en una persona muy tensa. Las fotos en Instagram de sus amigas eran lo único que la hacía sentir en casa.

Este era un verano especial para Sofia. Era el primer verano en diez años que pasaba en casa de su padre. Y era probable que incluso no regresara a su ciudad nunca, ya que su padre estaba peleando constantemente por la custodia total de Sofia y su hermana. Todo esto tenía a Sofia un poco preocupada y deprimida, pero aún así se sentía feliz con su padre cerca de ella.

Sofia se estiro y se levantó de la cama un tanto efusiva. Este era un día especial ya que su padre la había anotado en un par de campamentos de verano locales. Estos campamentos eran usualmente frecuentados por quienes Sofia consideraba "perdedores", pero decidió acudir a ellos para hacer sentir bien a su padre. Al fin y al cabo esta era una de las pocas cosas a la que su padre la había obligado a participar. No estaba muy entusiasmada por ir, pero le agradaba un poco la idea de estar en una cabaña alejada de la sociedad. Era un escenario perfecto para olvidar los problemas que le rodeaban.

Sofia se observó en el espejo. Estaba más que consciente de que tenía el cuerpo de una modelo. Y de hecho ella quería vivir de ello. Sabía que no debía de esforzarse mucho para impresionar a las personas. Con una simple sonrisa la gente se sentía cautivada por ella. Tenía una especie de magia que la hacía sobresalir de sobre todas las chicas a su alrededor. Igual estaba consciente de lo atractiva que era para los hombres. Sabía que para ellos ella era un objeto de culto. Solía escuchar muchos complementos acerca de su trasero y de sus senos, casi todos de parte de hombres. Esto también la hacía ser más confidente de sí misma. Sabía que la vida le sería más fácil teniendo hombres a su alrededor. Por eso nunca se quejó sobre las autoridades masculinas, ya que al final estas terminaban encantadas con ella.

Tras unos segundos de estar mirándose en el espejo con vanidad, se tomó un par de fotografías y las subió a Instagram. No tardaron mucho en ser alabadas por los desconocidos de siempre y por un par de amigos. Para este punto de su vida Instagram estaba a unos pocos pasos de comenzar a patrocinar sus fotografías. Ella era extremadamente popular en el sitio. Incluso ya había obtenido un par de ofertas para patrocinar algunas marcas, pero sus padres siempre le obligaban a declinarlas. Ella debía centrarse en terminar sus estudios.

Sofia tenía veinte años y aún seguía en la preparatoria. Los profesores la consideraban un caso perdido, aunque estaban conscientes de que no era estúpida. Usualmente se la pasaba conversando en clase, o simplemente durmiendo. No le interesaba nunca lo que los profesores explicaban o le trataban de enseñar. Para estos enseñar a Sofia ya no era prioridad, porque sabían que ella no les prestaría atención. Pero esto no le preocupaba. Seguía siendo la chica más linda de toda la ciudad.

Tras haber subido las fotos, bajo a la cocina. En la cocina estaba su hermana menor. Una chica de dieciséis años. Al igual que su hermana, esta era ya bastante atractiva para su edad. Pero era opacada por su hermana, quien ya incluso le había arrebatado a su grupo de amigas. Ambas no se llevaban muy bien, así que su hermana la ignoro cuando esta estaba en la cocina. Ya en la cocina Sofia se hizo un ligero sándwich de queso panela y tomo un par de mandarinas. Esto era suficiente para iniciar sus mañanas. Pero también estaba guardando un poco de espacio, ya que había escuchado que en el campamento les solían servir bastante comida en la fiesta de bienvenida.

Sofia se dirigió a la sala de estar y se sentó en el sillón. Observaba televisión mientras comía su sándwich. Se puso a pensar en el tipo de gente que iría al campamento. Estaba segura que este estaría lleno de nerds y de chicas feas. Le subía un poco el ego el hecho de que sería la persona más deportista y ágil del campamento. Se visualizaba dando volteretas y superando incluso a los organizadores del campamento. Eran algunas fantasías estúpidas que su ego le estaba provocando, y estaba consciente de ello.

Su padre le habló. Cuando esta se asomó para buscarlo, se dio cuenta que el auto ya estaba abierto. Su padre se encontraba colocando sus cosas dentro del auto. El campamento iniciaba un poco más tarde, pero su padre se estaba adelantando ya que había escuchado que el tráfico se encontraba bastante pesado en la ruta que estaban por tomar. Sofia no sabía nada de esto, así que curiosa observo a su padre poner las cosas dentro del auto. Tras unos segundos, su padre volvió a hablarle. Esta vez ella corrió y se acercó a su padre. Este le pidió que se pusiera lista, porque ya era hora de dejarla en el campamento. Sofia sintió un bajón en su entusiasmo matutino, pero lo oculto para no hacer sentir mal a su padre. Dio la vuelta y se dirigió a su habitación a cambiarse.

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Sofia estaba sentada esperando a que su padre dejara de discutir con el policía de tránsito. Su padre había tenido un ligero choque justo a cinco metros de donde el campamento se llevaría a cabo. Había sido un choque muy pequeño, pero aun así había ocasionado cierto daño. Sofia estaba ya un tanto enojada, pero tenía la esperanza de que eso convenciera a su padre de dejarla en casa. No fue así. Tras la discusión de veinte minutos, su padre le dijo a Sofia que se integrara al campamento mientras este amenazaba al policía con reportarlo. Sofia ciegamente siguió las instrucciones de su padre y entro al ya popular "Campo Cataha".

El "Campo Cataha" era conocido por su variedad de leyendas urbanas. La mayoría hablando de suicidios ocurridos en el bosque cerca del campamento. Existía la famosa leyenda de una mujer deforme que había perdido su cabeza y mataba personas en el campo, también se hablaba mucho de fantasmas que habitaban este bosque. Aunque se podría decir que la más popular hablaba de un culto satánico, el cual se decía había sido fundado en este bosque. Eran historias locales bastante populares, pero al fin y al cabo eran historias que nadie podía comprobar eran reales.

Cuando Sofia entró lo primero que se encontró fue a un par de niños enclenques jugando con un viejo GameBoy. Junto a ellos estaba una extremadamente anciana y delgada mujer, la cual parecía ser su madre. Sofia siguió caminando, y se dio cuenta que mientras más caminaba más inadaptados y raritos encontraba. No había ningún chico guapo ni ninguna chica atractiva, todos parecían ser perdedores. Justo como le habían contado y como ella lo había imaginado.

Sofia llego a una pequeña cabaña de madera junto a un lago. Esta tenía un gran letrero con el nombre del lugar, y también tenía un letrero indicando que era la recepción. Sofia entró y fue recibida por una atractiva chica. Esta vestía el clásico uniforme de mujer campista. Esta recibió a Sofia con una gran sonrisa, y le preguntó de inmediato; "¿Has venido a inscribirte o ya te encuentras inscrita?", a lo cual Sofia indico lo segundo. Ella tenía entendido que ya había sido inscrita por su padre. La chica revisó una lista que se encontraba pegada en la puerta, le pregunto el nombre a Sofia y luego reviso si esta se encontraba en la lista.

Mientras esta chica buscaba en la lista, Sofia desvió su mirada. Sentada en una silla se encontraba una chica. Ella era de rostro familiar. A Sofia le costó un poco reconocerla, pero luego se le vino una imagen a su memoria. Esta chica era la que había estado trabajando como cocinera en la escuela, y que había sido despedida por haberle escupido a la comida de casi todos. Era "La Gorda De La Calle 120", o al menos así se le conocía en la ciudad.

No era difícil de reconocer. Era de piel morena, y tenía un gran fleco que le cubría los ojos. Su panza era gigantesca y cada día parecía crecer más, así como también ella la lucia como si esta fuera un pedazo de oro. Le encantaba golpearse la panza y mostrársela a todos mientras la acariciaba. Era una chica rara. No tenía amigas. Corrían rumores de que vendía su cuerpo, y que junto a su madre corrían una cadena de prostitución fetichista. Obvio estos rumores no se podían confirmar, pero usualmente se le veía llevando a chicos a su casa. A pesar de esto Sofia siempre le pareció una chica con cara linda. Lamentablemente su gordo cuerpo era un impedimento gigantesco para ser amiga de Sofia.

La chica de la recepción saltó rápido y reconoció el nombre de Sofia en la lista. La tomo del brazo y la sentó junto a "La Gorda De La Calle 120". Sofia estaba nerviosa, y no sabía si saludar o ignorar, así que fingió asomarse para ver si su padre se acercaba. Desde la ventana pudo ver a su padre subiendo al auto enojado, y arrancando eufórico. Minutos después Sofia recibió un mensaje de su padre disculpándose y deseándole suerte. Sofia se colocó de nuevo en su posición. Tuvo un presentimiento de que esa sería la última vez que vería a su padre. Sintió un vuelco en su estómago, pero se distrajo a si misma pensando en saludar a la chica a su lado o no.

El Relato De Sofía (Un Manifiesto Fetichista)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora