Cuidados especiales

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—Dónde... ¿Dónde estoy?... Dios, mi cabeza... ¡Argh! Que demon...
—Shhhh shhhh, tranquilo, tranquilo, Qrow —escuchaba mientras poco a poco la imagen de la chica nueva aparecía frente a sus ojos. Ella se encontraba curándolo con un kit médico. Su ceja estaba herida y ni hablar de su cabeza. Le dolía mucho y sentía la sangre coagulada. Al mismo tiempo sentía frío, y eso se debía a que su camisa no la traía puesta...
—¿Q-qué demonios? ¿Y mi camisa? ¿Qué crees que estás haciendo?
—¡Oh, Sí! Tu camisa está tendida, la lavé porque estaba manchada de sangre, ¡No puedes ir por ahí con una camisa sucia, Qrow Branwen!
—Oh, vaya, la chica nueva ahora se convierte en mi madre ¿no?
—Qrow... ¡Solo quédate quieto! Si te mueves mucho te puedo lastimar...
—¡Pues tendrás que lastimarme porque yo me voy de aquí!
—¡QROW!

Ambos empezaron una pelea de forcejeo, donde una parte intentaba retenerlo y la otra parte buscaba escapar. Ninguno se dio cuenta cuando ambos terminaron en el suelo. Summer tumbada en el pecho de Qrow y este, por consiguiente, debajo de ella. Ambos chocaron miradas y el silencio se apoderó de la habitación durante segundos que parecían horas. Finalmente Summer rompió la tensión...
—D-deberías dejar de ser tan rebelde... Qrow...
—Sí... Creo que tienes razón... Espera... ¡¿Que estoy diciendo?! —Reaccionaba Qrow después de unos instantes, pues había quedado distraído ante esta extraña situación. Ambos se levantaron algo apenados después de varios segundos, pues no asimilaban lo que acababa de pasar.
—Cof Cof oye, niña, ¿dónde estamos por cierto?, este lugar no me es familiar...
—E-es mi cuarto...
—Está bien tu cuarto...
—¿C-cómo bien?
—Que está bien arreglado, está bien. Bonito quiero decir...
—Oh, gracias jejeje...
—Sí... Emm, bueno... ya debo irme...
—¡P-pero Qrow! Aún no he terminado de...
—Tranquila, estaré bien, me siento mejor. Además, tampoco necesito la camisa pues yo puedo...—De repente el joven cortó su diálogo, pues había recordado las palabras que el viejo Ozpin le había dicho una vez: "Este obsequio que les otorgo, debe permanecer en secreto, sea cual sea el motivo, sea quien sea el individuo...". Finalmente, Qrow reestructuró y dijo: —Dame la camisa, no importa si está mojada... —Summer, desconcertada, accedió finalmente, pues sabía que nada de lo que dijera le haría cambiar de idea a su terco compañero. Qrow tomó su camisa, se la puso y emprendió camino a su propia habitación. Antes de salir por la puerta, este escuchó a la nueva decir: —Gracias por ayudarme, fue muy lindo de tu parte, Qrow Branwen — y en gesto de reciprocidad, el joven extendió su brazo y levantó el pulgar para confirmarle a la chica que ambos estaban a mano.

Amores dañinos sobre una rosa blancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora