Sensaciones ocultas

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Qrow salió de la habitación de Summer, unos momentos después de toparse con la primera esquina, este se detuvo al escuchar:
—Hey... Hermanito... —Qrow volteó la mirada hacia la fuente de la voz familiar, arqueó una ceja y respondió —¿Qué quieres, Raven?
—Nada en absoluto, pero debo decir que me tienes impactada...
—¿Impactada? ¿Por qué?
—Me enteré de lo ocurrido, a decir verdad, toda la academia se enteró. No sabía que ahora los Branwen rescatan damicelas en apuros jajaja, ¿o será otra de tus conquistas? Jajajaja tú no cambias, hermanito...
—Piensa lo que quieras, Raven —Con cierta molestia refutaba el joven.
—Oh, vamos, hermano... Es una pequeña broma, además, yo sé que el idiota de tu amigo te pidió cierta ayudita... simplemente me aseguraba que cumplieras lo acordado, llámalo servicio social jajajaja... No quiero pensar que el imponente Qrow Branwen le arrebata objetivos amorosos a su querido amigo Taiyang —Mencionaba sarcásticamente la gemela Branwen con cierta sonrisa burlona sobre su rostro.
—Si eso es lo único que buscabas decirme, yo me retiro. Suficientes estupideces por un día.
—Jajajaja bien, bien, lo mismo podría decir yo, Qrow... Recuerda el por qué entramos a esta academia... No somos cupidos o casanovas... Buscamos ser asesinos... Que no se te olvide —guiñando y colocando una mano sobre el hombro de su hermano, la joven se retiraba. Mientras tanto, Qrow quedó en silencio un momento, suspiró y emprendió camino a su habitación. Llegó y una vez adentro, Taiyang se acercó rápidamente y dijo: —¡Qrow! Me acabo de enterar de lo ocurrido, iba camino a verte pero veo que no fue nada grave entonces, ¡cielos amigo, que susto me dieron! dijeron que perdiste el conocimiento.
—Ja, no fue nada Tai, ese golpe me tomó por sorpresa, solamente fue eso.
—Me alegro, Qrow, y enserio te agradezco que la hayas ayudado, también supe que la pobre Summer estaba en problemas y que de no ser por ti ella hubiera salido lastimada. Puedes ser un gran sujeto cuando te lo propones, amigo —elogiaba el rubio a la par que ofrecía un amistoso puñetazo al hombro de este.
—Ja, como sea, solamente quiero descansar, Tai.
—Ok, amigo, un día de locos ¿eh? Te lo mereces. Descansa, cuando despiertes ¡quiero saberlo todo!
—Sí, un día de locos... Claro, claro, te contaré los detalles, por ahora déjame dormir...
—De acuerdo, descansa.

Amores dañinos sobre una rosa blancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora