Los pretendientes

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Los personajes de Boku No Hero Academia no me pertenecen, solo el amor que les tengo.

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Poco después de recibir el mensaje, la guerrera ya había salido del castillo. Con ciertos juguetes que no eran para niños en su equipaje, montó en su caballo y se dirigió al lugar donde estaba prisionero.

Soporto vientos despiadados e infernales desiertos, para llegar a las entradas del peligroso pantano; que ocultaba la torre donde se encontraba sollozando en sueños, el dulce e indefenso príncipe.

Al llegar al punto de entrada pudo ver como dos hombres de apariencia digna de un manga bara, esperaban a sus rivales. Se posicionó al costado de uno que, al igual que ella, portaba armadura.

Al ver su caballo ambos dejaron ver sonrisas de burla. Por lo que podía ver del que poseía armadura, que también llevaba lentes, lucía unas extrañas piernas; dónde seguramente se encontraba su poder. En cuánto al hombre de la capa, no podía notar nada más allá de su gran tamaño, que le daba la sensación de que si ganaba dejaría postrado al bello príncipe el resto de su vida.

Escucharon pasos y al ver hacia atrás, pudieron ver como el último contendiente llegaba a la línea de salida. Éste, al igual que los otros hombres, iba a pie; pero tenía un aspecto menos amenazador. De pelo verde, dulces pecas en las mejillas y altura mas pequeña que la de ella, no parecía ser un enemigo al cual temer.

Cuando se puso a su izquierda, el de anteojos dio el aviso de partida; dónde pudo ver como el de la capa comenzaba a producir un viento aterrador que se llevaba toda plantación y árbol delante de sí, adelantándose en el aire a todos los demás. Quien le siguió fue el de anteojos, que usando el poder de sus piernas corrió en busca de la torre. Por último, se giró para ver al pecoso. Quieto en su lugar, respiraba y exhalaba tranquilamente para prepararse. Luego abrió los ojos decidido y destrozó de un manotazo la ropa que cubría su pecho, que al estar desnudo dejaba ver sus músculos; que parecían dibujados por los mismos dioses. Dio una sonrisa decidida y comenzó a soltar una energía que empezó a delinear todo su hermoso cuerpo. En unos pocos segundos, ya había desaparecido de la vista.

Momo, sorprendentemente, sonrió satisfecha; aunque todavía se encontraba en la línea de partida. Cerró los ojos y comenzó a levantar su brazo izquierdo, calculando el movimiento del viento que controlaba el hombre de la capa. Luego, llevó ese mismo brazo hacia su amplio escote dónde con su propio poder creo una lanza. Levantó el arma poniéndola en posición y espero a que llegué el cambió en el movimiento del aire, cuándo llegó el momento, lanzó.

Primero le llegó un grito, y luego otro. Sonrió. Ya era hora de moverse.

Cabalgó unos cuantos metros para encontrarse con rastros de sangre, que seguía unos metros mas allá; dónde el contendiente de gafas y el de pecas, estaban atravesados por su lanza a un árbol. Sin posibilidades de muerte, pero el arma clavada en sus piernas dificultaba considerarlos rivales.

— Lo siento caballeros —dijo al pasar por su lado— esos dulces labios tienen dueña —al terminar apuró el paso, todavía le faltaba el amo del viento.

En busca del princeso durmienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora