Apuestas

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---Hola, soy Mario pero aquí entre nosotras podéis decidme Maria.

Entre el cambio de hora, el chico que me había advertido sobre no sentarme en la banca de Kozak ahora platicaba conmigo.

Me quedé estupefacta ante lo que me dijo.

---Si, soy una linda mariposa de la pradera.

Reí provocando que Rhett volteara a verme mal por un par de segundos.

---¿Qué le pasa?

Cuestione a Mario.

---No os presteis atención, es un amargado.

Un chico que se sentaba junto a Kozak se levantó y caminó hacia nosotras.

---Hola Sofía, mucho gusto mi nombre es Austin, es un placer tener a una tía tan guapa como tu en esta escuela.

Mario o mejor dicho Maria, rodó los ojos y yo solo sonreí sin mostrar los dientes.

El tal Austin no estaba tan mal, y en mi escala del 1 al 10 le ponía un 9.

---Gracias Austin, no es para tanto.

---Sí que lo es, hablamos luego guapa.

Un nuevo docente entró y Austin se fue, no sin antes guiñarme un ojo.

---Ni se te ocurra fijarte en el, es un puto.

Advirtió Maria.

Las clases continuaron hasta que llegó la hora de almuerzo.

Busqué a Kloe pero no la encontré en ningún lugar.

¿Dónde se había metido esa chica?

---¡Hey Sofía! ¡Venid aquí!

Era Maria sentada junto a una chica, luego de tomar mi bandeja de comida me acerqué rápidamente a él.

---Sentaos junto a nosotros, Sofía ella es Carmen, Carmen ella es Sofía.

---Mucho gusto.

Besé la mejilla de Carmen, ella besó mis dos mejillas muy efusivamente.

---El gusto es mio.

Empezamos a comer mientras charlábamos pero otra vez sentí esa mirada perturbadora sobre mi.

---Rhett, no ha dejado de mirarte.

Voltee a ver y efectivamente lo que Maria decía era verdad, aquél chico me miraba y lo hacía a pesar de tener un brazo colocado sobre el hombro de una chica.

---¿Y eso es bueno o malo?

Pregunté incómoda.

---Es un bombom, ya quisiera yo que se interesará en mi pero para el no existo.

Agregó Carmen mientras tomaba un poco de agua.

---Callaos, es malo cariño el tipo esta loco, trata de no mirarlo mucho.

Traté de hacer lo que Mario me dijo pero no pude, peor aún cuando recordé en dónde había visto a Rhett.

---¡En el restaurante!

Hablé en voz alta, mis acompañantes me miraron extrañados, como si yo fuera una demente.

---Disculpen...estaba pensando en otra cosa.

Ambos asintieron con la cabeza no muy convencidos.

Narra Rhett

---Cariño, estas muy raro hoy.

La hija de mi sirvientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora