Capítulo 31.

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Veo a mis amigos todos juntos, me acerco a ellos, se escuchan sonidos de bullicio, lo normal de mis compañeros, pero en cuanto entro al grupo la mayoría se calla, a excepción de Greg y Hannah, quienes están discutiendo de algo de una película de muertes en un cumpleaños.

– Oye Paul – Le digo a mi amigo que esta frente a mí.

– ¿Qué sucede? – Dice de forma curiosa enarcando una ceja.

– Necesito hablar contigo – Le digo tomando mi mochila con fuerza y me alejo un poco, el me sigue hasta que nos alejamos un poco, el resto del grupo se nos quedaba viendo, pero sólo me dedican una sonrisa.

– ¿Qué pasa Theo? – Me dice enarcando una ceja algo preocupado y demás.

– ¿Recuerdas cuando me compraste el libro de Orgullo y prejuicio? –

– Si – Dice cruzando los brazos y veo como se sonroja – ¿Qué tiene de malo? –

– No nada, sólo que vi que Liz, la chica que tú y los demás se burlan, casi descaradamente, con el mismo libro que yo te vendí, diciendo que lo encontró con una carta de amor – Digo cruzando los brazos y frunciendo el entrecejo – ¿Qué de malo tiene? –

Mi amigo sólo se queda callado y veo como se sonroja, pasa sus manos por su cabello al estilo militar.

– Tu eres mi amigo, no quiero enojarme contigo ni nada parecido, pero Liz es una chica grandiosa, y no quisiera que ella sufriera, conociendo tu fama de mujeriego – Ambos nos quedamos en silencio mientras lo miro con curiosidad.

– Lo que pasa es que no se lo di para ilusionarlo – Me dice mirando a otro lado sin nada de descripción, algo nervioso. Hago una expresión para que continúe – Se lo di porque, realmente me interesa ella – Se nota bastante nervioso, abro los ojos como platos a lo que dice.

– ¿Es enserio? – Sigo bastante sorprendido.

– Si – Dice nervioso buscando a alguien que está cerca de nosotros – Cuando la vi, no pude evitar sentir algo. Pero no sé cómo acercarme, por como reaccionaran los demás –

– Oye Paul – Lo tomo del hombro – No tengas miedo de demostrar tu amor, es tuyo, nadie tiene que juzgarte, y si lo hacen, es su culpa, si amas a alguien, soportarías cualquier cosa, en especial cuando es correspondido –

Me voltea a ver con una curiosa sonrisa.

– Me lo dices como si lo vivieras –

– Digamos que lo viví –

– Pues seguiré tu consejo – Dice animándose, como todo deportista sin neuronas.

– Y si no, te daré una patada en el trasero –

Y ambos soltamos una enorme carcajada. En realidad, esa frase la usó conmigo una vez, y lo recuerdo lo bastante conmigo, fue cuando no seguí su consejo de entrar en las carreras casi profesionales. Y para mi suerte, nunca me pateo el trasero.

– Me tengo que ir a trabajar – Le digo a mi amigo luego de nuestro momento – Diles eso a los demás si preguntan –

– ¿No te despedirás de Anna? –

– Ella está muy concentrada en su conversación, no le molestaría que no la interrumpa –

Me despido de mi amigo mientras me acerco a mi bicicleta, y él se retira con los demás del grupo, llego a las bicicletas y me agacho para, quito el candado colocándolo en mi mochila, me subo y empiezo a pedalear lentamente, muchos chicos se me quedan viendo, y murmuran, voltean la cabeza cuando me ven. Paso de eso y sigo avanzando.

Otra oportunidad. [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora