*********
Debí de haber puesto una cara de ignorancia total, que el gesto serio de Valeria se relajó.
—No sabes de qué trata ese síndrome, ¿cierto?
—Bueeeeeno...
Observé al techo y me rasqué la cabeza tratando de hacer memoria. No quería quedar como una ignorante. Pero, cuando luego de varios segundos, por más que hacía memoria y no encontré ninguna referencia para el bendito síndrome de Yamamori (¿o era Himamari?), di mi búsqueda por terminada. No me quedó otra que hacer un puchero y mostrarme como la ignorante que en realidad era. Total, ya bastante había dejado de lado mi orgullo a un lado al saber que me había portado mal con ella y reconocerlo, que una raya más al tigre no importaba.
—El síndrome de Hikikomori se puede decir que es una enfermedad actual y que tiene que ver con las tecnologías, ¿quizá? Aunque hablo desde cierta ignorancia, cierto. No soy psicóloga ni nada parecido. Pero te cuento por lo que he podido investigar de él en internet y los síntomas que he podido ver en alguien muy cercano.
‹‹¿Enfermedad?››, pensé arrugando la ceja. ¡Esto no pintaba nada bien!
—Este produce que un muchacho se aísle de la sociedad, no tenga amigos, no tenga novia, ¡ni siquiera tenga contacto con su familia! Literalmente, se aísla de todo y se la pasa las veinticuatro horas del día en su habitación, navegando en internet, jugando vídeojuegos o solo viendo el cable, etc. En fin, en cualquier actividad que no requiera de contacto físico con nadie... —Suspiró profundo y arrugó las cejas—. ¡Con nadie!
Pasé saliva ante un escenario así. ¿Cómo podía haber personas que quisieran estar alejadas de la sociedad, sin querer tener amigos, novia o demás?
—¿Como un ermitaño? —pregunté curiosa.
—Algo así, pero yo diría que es peor.
Apoyó su cabeza en su mano derecha, al tiempo que su vista se perdía en la pared contigua. Seguro que rememoraba detalles de lo que me estaba explicando.
—Aunque su caso no es tan extremo como los que he visto en documentales de varios chicos de Japón, pero... —Arrugó la frente—. Si sigue así, fácil podría llegar a una situación que requiera de asistencia profesional. Pero él, tan terco como es, dudo mucho de que quiera reconocer que necesita ayuda. Y tal y como están las cosas, de mal en peor y con el tiempo en contra, no sé qué va a ser de Daniel cuando se quede completamente solo —dijo apoyando su frente sobre su mano derecha y mirándome con expectación.
Ladeé la cabeza pensativa.
—¡Me estás preocupando, Valeria! —exclamé tratando de hacerme una idea sobre lo que me contaba—. ¿Acaso ese escritor es un lunático y quieres que trabaje con él? —hablé bastante desconcertada—. ¡Dios mío!
Ella me miró y resopló profundo. Trató de relajar su rostro, pero el rictus de preocupación no se le iba.
—¿Has oído hablar a Dashiel Patterson? —preguntó esbozando una falsa sonrisa.
¡Esperen un segundo! ¿Dijo Dashiel...? ¡¿Dashiel Patterson?!
—Te refieres a... —Pasé saliva—. El chico ese que escribió una novela de ciencia ficción y...
Ella asintió.
—Sí, ese mismo.
¡¿Q-U-É?!
¡Esperen un segundo! ¿Dijo el sexy ojos claros —que te provocaba mil orgasmos—, de pelo sedoso castaño, hermoso, bello y sensual Dashiel Patterson? Ay, Dios mío, Dios mío... A mí me iba a dar algo... A mí me iba a dar algo... ¡Esto no podía ser cierto!
ESTÁS LEYENDO
Cómo conquistar a un escritor [y no morir en el intento]
RomanceElla tiene como crush un escritor; siempre ha querido conocerlo. Cuando tenga que vivir y trabajar con él, su sueño se hará realidad. ******* -Te llevo diez años de edad. -¿Y cuál es el problema? A mí me pareces sexy. Dicen que los hombres son como...