-Eres más joven de lo que pensé. ¿Podrás aguantar a este chico? -Señaló a Dash para luego ir a la refrigeradora y sacar un pedazo de uvas. Se sentó en la mesa y empezó a comerlas-. En la universidad no había quién lo hiciera. Pobre de ti. -Hizo un gesto de displicencia.
¿Universidad? ¿Había estudiado con Dash?
-Lo que me recuerda que dijiste que estarías aquí hasta que nos graduáramos. -Dash hizo un movimiento para arreglarse el cabello. Este no lucía tan grasoso como la última vez que lo había visto. Supuse que el calor del verano lo había obligado a bañarse más seguido-. Ya hace tiempo de eso y todavía tenemos que aguantarte aquí. -Volteó a mirarme-. Hola.
-Hola -le respondí el saludo con un gesto de la mano.
Dash me miró impávido, aunque agradecí al cielo que ya no tuviese ese gesto de rechazo de la primera vez que lo había visto. Íbamos bien.
El chico de ojos saltones me ofreció un par de uvas. Acepté su invitación y me senté a su lado.
-Tan amable como siempre. -Se encogió de hombros-. Mi nombre es Nacho, ¿y el tuyo?
-Eli.
-¡Divinos mis ojos que te ven! -Se retiró las gafas que llevaba y me contempló de arriba abajo, haciendo que me sintiera incómoda-. Eres guapísima. Si más chicas como tú y la Turri, que es una negra preciosa, se mudan aquí, este sitio subirá de nivel, ya que sus antiguos inquilinos no pueden hacerlo...
De pronto, hizo un gesto con los dedos sobre su nariz, indicando que olía mal.
-Dash, hijo, ¿cuándo fue la última vez que te bañaste?
El aludido ensanchó la ceja.
-La semana pasada. ¿Por qué?
-Apestas -le dijo de mala gana y sin reparo alguno.
¿Se atrevía a decirle a Dash, en su propia casa, que olía mal? Conociendo el mal genio de este último, algo me decía que aquí iba a arder Troya; mas, contra todos los pronósticos, pude notar un gesto de incomodidad y un ligero rubor en sus mejillas. Rápidamente, dejó el vaso que tomaba y se retiró.
-Así y todo, apestosín y pitufo gruñón, tiene su gracia, ¿no crees? -dijo mientras contemplaba cómo Dash se iba por la puerta que daba para las habitaciones del segundo piso, para luego dar un suspiro-. Eso sí, no es tan encantador como mi novio.
¿Novio? ¿Eso quería decir que este chico era...?
-¿Y a ti qué te parece Dash? -Volteó a contemplarme.
-¿Ah? -dije lo primero que se me vino a la mente. Me había agarrado desprevenida.
-¿Desaseado? ¿Gruñón? ¿O encantador y guapo? -Acercó su silla hacia mí y me miró de manera muy fija-. Tendrás que trabajar a su lado, según me adelantó la doñita. Es un tipo duro de tratar, por si no te has dado cuenta.
-Eso ya lo sé. -Reí nerviosa.
-Pero en el fondo, tiene buen corazón. -Se arregló un pequeño flequillo que caía sobre su frente-. Gracias a él estoy aquí. -Se encogió de hombros y siguió con lo suyo.
-¿Eh?
En un primer momento quise preguntarle a qué se refería. Pero, no fue necesario hacerlo. Al igual que la Turri -o diría incluso más- Nacho era bastante locuaz, tanto que no tuvo reparo en contarme sobre su pasado y sobre cómo había llegado a la pensión.
Según me relató, él conocía a Dash desde la universidad. No eran mejores amigos, pero tampoco era que se odiasen. Se podría decir que su relación era de complemento mutuo.
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Cómo conquistar a un escritor [y no morir en el intento]
RomanceElla tiene como crush un escritor; siempre ha querido conocerlo. Cuando tenga que vivir y trabajar con él, su sueño se hará realidad. ******* -Te llevo diez años de edad. -¿Y cuál es el problema? A mí me pareces sexy. Dicen que los hombres son como...