Dash
—¿Has visto cómo estás? ¿Puedes a esto considerar vida?
Mi madre está en el umbral de la puerta.
Su voz le tiembla. Me observa con dureza, aunque tiene ese contraste único que la caracteriza. Con sus ojos puede transmitirte en un solo instante todo el amor, la preocupación y la decepción que le provocas.
Se acerca hacia donde está la única foto familiar que conservo. Acaricia por encima el marco y me da la espalda.
Está llorando. Sé que lo hace cuando no quiere ser descubierta. Si de alguien heredé mi orgullo fue de ella.
Apoyo mi cara en mi mano. No sé qué responderle. Sé que tiene razón. Que las palabras que me dice le salen del corazón. Pero no soy capaz de poder rehacer todo este error.
¿Cómo fue que llegamos a este punto? O mejor dicho, ¿cómo fue que llegué yo a este punto?
—Qué guapo sales en esta foto —dice con nostalgia. Sigue sin mirarme a la cara—. Entonces ya empezabas a coger altura. Para el verano siguiente ya habías pasado a tu padre.
—No fue difícil —hablo casi por inercia—. Papá medía solo 1.70. Cuando entré a la secundaria, ya era más alto que él.
—¿Cuándo fue la última vez que limpiaste este marco? —Vuelve a su tono de dureza—. Esta foto no merece estar llena de polvo... Él no.
Resoplo con resignación.
—Para eso está esa mocosa, ¿no? —Giro la silla para volver a mi rutina—. Cuando se le pase el enojo, le pediré que limpie y encuentre la escaleta. Últimamente no sé en dónde tengo la cabeza, que pierdo todo —añado con el ceño fruncido.
Me da vergüenza admitir que tengo problemas de memoria.
—Eli se quiere ir de la casa.
—¿Cómo? —pregunto más para mí mismo que para mamá.
—Dice que ya no aguanta más... tus groserías, tus desplantes, tu.... —Voltea a contemplarme. Lo percibo porque siento sus ojos clavados en mi espalda, típico cuando me reprocha—. Tu manera de ser. Todo tú. Y tiene razón. Creo que yo tampoco estoy dispuesta a aguantarte más, Daniel.
Me quedo paralizado.
—¿Quieres que me vaya? —Volteo a contemplarla.
Finalmente, creo que va a cumplir su promesa de hace tiempo.
—Repito: ¿crees que esto es vida? ¿Cómo puedes trabajar y dormir en un sitio así? —Barre con la vista de lado a lado mi cuarto—. Inmundo... Asqueroso... ¿Cuándo te enseñé...? ¿Cuándo te enseñó tu padre a vivir así...?
—¡No lo metas a él! —me apresuro en hablar.
—¿Crees que ellos estarían felices de ver en lo que te has convertido?
Mira la foto, entre nostalgia y tristeza, al tiempo que su mano le tiembla. Sus dedos se impregnan en el vidrio, como pidiendo ayuda desesperada a aquellos seres inertes, a aquellos cuerpos inertes, a aquellas personas inertes que alguna vez existieron, pero que ya se fueron. Y nada va a hacer que vuelvan. Nunca más y eso es algo que no le cabe todavía en la cabeza.
¿Por qué tiene siempre que nombrarlos?
¿Por qué debe siempre repetir esta charla?
¿Por qué debe apelar a este chantaje emocional, que no va a lograr que volvamos atrás?
¡ESTOY HARTO!
Trato de concentrarme en el trabajo, mientras ignoro todo lo que me dice.
El discurso de siempre. Que si la limpieza, que si el orden, que si mi cuidado personal, que si mi futuro profesional...
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Cómo conquistar a un escritor [y no morir en el intento]
RomanceElla tiene como crush un escritor; siempre ha querido conocerlo. Cuando tenga que vivir y trabajar con él, su sueño se hará realidad. ******* -Te llevo diez años de edad. -¿Y cuál es el problema? A mí me pareces sexy. Dicen que los hombres son como...