—¡¿Eres acaso una pervertida?! —me dijo cuando acababa de salir del baño luego de "vestirse".
Escuché que me soltó algo más, pero no presté atención. Mi mente todavía se hallaba concentrada en aquello que no debí ver.
Y hubiera seguido con los ojos como plato y la línea en mi boca como si fuera un Póker Face, de no ser porque, otro estrujón en mi estómago me hizo recordar mis prioridades en ese momento. De inmediato, lo empujé hacia fuera, ni bien se hallaba en el umbral de la puerta.
—Oye, mocosa del demonio...
No lo oí más. Cerré la puerta en su rostro para dedicarme a hacer lo que me apremiaba.
Luego de terminar de asearme, cuando salí del baño, grande fue mi sorpresa al verlo esperándome afuera.
—Tú y yo tenemos que hablar. ¡Ahora!
Pestañeé ante su petición.
¿Hablar? Pero si me la había pasado días detrás de él. Hábrase visto...
—¿Ahora quieres hablar? —dije, resentida.
Me hallaba herida en mi amor propio por su ninguneo de hacía varios días.
—Sí, en esta casa hay modales, ¿sabes? No sé de qué tipo de hogar vienes, pero no está bien que espíes a una persona cuando está orinando. ¿Qué quieres? ¿Verme el pene o qué?
Me quedé de piedra. Sin darme cuenta, mi sangre se me subió al rostro.
Cuando todavía no era incapaz de volver en mí, para increparle su mala educación al ignorarme durante días y ahora hacerse el ofendido para enseñarme "modales", unas voces detrás de mí me sorprendieron.
—¡Dios santo! ¿Eli, eres una pervertida? —preguntó Nacho, con un gesto de estúpida diversión en su rostro.
Pasé saliva.
—Turri, esta chica resultó más espabilada que tú. —La chica le dio un par de codazos a la susodicha.
—Y decían que las chicas de Lima somos más lanzadas.
Las dos amigas me miraban con gesto de desaprobación mientras Nacho agregaba "Ahora me caes mejor. ¡Eres de las mías!".
Quería que la tierra me tragase.
Desvié mi vista, avergonzada. En ese instante, mis ojos se toparon con los de Dash, quien seguía con su gesto de hombre ofendido, me decía que era una desvergonzada, mientras los demás seguían siendo testigos de esta charada.
Recordé las veces que me había sentido triste cuando le había dejado una nota de papel bajo la puerta y no recibía respuesta. Recordé las veces que me había sentido frustrada cuando lo llamaba y me ignoraba. Recordé las veces que la rabia me había invadido luego de ver los múltiples "Visto" que me había dejado en mis mensajes al WhatsApp.
La tristeza se incrementó. La frustración se extrapoló. La rabia explotó.
¿Modales? ¿Modales? Este hijo de su mamá que me ignoraba, siempre gritaba y te dejaba con la palabra en la boca, ¿iba a enseñarme modales? Pero, ¿qué se había creído?
Tanto debió de ser mi rabia acumulada, que se desbordó en mi boca en forma de gritos y demás, antes de que mi mente fuera capaz de procesar lo que acababa de hacer. Cuando menos me di cuenta, todos me miraban con cara de susto, Dash incluido.
—¡Eli, qué boca! —dijo Nacho, tapándose la cara con la mano, totalmente espantado.
—Ni yo digo tantas malas palabras —agregó Milena.
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Cómo conquistar a un escritor [y no morir en el intento]
RomanceElla tiene como crush un escritor; siempre ha querido conocerlo. Cuando tenga que vivir y trabajar con él, su sueño se hará realidad. ******* -Te llevo diez años de edad. -¿Y cuál es el problema? A mí me pareces sexy. Dicen que los hombres son como...