Capítulo 6

6.6K 785 213
                                    

********

—¿Qué es lo que quieres decir? —pregunté preocupada.

¿A qué se refería con que ya no era ni la sombra de lo que había sido? ¿Acaso había sufrido un accidente que había dañado su hermosa carita? ¿Acaso tenía quemaduras o algo parecido? Ay Dios, ay Dios, no, no, no. ¡No podía ser cierto!

—No me digas que sufrió un accidente o algo, que el pobre seguro que estará en un hospital, esperando que su damisela, en este caso yo, lo rescate y le dé el beso para que despierte de su sufrido sueño —dije de manera dramática y tapándome los ojos con las manos, para contener las lágrimas que pugnaban por salir.

—Eli, ¿quieres calmarte y dejar de hacer conjeturas sin base alguna? ¡Por favor! —dijo Valeria, apoyando su cabeza en el puño de su mano, al tiempo que miraba y negaba con su rostro varias veces—. Estoy segura de que si quisieras hacer un retelling de "La Bella Durmiente" o similares, ideas no te faltarían.

—¿Ah? ¿Retelling? —pregunté curiosa—. ¿Eso qué es? ¿Una comida rara de Gringolandia?

Me miró con desaprobación y rodó los ojos. Tomó un bolígrafo y sacó una libreta de su cajón.

—Nada, nada. —Empezó a anotar en la libreta—. Eso sí, lo anotaré para no olvidarlo y tomarlo como referencia para la discusión de tus próximos escritos.

—¿Ah? —seguí preguntando desde la ignorancia.

—¡Olvídalo! —Cerró su libreta y la guardó en el cajón—. Ahora, volviendo a lo de Dashiel...

Yo asentí varias veces con la cabeza.

—Quitando el fanatismo exacerbado que me has mostrado de él... —Hizo un gesto con las manos para asemejar a un gran tamaño de algo—. Debo decirte que no es el de antes, Eli. A la persona a la que me refería, que parece que tiene síntomas del Síndrome de Hikikomori (o quizá solo miedo a querer socializar con los demás...) —se encogió de hombros—, es Dashiel. Y es una persona bastante difícil de tratar en la actualidad.

Abrí tan grande mi boca que parecía que una mosca podría entrar en ella.

—¿En...? —Tragué saliva—. ¿En serio?

Ella afirmó con la cabeza.

—¿No me estás mintiendo?

Volvió a asentir, pero ahora con un gesto de tristeza.

—Pero ¿cómo es posible? Si él parecía ser un tipo al que le gustaba rodearse de personas. En las firmas de libros que transmitían por televisión o por youtube, se le veía siempre tan risueño, carismático y amable. Siempre brindaba una sonrisa a los demás —dije azuzando los brazos mientras trataba de hacer memoria.

No recordaba que se hubiera mostrado antipático, menos antisocial ante las personas, todo lo contrario. Su novela había tenido una repercusión tal que, él había tenido que hacer diversas giras y presentaciones de su libro. Yo seguí muy de cerca su desenvolvimiento porque, como ya les mencioné, fui su gran fan. Y no recordaba, ni un solo momento, en el que se hubiera mostrado distante o descortés con sus lectores, ni menos que se hubiera colado algún rumor sobre ello.

Y era más, tanto era mi fanatismo por Dashiel, que él fue mi ejemplo a seguir para mostrarme siempre amable y no agobiada —como en realidad me sentía— por el trajín que tuve hacía tiempo atrás en el boom de mi novela. Había tardes en las que, al llegar de la escuela, simplemente me apetecía tirarme a mi cama a dormir o alistarme para salir con mis amigos en las reuniones del último año de la secundaria que teníamos. Pero, en mi caso, no podía disfrutar de ellas.

Cómo conquistar a un escritor [y no morir en el intento]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora