CHAPTER 3

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Toda la tarde Fukase se la pasó hablando con la voz en su cabeza, reviviendo conversaciones del pasado, hasta que se le ocurrió la estupidez de preguntar por el Ollie que Flower había mencionado.

"Tonto Fuka, ¿cómo voy yo a saber eso?"

Oyó repetir a la voz, hacía ocho años, cuando ambos iban a primaria, él le había preguntado al rubio sobre algo de matemática, algo que Oliver aún no había aprendido y este le respondió de esa forma.

—Ollie... mi Ollie... ¿Donde estás? —preguntó mirando hacia arriba, donde varias fotos de ambos, más que nada de Oliver, se hallaban pegadas al techo, una curiosa forma de levantarle el ánimo en las duras mañanas. El teléfono vibró, Fukase revisó los mensajes y se encontró con un comunicado escrito por la albina, quien le había dado su número horas antes.

Si lo que querías era hacerte amigo de la celebridad pues tendrás que esperar unos cuantos días, Ollie se enfermó.

Decía el mensaje, Fukase suspiró, otra vez había llamado al rubio de muletas por ese apodo, temía ilusionarse pensando que por fin lo había encontrado, sin embargo, dudaba mucho de eso, él no podía ser, su Oliver era dulce, amable, tímido e inocente, este chico, en cambio, es manipulador y caprichoso. Otro suspiro, tomó el celular y contestó con una simple cara triste, no iba a hacer mucho escándalo por ello. Sin más que hacer, cerró con pestillo y llave la puerta y se acostó para dormir.

...

La clase de inglés, la clase más aburrida para Fukase puesto que él ya había pasado una buena temporada en Londres como invitado especial en casa de los tios de Oliver y había aprendido dicho idioma.

"Fuka... no seas rudo..."

El blanquecino rostro del pelirrojo se volvió imposible de distinguir de su cabello, aunque sabía que el recuerdo de ese sollozo de su Oliver no era nada sucio, a esta edad lo veía diferente, al igual que al dueño de la voz.

"Por favor... no seas tan bruto la próxima, ahora me duele..."

Él desvió la vista a la ventana, un pequeño jilguero americano se posó en un árbol del patio, "James, espero estés cuidando bien de Ollie" pensó al ver el animal, se parecía tanto a la mascota de su adorado. Al final Fukase acabó garabateando nuevamente al muchachito que imaginaba sería Oliver ahora, Flower, que se sentaba al frente, se acercó a ver qué hacía el pelirrojo.

—Ollie... —musitó ella, por fortuna Fukase estaba muy concentrado como para oírla— Fuka, tengo dinero, acompáñame.

—Se, se... en un minuto... —estaba muy ocupado dibujando el alborotado cabello de su Ollie, la fémina negó sonriente y decidió irse sola. Fukase, al terminar su dibujo, se sentía solo, todos los demás habían salido a aprovechar el tiempo libre así que salió del curso a imitar a sus compañeros, por desgracia, al ser él tan distraído, chocó con unos chicos que se hallaban recostados en el marco de la puerta.

—Hey, ten cuidado, mira por donde vas —recomendó un castaño de piel morena, junto a él, se hallaba un chico albino de ojos diferentes, ambos con latas de gaseosa en la mano.

—¿Pensando en la novia? —rió el albino, los ojos carmesí se fijaron en él— No me mires así... era broma.

—Chico ¿te encuentras bien? —no hubo respuesta de parte del pelirrojo, esto preocupó más al americano.

 —Parece que se te murió la madre o algo así —agregó burlón su compañero, Fukase desvió la mirada al moreno en espera de su comentario. 

—Vamos... —insistió— Cuéntale a tío Piper y tío Piko lo que te pasa —el de blanquecina piel se fijó en los ojos de Piper, dorados, muy similares a los de su príncipe.

—Tus ojos —susurró—se parecen a los de mi Ollie.

—¡Oh! Si, me lo dicen mucho, aunque no lo encuentro como algo malo, él es como una celebridad ¿sabes? —Fukase alzó ambas cejas, tanto sorprendido como ilusionado, había tantas similitudes físicas entre el rubio de muletas y su Oliver. Sin dudar mucho más corrió en busca de la albina, seguramente ella tendría el número del rubio.

***

En una habitación de paredes blancas, al otro lado de la ciudad, un rubio con el pie izquierdo enyesado se envolvía incómodo con las sábanas, odiaba tener el tobillo roto, no podía correr, no podía saltar, no podía dormir cómodamente, no podía...

Buzz. Buzz.

El celular en la mesita de noche llamó su atención, distrayéndolo de los pensamientos negativos que inundaban su cabeza. Se fijó quien era pero al ser un número desconocido le resto importancia y se acomodó en la cama, odiaba ser tan débil.

Buzz. Buzz.

Ollie se volteó al celular, revisó el contacto y deslizó el aparato por el suelo, lejos de la cama.

Buzz. Buzz.
Buzz. Buzz

¡Era el colmo! Furioso con el desconocido que lo molestaba en la hora de su siesta tomó una de sus muletas, se estiró hacia el estúpido ladrillo como le llamaba él, lo levantó del suelo y tecleó con destreza un "Vete a la mierda hijo de perra, quiero dormir" antes de dejarlo en la mesita a su derecha y darle la espalda. El extraño no se rindió. El rubio, con cara de pocos amigos renunció a sus intentos de descansar y leyó los mensajes, los primeros eran obviamente de Flower, hasta un idiota lo notaría, presentando a un amigo suyo y compañero de curso, en cambio, el último parecía de alguien muy diferente a la ruda albina, se podía ver la timidez plasmada en la sincera disculpa que el muchacho le había escrito, esto calentó un poco el frío corazón del pequeño.

Acepto tus disculpas, entiendo que Flower es un caballo difícil de domar. Veámonos a la salida, mi primo me puede llevar.

Luego de enviarlo notó que el mensaje se hallaba incompleto así que envió lo restante aparte.

Cómprame un capucchino si es que tienes algo en los bolsillos.

Ahora sí, el joven rubio se sentía realizado, dejó el aparato en la mesita con cariño y se acomodó en la cama para dormir, sin siquiera imaginar que al otro lado de la línea una albina amiga suya felicitaba al pelirrojo que le había regalado dulces por haber logrado lo imposible.

Un Reencuentro Inesperado <<Olikase>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora