CHAPTER 10

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En su hogar, después de una aburrida clase, se hallaba el rubio leyendo su diario, las últimas páginas eran las que más le interesaban, el frente estaba en blanco y algunas estaban pegadas con otras, como si su yo de hace cinco o seis años quisiera ocultar algo. Su curiosidad le exigía tomar la trincheta que guardaba en su mesita de noche y separar las hojas pero... ¿Y si las había pegado porque eran recuerdos de los que no quería saber nada? No, si fuera así ni los habría anotado.

—Oliver, querido, tu primo está de visita, baja —pidió dulcemente la rubia mujer, él suspiró, dejó su diario en la cama y se acomodó las muletas para bajar a saludar a sus parientes. Su primo, Yohioloid, le permitió sentarse en sus piernas, la madre del menor no los veía con buena cara, consideraba que ellos dos eran muy cercanos.

—Y... cuéntame Ollie ¿cómo te va en la escuela? —preguntó Ann, la tía del tuerto, conocía la razón de ese cariño fraternal que se tenían Hio y Oliver al igual que la rabia que le daba a su hermana el verlos juntos, ella quería que su pequeño trofeo no la dejara como Seeu, la hermana mayor del de muletas, en cambio, Ann era feliz con ver a su sobrino feliz.

—Un chico muy amable me está ayudando con mi amnesia, se llama Fukase —la mujer casi escupe su té al oír el nombre del pelirrojo, Oliver se oyó  indiferente al hablar de él, como si no le importara mucho su existencia, eso la entristeció un poco.

—Así que se volvieron a ver... me alegro tanto, Fukase te quería mucho cuando eran niños —la rubia mayor le dirigió una fría mirada a su hermana, era feliz sabiendo que su hijo no podía recordar la terrible influencia que Seeu había sido para él, sin embargo, Ann, Yohioloid y ahora otro chico intentaban arruinar la cercanía que había logrado con su hijo, quizá el accidente fue trágico para toda la familia pero ella intentó ser optimista y empezó de nuevo con su pequeño.

—Tía, estás pálida, ¿te sientes bien? —preguntó el oji-rubí mientras acariciaba la espalda de su primo, la mujer negó rápidamente y le dio un sorbo a su té.

—Madre, me aburro ¿puede venir Flower o algún otro? —aunque la mujer seguido estuviese en contra de ello, no podía resistirse a la mirada de cachorro regañado de su hijo, se sentía una mala madre si no le concedía algo como encontrarse con sus amiguitos a su único hijo. Ella asintió y Oliver volvió a su habitación. Al principio se le ocurrió llamar a Fukase pero a juzgar por la reacción de Ann no sería la mejor idea por lo que pensó en la albina. "No, definitivamente no, ella siempre tiene malos modales y a madre no le cae bien" pensó, Piko no estaba muy lejos de Flower, ni siquiera en relación de sangre, la mejor opción que tenía era Piper, él siempre estaba tranquilo y rara vez lo veía haciendo desastre. ¡Su casa estaba impecable, Dios! No dudó más y llamó al americano para que viniera.

—¡Te tomaste tu tiempo! Ya me estaba aburriendo... —refunfuñó el rubio sentado en la puerta, el castaño aclaró que su hermana menor había roto su flauta y que por eso decidieron hacer una reunión familiar— Hey, vayamos al cementerio, siento que hay algo importante allí.

—Es tarde ¿no te da miedo?

—Ni un poco —en realidad sí tenía miedo de andar por el cementerio a estas horas, pronto anochecería y el silencio que había en ese lugar daba mala espina pero una pequeña parte de sí le decía que fuera, que había algo para él esperándole en ese tétrico lugar.

Mientras caminaban tranquilamente por las tumbas; algunas nuevas, otras de hace décadas, algunas grandes, otras pequeñas, algunas coloridas y elegantes, otras con una simple cruz y una lata en frente; escucharon sollozos; al mayor se le erizó la piel, no solía ser asustadizo pero creía mucho en las leyendas e historias de ese estilo, Oliver no se inmutó, suponía que era algún viejo que prefería desahogarse frente a la tumba de un ser querido en un momento del día donde nadie le prestara atención. Ni uno ni otro. Era el pelirrojo, se hallaba acostado sobre un rectángulo de mármol con una lápida, esta tenía la foto de una bella muchacha pelirosa de ojos azules, la sonrisa que tenía en la foto hacía un poco más ligero el ambiente que el gimoteo de Fukase había creado.

—Por Yamaha, pensábamos que eras la llorona o algo así, nos asustaste Fuka —el moreno suspiró con una sonrisa y la mano izquierda en el pecho, Oliver se palmeó la frente con suavidad.

—Tú pensaste que era la llorona —Fukase levantó la cabeza rápidamente, su brazo vendado seguía en su espalda, y se limpió las lágrimas rápidamente— ¿Qué haces aquí? ¿era tu novia o algo?

—N-n-n-no... y-yo... ya me iba así que... —el de pálida piel no tardó en levantarse e intentar irse de la escena pero Oliver lo detuvo sujetándolo fuertemente de la muñeca izquierda— D-d-duele... s-suelta...

—No hasta que me digas quién es ella —ordenó, olvidando por completo la existencia de Piper. Fukase cedió sin protestar y los tres se sentaron en la tumba de mármol gris.

—Me da... hiccup ...lástima q-que no recuerdes —comenzó, había llorado tanto que ahora tenía hipo— L-Luka... ella... hiccup t-t-te adoraba... eran como madre e hijo... —lo último lo susurró tan bajo que apenas se escuchó, Oliver se forzó a recordar algo de aquella chica tan bella— L-luka... Perdóname... juro que no era mi intención ver eso, y-yo... ¡yo no quería que sufrieras por mi culpa...! —gritó, y volvió a llorar desconsoladamente, ambos oji-miel quedaron estáticos, ninguno sabía qué decir ¿quién podría decir algo al respecto? Fukase se tapó la boca con ambas manos para dejar de llorar— L-luka... —susurró una última vez, luego cayó rendido al suelo, tenía ojeras tan oscuras que no había mucho que pensar para llegar a la conclusión de que no había dormido en días. Oliver lo recibió en su hogar con gusto.

🔪N/A🔪

Jejeje... Tranquilos, en el siguiente capítulo sabrán que le pasó a la pobre Luka y por qué Fukase se culpa.

Un Reencuentro Inesperado <<Olikase>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora