#26: Zafiro (A.U)

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Las noches eran frías, pero el rey de los fantasmas ya estaba acostumbrado. El reino de su padre siempre era frío.

Ese día como de costumbre estaba recostado cómodamente en su trono esperando algo de entretenimiento que no tardo en llegar. El más reciente de los esclavos que su padre solía obsequiarle atravesó las puertas de oro y madera acercándose hacía él con un movimiento de caderas sutil y provocador, traía unas hermosas prendas en tonos azules y blancos con algún que otro detalle de oro que remarcaba sus preciosos ojos que no dejaban de fijar la vista en él.

Notó que el joven se frenaba a solo unos metros y con gracia empezaba a bailar haciendo mover un enorme pañuelo de seda celeste que ayudaba a darle magia a su baile.
El chico era ágil y flexible, pero a pesar de lo provocador que era eso y de que simplemente era un prostituto danzando para él había algo diferente. Su baile era suave y grácil, fluido, no perdía la elegancia a pesar de ser atrevido, y esos hermosos zafiros siempre mantenían la vista fija en sus ojos. Ningún sirviente y menos esclavo se atrevía a verlo a los ojos si Nico no lo ordenaba primero, pero a ese chico no le importaba, movía su figura coquetamente y con lentitud haciendo tintinear las pequeñas monedas de oro en sus caderas.

El pelinegro se sentía hipnotizado por el baile, con calor, no perdía de vista cada movimiento del contrario mientras se acercaba a él. Llego a tenerlo encima unos pocos minutos antes de que este se apartara y lo reverenciará en silencio como despedida para irse. No podía dejarlo marcharse.
Se levantó de su trono con rapidez y extendió la mano hacía él para evitar que siguiera avanzando hacía la salida.

  — ¡Alto! —dijo con firmeza.

El bailarín no se giro por completo, giro la cabeza sobre su hombro frenando su andar. Y aunque de cualquier otro hubiera sido ofensivo y no hubiera dudado en mandar a sus hombres, no le importó que él lo hiciera.

  — Vuelve a bailar —pidió relajándose y recobrando la compostura, aunque se sorprendió encontrándose a si mismo pidiendo algo en vez de ordenarlo.

  — Como su majestad ordene —pronunció una clamada voz masculina.

Y mientras él se sentaba, el joven volvió a bailar con la misma magia que la vez anterior hipnotizandolo de nuevo.

  — No bailarás para nadie más... —dijo di Angelo mientras lo miraba moverse.

Los dos zafiros seguían clavados en sus ojos, él chico no se detuvo en su tarea. Acabo de bailar con gracia quedando a nada de él. Pudo detectar a través del velo de seda una sonrisa.

— Como su majestad ordene —repitió el bailarín. Esta vez con un tono más juguetón y cómplice.

One-Shots de Nico di Angelo [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora