#25: Yugular (A.U - Nico y tú)

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El gran hijo de Hades, el rey de los fantasmas y señor de las sombras era uno de más temido por esas tierras.

Los rumores sobre él iban y venían, hablaban de sombras y colmillos, sangre y cadáveres que volvían la vida para servirlo y complacerlo. Nadie, a excepción del mismísimo Hades, era más temido que Nico di Angelo. Y dado que su padre era quien prácticamente monopolizaba el mercado y que tu familia no podía pagar sus deudas con ellos fue que caíste en sus garras.

Llegaste a la imponente mansión de ladrillos negros y maderas oscuras en una carroza común y corriente, con las muñecas atadas y bajo las amenazas de tu padre. Viste su mano tocar la gruesa puerta de madera haciéndola resonar y en pocos minutos un sirviente abrió.

  — Para el conde di Angelo —dijo el hombre dándote un empujón leve pero con fuerza para hacerte avanzar.

  — Por favor... no —intentaste suplicar mirando con miedo a tu padre, pero él solo giro la mirada para no verte directamente a los ojos y una parte de ti supo que era para intentar no arrepentirse.

  — De parte de la familia Faureth —dijo antes de dar un saludo cortés y marcharse.

El sirviente te obligo a entrar y cerro la pesada puerta a tus espaldas, se movía de forma lenta y pesada, como si fuera un muerto o simplemente no tuviera voluntad propia. Tomo tus muñecas por los amarres y comenzó a caminar a ritmo calmo arrastrándote con él mientras intentabas soltarte sabiendo que sería en vano.
Unas pisadas lentas empezaron a resonar por las escaleras en descenso, justo hacía donde estabas parado. Jalaste con más fuerza de tus muñecas, pero el sirviente ni si quiera se inmutaba, y entonces, en medio del miedo lo viste...

Bajando por las escaleras sin prisas y haciendo sonar a drede sus pisadas estaba Nico di Angelo; su piel era de un palido tono oliva y cabello revuelto elegantemente peinado le daba aires aún más imponentes, con las manos en los bolsillos y una sonrisa casi maliciosa bajo los últimos escalones mientras dabas un par de pasos atrás buscando agregar más distancia, pero él la acortó y tomo de las manos de su sirviente las ataduras  jalandote hacía él.
Apretaste instintivamente los ojos y tensaste el cuerpo con miedo.

  — ¿Y tú quien eres?—preguntó con un voz casi seductora y un acento claramente italiano.

  — M-mi padre me envió como pago—dijiste apenas con un hilo de voz—, s-soy Aaron Fa-Fureth.

  — ¿Envió  su hijo en vez de un pago?—dijo casi con desprecio mirándote.

  — P-por favor no me mates—pediste con miedo teniendo el valor de abrir los ojos y verlo directo a sus ojos. Eran de tono marrón oscuros, decididos y fríos, como si ocultaran algo.

Se apartó un poco y viste que tomo de su ropa una daga, fue entonces que pensaste lo peor, pero por el contrario acomodo tus muñecas y de un corte limpio a la soga las libero.

  — Haré algo mejor que matarte—dijo con una sonrisa antes de levantar la voz:— alistenlo y lo quiero en mi alcoba.   

El sirviente no contesto, pero si te llevo junto con un par más escaleras arriba sin decir una palabra. Te prepararon un baño, te limpiaron bine en absoluto silencio y te dieron una muda de ropa limpia antes de dejarte en una lujosa habitación totalmente a solas.

. . .

No supiste en que momento lo hizo, no oíste ni si quiera un ruido. Pero si lo sentiste, mientras mirabas desde el medio del cuarto en dirección a la ventana sentiste una mano fría acariciar tu yugular. Te quedaste inmóvil y contuviste el aliento unos segundos, casi podías sentir como sonreía detrás de ti y luego su aliento tibio contra tu garganta.

  — Voy a cuidarte, solo necesito que me alimentes a cambio.

  — ¿Por qué yo?—alcanzaste a preguntar aún inmóvil y en parte algo asustado.

  — Porque me atraes— fue su única respuesta.

Tomo con su mano tu brazo empezando a acariciarlo hasta llegar a la muñeca y una vez allí movió delicadamente la manga hasta levantarla por sobre el codo, y dando una caricia a tu antebrazo se lo llevo a la boca desgarrando la carne para empezar a beber.
Te fue imposible no ahogar un chillido de dolor al sentir que hacía eso, pero te sostenía de manera tan firme que no podías soltarte o apartarlo. Poco a poco empezabas a sentirte débil y sediento, sentías el cuerpo flojo y empezabas a marearte, pero por suerte soltó tu brazo dando una larga lamida que cerro la herida en segundos y después de limpiar los restos de sangre de tu boca y sus labios te ayudo a recostarte en su cama.

  — Es normal que te sientas así, es por la perdida de sangre, un poco de comida y descanso van a remediarlo—dijo mientras te miraba sentándose en su cama frente a ti—, pero según tengo entendido tu generas más sangre de lo normal, te recompondrás más rápido, solo que hoy estaba muy sediento.

Asentiste levemente y te quedaste en la cama un momento buscando recomponerte de lo que había hecho.

  — ¿No me mataras si te alimento?—preguntaste con la voz cansada.

  — No te matare de todas formas, me gustaría tener algo de compañía que no este muerta  —dijo acomodándose—, pero aún así me alimentare de ti, te acostumbraras y dejará de doler tanto.

No discutiste, asentiste con la cabeza y cerraste los ojos intentando que el mareo pasé más rápido, pero en algún punto de eso caíste dormido.

Pero aunque mintió con que no dolería más con el tiempo, no mintió con el hecho de que te acostumbrarías a eso. A decir verdad el tan temible Nico di Angelo podía ser amor de persona si sabías llegar a él.









One-Shots de Nico di Angelo [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora