8. Descubrimientos nocturnos inesperados pt 1

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¡¿Bartender?! ¡Este tipo está loco! 

— No me hagas esa cara Park. Te pagaré 100 mil wons la hora ... 

Los ojos de Jimin saltaron de sus órbitas. Con eso podría comprar comida por al menos un mes.

— ¿Qué es lo que debo hacer exactamente? 

— Servir tragos... — respondió con voz dudosa — Nada de preparar cócteles o cosas por estilo, solo servir tragos, nada más.

Algo en las palabras del pelinegro le hizo creer que mentía, pero, no tenía más opción. A menos que quisiera otro viaje a la enfermería o incluso una estadía en el hospital que no podía costear, debía tomar el trabajo.

— Está bien... cuando y donde —dijo resuelto sin mucha convicción

— Pasaré por ti a las nueve. Y ponte bonito no puedes ir con esa aburrida ropa.

Jimin frunció el ceño viendo como Yoongi se alejaba.



🥊

El pelinaranja se asomó por la ventana escuchando el rugido de una motocicleta. Era de esperarse que el mayor tuviera una. ¿Acaso podría ser más cliché ?

Bajo las escaleras sin darse un último visitado al espejo. Estaba nervioso. Llevaba mucho tiempo sin embutirse en un par de pantalones de cuero y aplicar leve maquillaje a su rostro.

No era típico de él arreglarse así, sin embargo la situación lo ameritaba. La expresión en el rostro del pelinegro al verle, fue una obra maestra. Quedó absolutamente atontado con lo sexy que lucía Jimin enfundado en aquellos pantalones negros con esa camisa blanca.

A pesar de estar delgado – cosa que no podría negar – su trasero se veía como un esponjoso y rellenito durazno, y, ni que decir de sus piernas. Todavía conservaba algo de los músculosos muslos que poseía cuando lo conoció.

Con un rastro de diversión en sus ojos, por la reacción del mayor Jimin se subió a la motocicleta. Inmediatamente, el pelinegro aceleró, sintiendo como el viento golpeaba en su rostro.

— Agárrate bien Park. No responderé si te caes.

Jimin no tuvo más remedio que abrazarse a la cintura del mayor, rogando que esto no fuera otra vil acción que lo metiera en problemas.

Recostó su mejilla contra la espalda de Yoongi observando la autopista. Rápidamente se alejaban de la ciudad. Desde donde se encontraba podía ver el pequeño poblado al que se había mudado hace unos meses, iluminado por las estrellas y las luces artificiales que se apoderaban del panorama.

El ruido de una gran fiesta llegó a sus oídos obligándole a levantar la cabeza y dejar el cálido contacto. Vio el lugar y su estómago se retorció un poco. Era una vieja casa, grande e imponente en la mitad de la montaña. Un amplio y frondoso bosque se extendía a su alrededor.

Afuera, varias personas se encontraban hablando y riendo con cervezas y botellas de colores en la mano. A juzgar por sus rostros, no eran mucho mayores que él.

La motocicleta se detuvo y él pelinaranja bajó, observando todo. Se había metido en la boca del lobo y de eso, estaba seguro.

— ¿Qué se supone que haga yo aquí? — siseó molesto — ¿Me engañaste de nuevo? ¡Maldito cabrón! — le reprochó con dientes apretados — Yo como un idiota te...

— Shhh huerfanito. Has silencio. — le miró con algo de diversión — Tengo trabajo que hacer y te pagaré 100 mil la hora. No mentí. Sólo tienes que poner una sonrisa y mover tu esponjoso trasero repartiendo cerveza. ¿Está claro?

¡¿Acaba de decir que mi trasero es esponjoso?! Este hijo de ...

— ¡Min! — le llamó un hombre desde el interior. — No esperaba verte aquí — afirmó emocionado al acercarse. — Espero hayas traído lo que...

Los pensamientos del hombre se vieron interrumpidos por la presencia de Jimin. Prácticamente se lo folló con los ojos, sonrojándole furiosamente.

— ¿Y este quién es? ¿Otra de tus pruebitas maricas?

El menor estaba a punto de responder, cuando Yoongi lo hizo por él.

 — Déjalo en paz. No te interesa. — su tono se volvió severo, al tiempo que sacaba un paquete de su chaqueta. — Aquí está lo que pediste. Necesito la pasta, sabes que Wang odia esperar.

Jimin sintió un nudo en el estómago cuando vio los pequeños sobres llenos de pastillas de colores siendo entregados. También algunas papeletas que se veían bastante inofensivas y un polvo blanco que no logró reconocer. A pesar de su ignorancia, no era idiota y sabía que Min no era un santo.

¡¿Con qué dealer, eh?!  pensó con amargura.


🥊

La fiesta estaba en todo su apogeo, no habían más cervezas que repartir y los pocos que aún se mantenían sentados, parecían estar en otro planeta. Algunos saltaban con energía extraordinaria o soñaban con los ojos abiertos en algún lugar del recinto.

Jimin camino al baño entre los cuerpos inertes que asumió estaban bajo el efecto de los regalos de Yoongi. Entrando en el sucio lugar escuchó algo parecido a un gemido.

Esta gente está haciendo - eso - en el baño  pensó alarmado.

Su cuerpo actuó sin su consentimiento abriendo la pequeña puerta y lo que vio, lo dejó completamente pasmado.

— ¿Jungkook? — preguntó con el corazón atrapado en la garganta.

— ¿Ji-jimin? — tartamudeo el musculoso chico. — Tu que... como... que... estás aquí. — finalizó con un hilo de voz.

El pelinaranja no podía creer lo que sus ojos veían, el fornido cuerpo de su mejor amigo estaba aplastado sobre el destruido inodoro, mientras que una aguja abandonaba su brazo cayendo al suelo.

— ¡Kookie! — sollozó acercándose a él — Pero que... ¿Por qué? ¿Por qué te haces esto? — preguntó al borde del llanto.

El aludido comenzó a llorar como si fuese un bebé. Sentía un dolor profundo mientras la droga recorría sus venas, llevándose parte de él, o al menos eso creía.

— Yo no... yo lo ... — trató de responder perdiéndose de pronto. — Lo siento — fue lo último que dijo antes que su respiración se hiciera lenta y sus ojos se quedarán enfocados en la nada.


Maratón 3/?

Trouble  «Yoonmin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora