9. Descubrimientos nocturnos inesperados pt 2

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El menor con su mano temblorosa tomó su celular llamando a la única persona que se le ocurrió. Después de 5 tonos la somnolienta voz de Taehyung se hizo presente.

— ¿Sabes qué horas son? Dónde estés borracho te sacaré a...

— Necesito tu ayuda. Tienes que venir y pronto —. Su tono era una mezcla entre desconsuelo y alarma.

— Espera, espera. No dejaré mi cama a las tres de la mañana sólo porque...

— Es Jungkook...Tae — Afirmó con un nudo en la garganta. — Está tan drogado que es peso muerto.

— Envía la dirección —. Fue lo último que dijo el castaño antes de salir corriendo.

Colgó el teléfono, quedándose encerrado con Jungkook en el baño, vigilando su lenta respiración, casi rogando internamente que esta no se detuviera.

Ahora entendía porque no habían podido ayudar, porque su amigo se había alejado tan de repente. Drogas, fiestas y casas de mala muerte. ¡Vaya combinación!. Toda su rabia se estaba a enfocando en una persona. Min era el distribuidor, esta mierda era también su culpa.

No estuvo consciente de cuanto tiempo acunó a Jungkook entre sus brazos, hasta que su celular vibró. 

— ¿Tae?

— Estacioné a una cuadra. ¿Dónde está él?

— Necesito que vengas. — Rogó — Sacarlo de aquí no será tarea fácil.

Cinco minutos después la castaña cabellera de Taehyung se asomaba por la puerta. Sus ojos se horrorizaron en el momento exacto en que vio la escena. Jungkook se veía perdido, peor que un cachorro sin hogar. Lucía como en ser humano sin esperanza.

Se acercó para ayudar a levantarlo del retrete. Definitivamente su musculoso cuerpo pesaba una tonelada.

— Vamos — habló pujando — Sólo hay que meterlo en el auto — finalizó con dificultad.

Las personas en el vestíbulo estaba tan ebrias y drogadas que difícilmente notarían su presencia y sus pequeños cuerpos arrastrando la imponente figura de Jungkook.

Pero al frente sería otra cosa. Era una ciudad pequeña, todos reconocerían fácilmente al hijo del comisario sin darle un segundo vistazo. Caminaron con dificultad saliendo por la puerta trasera para evitar los ojos curiosos.

Trabajosamente lograron arrastrar a Jungkook hasta el carro de Tae. Abrieron la puerta y lo lanzaron sin cuidado al asiento trasero, teniendo que subir sus pies, prácticamente embutiéndolo. 

 Jimin cerró la puerta para dedicarle una mirada triste a un abatido Taehyung.

— Yo lo... lo siento. Jamás me imaginé que esto era lo que estaba pasando con él.

— No es culpa de nadie mochi. Él se encerró y blindó contra nosotros —. Una solitaria lágrima amenazaba con derramarse. — No había mucho que pudiésemos hacer.

— Si quieres llévalo a mi casa. No hay nadie y tal vez allí ...

— No te preocupes — Le tranquilizó Taehyung. — Lo llevaré a un lugar seguro. Tendrá sábado y domingo para recuperarse y hablar.

Dejando a atrás a su mejor amigo y completamente decidido a partirle la cara a Yoongi, el menor regresó a la fiesta.

En la entrada se encontraban alegres bebiendo y fumando, completamente ajenos al profundo y desgarrante dolor que estaban sintiendo sus dos mejores amigos por ese maldito polvo.

— ¡Min! — le gritó furioso.

El pelinegro le volteó a ver con una expresión divertida. Si el pelinaranja trataba de verse intimidante, no lo lograría pues no hacía más que lucir como un gatito enfurruñado.

— ¡Eres un hijo de puta! ¡Maldito desgraciado! — vociferó tratando de tomarlo de la camisa.

Moviéndose ágilmente esquivándolo,  Yoongi respondió

— Tranquilízate calabaza. No he he-

— ¡No me vengas con esa mierda! ¡Maldito cabrón! Eso es todo lo que eres. Un estúpido dealer y drogadicto que arrastra a su destrucción vidas ajenas por unos billetes.

El mayor sintió la bilis ascender por su garganta. Con un tono profundamente encolerizado replicó

— No tienes ni idea de lo que ...

Su respuesta se vio interrumpida por una fuerte nalgada en el trasero de Jimin.

— ¡Que te crees imbécil! — le gritó Jimin al borracho atrevido.

Le dio un puño tan fuerte que lo noqueó, desatando el caos. Los demás le siguieron y comenzaron a golpearse unos a otros, furiosos y riendo a carcajadas. O los polvos de Yoongi estaban alterados o esta gente había perdido la cabeza.

El pelinegro se acercó esquivando los cuerpos y buscando a Jimin que iba a ser atrapado por tres hombres

— ¡La policía! — gritaron — ¡Viene la policía!

Todos empezaron a huir, corrían de un lado para otro estrellándose con cuerpos en el suelo, en medio del pánico.

La muñeca de Jimin se vio presa de unos largos y delgados dedos.

— Vámonos — le ordenó.

— ¡Tu maldita rata! No quiero ...

— No quieres acabar en una celda de nuevo huerfanito — afirmó el mayor con un deje de perversidad.

Maratón 4/5

Mis amores sé que he estado ausente pero tratare de ser mejor por ustedes. Les quiero mucho. No olviden que amo sus comentarios. Cualquier error no duden en avisar.

Trouble  «Yoonmin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora