H!DDEN (BTS Horror AU)

Lluv!a

Afuera seguía lloviendo como si el cielo se descargara de una tristeza inmensa. Grandes nubarrones grises acobijaban el paisaje una vez azul, y los relámpagos eran lo único luminoso en el lienzo negruzco que era el cielo. 

Aún así, Jimin había decidido salir en cuanto el reloj había marcado las siete de esa taciturna mañana—a pesar de lo que le había dicho a Yoongi sobre lo de despertar temprano—. Como poseído por las ganas de mantenerse alejado por un tiempo de su casa de repente tan grande para una sola persona. 

Demasiado grande para alguien como Jimin. Qué a pesar de que se dijera que podía sobrellevarlo, seguía escuchando las voces de Taehyung y Jungkook como si estuvieran vivos. Porque sí, había aceptado el hecho de que lo que había pasado en la madrugada, era a causa del "eco de los muertos" (Como Namjoon le había dicho), que quedaban atrapados entre las paredes de la casa; y también la carga que atormentaba su mente aunque no quisiera: una parte de las memorias del accidente que se habían quedado olvidadas a la fuerza, y que debía recuperar si es quería avanzar con su vida.

De otra forma, los fantasmas del pasado no lo dejarían en paz. 

Con esa mentalidad era con la que había salido de su casa, sin embargo, ahora algo muy dentro de sí mismo le decía que dudara de que fuera producto de "los fantasmas del pasado". 

Tiró al bote de basura los últimos restos de flores destruidas que quedaban sobre las tumbas, sacudiéndose las manos varias veces luego de hacerlo. Miró con tristeza aquellos pétalos rojos destartalados y mezclados con basura. Sentía puntadas en su pecho, y estaba seguro de que no era por el frío. 

No estaba seguro de quién había traído aquellas flores, pero sentía una pena amarga con tan solo pensar en que alguien hubiera destruido las flores a propósito. Arruinar un gesto tan respetuoso de esa manera era algo que no cabía en la cabeza de Jimin, y le molestaba. Incluso pensar qué tal vez la persona que había hecho aquello no tenía ningún gramo de arrepentimiento era suficiente como para mandar escalofríos a su columna. 

Quería creer que había sido un animal. O alguna otra cosa. Sin embargo, la forma en la que habían sido descuartizadas no se lo permitía. Un animal no se hubiera molestado de dejar intacta la foto que reposaba sobre una de las lápidas, ni la tarjetita que estaba cerca de uno de los ramos, hecha por Jimin mismo. 

Era demasiado raro e inquietante, y sólo esperaba que no tuviera nada que ver con lo que había estado pasando...

Se mordió los labios, alejándose del bote de basura con ambas manos en los bolsillos. Ya había dejado el ramo que había traído para las lápidas, y que ahora convenientemente reemplazaba a las anteriores, por lo que no tenía nada más que hacer en aquél lugar. Además, los truenos se hacían cada vez más intensos sobre su cabeza, así que pensaba que lo mejor sería ya irse— aunque secretamente se sentía aterrado por el hecho de que no hubiera ni un alma en el lugar, y por sus propios pensamientos—.

Pasó una última vez por el camino que llevaba a las lápidas de Jungkook y Taehyung, suspirando, y mirando de reojo los árboles doblándose como palillos por el viento. 

Antes de llegar en frente de ambas lápidas, desvío hacia la salida, apresurando el paso por una razón que no supo identificar, hasta el auto. Solo que de pronto sentía el molesto frío en su nuca, la sensación inusual de que alguien lo estaba observando fijamente. Y eso no tenía sentido, puesto que no había nadie. 

Caminó a grandes zancadas entre el lodo y césped del campo, abriendo la puerta lo más veloz que podía cuando tuvo la oportunidad. 

Se acomodó en el asiento, arreglándose el cabello que había sido totalmente despeinado a causa de la brisa y ahora le tapaba los ojos, para conducir.