Sangre de semidiós. (Percy Jackson y tú)

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Prólogo.

Truenos, rayos, tormentas, vientos, el fuerte chocar de las olas con la orilla de la playa y un leve temblor en el suelo, todo eso era una señal clara... Algo andaba mal en el olimpo.

- ¡LO HAS HECHO OTRA VEZ!-. Le gritó Hades a Zeus y en seguida el suelo se estremeció ante tal ira. Era de esperarse que el dios del inframundo estuviese enojado por la noticia que acababa de llegar a los oídos de todos los olímpicos.

Estaban reunidos en el piso 600 del Empire State, cada uno en su trono correspondiente observando con distintas expresiones al dios del rayo. Él solo rodó los ojos, despreocupado. Era obvio que ya sabía el motivo del éxtasis, pero más importante, del enojo de Hades.

- ¡Cálmate!-. Rezongó Atenea frunciendo el ceño. Hades soltó un gruñido. -De seguro nos tendrá una buena explicación de esto, ¿No Zeus?- contra atacó cruzando los brazos. Él paso las manos por su cuello, nervioso.

- ¿Y cómo se llama la chica?-. Preguntó emocionada Afrodita. -Espero sea tan bonita como me lo imagino-

- _______- Respondió Hermes. Afrodita ahogó un grito de satisfacción, todos suponían que reaccionaría así ante la noticia.

- No es momento de esas preguntas. Tenemos un tema más importante de que tratar, con esta chica nuevas puertas se abren- Razonó Artemisa quien escondía una sonrisa, la verdad era que estaba impaciente por saber si ella pudiese ser una buena cazadora.

- La profecía- Bufó Deméter. Apolo le dio un codazo juguetón.

- Ya, dejemos que hable ¿está bien?, ¿Cómo ha sucedido?- Le preguntó Poseidón reclinándose en su silla de pescar observándolo con sus ojos verdes mar.

- ¿Qué quieren que les diga?- Suspiró molesto Zeus. En ese momento un rayo resonó en toda la sala, no estaba contento con el pequeño interrogatorio que estaba teniendo. -Sí, es mi hija. Lo admito. Y la aceptaré como tal. - habló firme.

- El problema no es ese. Hades se ha enojado porque has vuelto a romper la promesa que hicimos. Curiosamente él es el único que no la ha roto- dijo Poseidón.

- Disculpa pero tú no eres el indicado para decirme eso, ¿o quieres que te recuerde a tu mini cabeza de percebe?- Zeus respondió exaltado. Poseidón apretó los puños y murmuró "su nombre es Percy" entre dientes. -Además Nico Di Angelo...-

- ¡YO NO HE SIDO EL QUE HA ROTO LA PROMESA!- Gritó Hades desde el otro lado de la sala. Sofocando una llama que se había creado en su mano. - ¡Hay que erradicar a la chica!- Ideó bajando un poco la voz- Puedo mandar a alguna Gorgona o a Ortro y Cerbero para que lo haga...- Ofreció.

- ¡NO!- bramó Zeus desde su trono resonando otro rayo en la lejanía. -Lo haces y Di Angelo pagará las consecuencias- Hades alzó los hombros.

- No podemos hacer eso, Hades. - recordó Poseidón.

- ¿Qué haremos si no?- espetó molesto Ares.

- Por ahora le diré a su madre que ya es hora. Debe ir al campamento mestizo a entrenarse. Ahí estará segura. - Sostuvo el dios de los rayos. Era obvio que no quería que sacrificasen a su hija.

- Es una amenaza- vociferó Atenea.

- Tanto como Di Angelo y Jackson pero se les ha dado una oportunidad. ¿Por qué a mi hija no habría de dársele una?- cuestionó serio, Zeus.

- Ha de probarlo- Comenzó Apolo.

- Otra estúpida profecía- rodó los ojos Hefesto.

- "A la edad de 14 años le será otorgada una misión de rescatar al dios desaparecido, viajará con los hijos de los 3 grandes y tendrá en sus manos una decisión importante, salvar o destruir el olimpo"- finalizó Apolo.

- No tienes nada mejor que hacer, ¿cierto?- Preguntó enojado, Ares.

- Ha de ser interesante- Sonrió satisfecho, Apolo.

- ¿Te das cuenta en el lío en el que nos has metido a todos?- Soltó Artemisa, malhumorada.

- Relájate hermanita. Todo esto terminará bien, así también sirve para saber si podemos tenerle confianza a la chica o erradicarla antes de cumplir los 16- Respondió Apolo- ¿Todos conformes?-

- ¡No!- Gritaron Hades y Zeus al mismo tiempo.

- Bueno... Puede que muera en el camino, por mi está bien aunque habrá que verlo- alzó los hombros, Atenea.

- Suena justo- Reconoció Poseidón.

- ¿No te has dado cuenta todavía, cierto?- Le preguntó Hermes.

- ¿Darme cuenta de qué?- Lo miró curioso, Poseidón. Zeus rodó los ojos.

- Apolo ha dicho "viajará con los hijos de los tres grandes" Y bueno, ya sabes, tú eres uno de los tres grandes. Por lo tanto Perseus... - Comenzó a decir Hermes pero rápidamente fue interrumpido por el dios del mar.

- ¿Él también está metido en esto?- Observó con ira a Apolo. Él solo asintió- ¡MENUDO IDIOTA!- Se levantó en su silla pero unas enredaderas con olor a uvas frescas lo retuvieron en su puesto- ¡Suéltame Dionisio!- Le ordenó.

- Tranquilízate. Ya tenemos suficiente con dos gruñones- Señaló con la cabeza a Zeus y Hades. Ambos con los brazos cruzados. El chocar de las olas y los truenos se escuchaban con mucha más fuerza y el temblor de la tierra iba en aumento.

- ¡Todo es por su culpa!- Hades señaló a Zeus y Poseidón, todavía atado a su trono. Las cuencas de sus ojos ardían ferozmente, quien las mirase seguro vería sus peores miedos, y más. Estaba muy enojado- Y este idiota no es que sea de mucha ayuda con sus estúpidas profecías. - Señaló a Apolo. - Ya me encargaré yo de esto más adelante por mi cuenta. Recibirán noticias mías pronto, se los aseguro. Y no será nada bueno- Hades ardió y se extinguió en una llama. En su lugar solo dejó humo de tonalidad grisácea oscura.

- Es por esto que amo esta clase de juntas- Sonrió de lado el dios de la guerra, cosa rara en él. Atenea le dio un codazo en su hombro.

- ¡Suéltame Dionisio o me aseguraré de hacer que tu maldición con el vino no sea nada en comparación de lo que te espera si no haces lo que te he dicho!- Le advirtió, Poseidón. En seguida las enredaderas se aflojaron en sus costados.

Poseidón se levantó molesto de su silla de pescar y abandonó la sala maldiciendo entre dientes dejando el casi imperceptible olor a agua de mar tras de sí.

- ¿Qué haremos con la chica mientras tanto?- Preguntó Artemisa.

- Creo que he sido muy claro ya. ¿No es cierto?- Respondió Zeus alzando la vista. Sus ojos se encontraban de un color gris, en ellos se podía observar claramente una tormenta.

- Pero Zeus. Ya lo he dicho esa chica es un riesgo, sería mejor que la...- Atenea no pudo terminar. Un rayo perdió la visión de todos los presentes en la sala acompañado de un trueno.

- ¡No erradicaré a mi hija si es lo que pretenden! ¿Está claro? Ya he tomado una decisión. Quién se atreva a desafiarme, pues aténgase a las consecuencias. - Vociferó en tono alto y estruendoso, Zeus. - Fin de la junta. -

Zeus se levantó de su trono y salió de la habitación a grandes zancadas. Cerrando fuertemente la puerta tras de sí.

La tierra y todos los que habitaban en ella sucumbían ante el enojo de los tres grandes.

¿Qué tanto daño podría ocasionar la llegada de la hija menor del dios del rayo?

Sangre de semidiós. |Percy Jackson y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora