Capítulo 2. " Observo la derrota de un hijo de Ares"

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Luego de enseñarle todo el campamento, ya sabes: El área de combate, el comedor, y el resto de lugares nos encaminamos a la casa grande por órdenes de Quirón para que ______ se presentara con Dionisio.

Entramos y lo encontramos jugando una partida de pinacle con Quirón.

Él dirigió una breve mirada a nosotros para seguir con su juego, segundos después, fingiendo no haber notado nuestra presencia.

Aclaré mi garganta denotando nuestra presencia en la sala.

— ¿Qué haces por aquí, Peter?— Me observó irónico. Estaba más que claro que él sabía que ese no era mi nombre. Era normal que nos llamase de otra manera y aun así seguía molestándome.

— Es Percy— Respondí tratando de serenarme. Nunca era bueno molestarse con un dios.

— Como digas— Le restó importancia. — ¿Vienes por una partida amistosa de pinacle? Prometo no ser tan duro contigo, chico— Su rostro se descompuso en una sonrisa socarrona.

— No venía a eso exactamente— Le hice señas a ______ para que diera unos cuantos pasos adelante— Supongo que Quirón le habrá dicho que hay una nueva campista— La señalé, ella sonrió incómoda. Dionisio suspiró y rodó los ojos.

— Sí. Ya me había dicho algo de eso— Admitió y la observó— Señorita Landsbury…—

— Lancaster— Lo corrigió ella.

— Eso— Dijo Dionisio— Bien, se supone que por las costumbres tengo que hacer esto con todos los mocosos que ingresan en este campamento. Espero que sobreviva aunque sea un verano. Dígame señor D. Soy el director del campamento. Hábleme en caso de una emergencia o no, da lo mismo— Espetó su “cordial” bienvenida. Quirón le pegó un codazo— Ah sí, cierto. Bienvenida al campamento— Finalizó y volvió a su partida de pinacle.

— ¿Eso es todo?— Me susurró al oído. Alcé los hombros.

 — No es tan malo cuando llegas a acostumbrarte— Respondí un tanto inseguro, lo cierto es que ni yo llegaba a acostumbrarme totalmente.

— Agh. Esto es demasiado por procesar— Bufó tapando su cara con ambas manos— Percy ¿puedo pedirte un favor?— Me observó, temerosa. Como si temía ofenderme.

— Claro— Le sonreí.

—Puedo. Ya sabes.  ¿Estar un rato a solas?— La sonrisa desapareció de mi rostro. Me dolió aunque no sé muy bien por qué. Supongo que fue el hecho que pensaba que comenzaba a agradarle pero no era así por lo que parecía. Agaché la mirada y asentí, cabizbajo— ¡No! No me refería a eso. Créeme que no es lo que piensas. De verdad me agradas y no es una excusa para alejarme. Es solo que, ¿nunca te ha pasado que necesitas estar solo?—

Bueno. Entendía eso, muchas veces me escapaba al lago a plena madrugada a pensar.

Asentí, dándole la razón.

— Sí, me ha pasado— Reconocí. —No te preocupes. Ve y camina, distráete un poco y piensa las cosas. Mientras tanto estaré en mi cabaña por si me necesitas ¿sí?—

— ¡Gracias!— Suspiró aliviada— Temía que te enojaras conmigo y decidieras no hablarme nunca más—

Le agradaba. Se preocupaba por que yo llegase a enojarme con ella.

— No te preocupes— Le resté importancia.

— Nos vemos en la fogata ¿te parece?— Propuso rápidamente.

— Genial. Hasta entonces— Me despedí de ella y tomé rumbo a mi cabaña.

¿Qué cómo me sentía?

Sangre de semidiós. |Percy Jackson y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora