Capítulo 1. "Me reencuentro con mi maestra de introducción al álgebra"

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— ¡Ya voy! —. Espeté bajando pesadamente los pies de la cama.

5:49 ¡Por un cuerno!

¿Quién se levanta a esta hora? O es más, ¿Por qué tiene que despertarme a mí también?
Bueno. Por si no me conoces me llamo Percy, Percy Jackson.

Quizás has escuchado de mí; ya sabes, el chico que es odiado por la mayoría de los olímpicos, o el que casi muere por malos entendidos entre mi padre, Poseidón, y el señor de los rayos, Zeus.
Ya te haces una idea de mi reputación en el monte olimpo, ¿cierto?

La verdad esperaba que este día deparara algo bueno, pero como siempre, estaba equivocado. O no del todo.

Como sea, caminé hasta la puerta dando trompicones y al abrirla pude ver a mi mejor amigo, Grover, con la respiración agitada y su frente perlada de sudor.

— ¿Qué haces tan temprano despierto, sátiro?— le pregunté pasando las manos por mis ojos.

— ¡Percy!— exclamó agitado— Chica… Árbol… Colina… Furias… Pelea… Ayuda—. Habló entrecortadamente.

— ¿Qué?— respondí. Estaba notoriamente confundido. —Tranquilízate, Grover—. El suspiró.

— Quise decir, que hay una chica por el árbol de Thalia, en la colina. Está peleando con las tres furias y necesita ayuda— dijo rápidamente.

Asentí y entré de nuevo a mi cabaña en busca de mi contracorriente y corrí hacia la colina junto a Grover.

Al llegar pude observar a una chica de cabello castaño, largo y ondulado, de estatura mediana. Sus ropas estaban rasgadas y empuñaba una espada de bronce celestial en su mano derecha.
Me detuve unos minutos a observarla luchar, era realmente ágil.
Una de las tres furias se lanzó sobre ella, pero fue más rápida y se escabulló a su izquierda, aprovechando para darle un mandoble en la pierna. Enseguida la furia se evaporó.

— ¡Ey! ¡Percy! ¡Ayúdala!— me gritó Grover. Reaccioné y llegué junto a ella con mi contracorriente en mano.

Sentí como la adrenalina corría por mi cuerpo y es que no luchaba con ningún monstruo desde el verano pasado.

Ella esquivó corriendo a otra furia mientras guardaba su espada, ahora una llave de bronce que colgaba en su cuello, sacó un arco y una flecha dándole directamente en el pecho.
La furia no murió así que le blande mi espada al notarla distraída, dándole en la espalda.
La última se abalanzó sobre mí y aunque alcancé a darle un mandoble no fue tan fuerte para que se convirtiese en polvo como las otras dos.
Me tomó con una de sus garras. Al observarme sus ojos se salieron de sus órbitas y una sonrisa retorcida apareció en su deforme rostro.

— Ah, Perseus Jackson. Creo que será un verdadero placer asesinarte—

Si, definitivamente era mí “querida” profesora de introducción al álgebra, la señora Dodds.

Observé a mi contracorriente en el suelo. Estaba totalmente desarmado.

La señora Dodds hizo su mano un puño, decidida a aplastarme cuando vi a la chica lanzársele encima y cortarle la cabeza con su espada, que se evaporó con el resto de su cuerpo.

Ambos caímos de nuevo al suelo. La observé intentar incorporarse pero no lo consiguió, se encontraba muy débil para hacerlo.

Me acerqué a ella y la alcé en brazos, era lo menos que podía hacer luego de haberme salvado de mi maestra de introducción al álgebra.

Pudo haber puesto a salvo su vida entrando al campamento, pero no lo hizo. Ella se arriesgó por ayudarme.

Muchos de los otros campistas se agrupaban poco a poco mientras murmuraban cosas observando extrañados a la chica. Sólo las de la cabaña de Afrodita, que parecían absortas viendo mi pijama de dinosaurios y aguantaban la risa. Mis mejillas se enrojecieron automáticamente.
Pero una cosa estaba clara… Acababa de llegar una nueva mestiza, o sea, un nuevo problema.

Sangre de semidiós. |Percy Jackson y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora