Parte 7

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—Lo siento, lo siento mucho —Dijo Sam a punto de entrar en llanto —Es que me aterra que te pueda pasar lo peor en esta situación. Por favor intenta calmarte, sentémonos en el suelo.

Ahora respira por la nariz y suelta el aire por la boca. Hazlo conmigo, inhala y exhala.

—Repitieron el ejercicio de respiración varias veces y la respiración de Jesse empezó a regularse.

—¿Mejor? —Preguntó ella.

—Mejor. ¿Cómo supiste que hacer?

—Pues cuando me contaste que tenías asma, busqué información sobre qué hacer en caso de que dé un ataque y no tengas un inhalador.

—Eres la mejor, lo has hecho muy bien y me has salvado la vida.

—Me alegra haber podido ayudarte. No soportaría perderte.  —De pronto sus frentes chocaron, estaban más cerca de lo que creían y la oscuridad les había impedido saberlo.

—Por favor abrázame, estoy muriendo de frio. —Dijo Jesse tiritanto.

—Típico, dicen tener frio para que los abracen, ok ok, sólo bromeo. Había olvidado que la única camiseta que tenías me la has dado a mí.

¿Qué tal si buscamos entre las maletas ajenas algo para que te abrigues?

—¡No, yo quiero que me abraces!

—Está bien, está bien. Pero primero debes cubrirte con algo, puedes resfriarte.

—Palparon las maletas y luego de abrirlas Jesse se cubrió con lo primero que agarró.

—Listo, ahora quiero que me abraces. — Dijo él y Samm se acurrucó en sus brazos.

Ella pensó que debía mantener a Jesse concentrado en algo que no sea su encierro a oscuras en un ascensor suspendido a quien sabe cuántos metros de altura. Así que tuvo una idea:

—¿Qué tal si nos contamos 3 secretos que no le hayamos dicho a nadie?

Iremos uno tú, uno yo y así.

Sobreviviendo a la primera nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora