Parte 9

891 48 11
                                    

—¡Wow! ¿Realmente cantamos tan mal? Hicimos que regrese la energía —Bromeó Jesse

Sam empezó a reírse como si le hubiesen contado el chiste más gracioso del mundo y Jesse no sabía por qué, él nunca puede hacerla reír con chistes porque Sam tiene un sentido del humor extraño y a veces ríe viendo las desgracias de otras personas entre ellas Jesse.

—Linda... amo verte reír pero estás empezando a asustarme, tu no ríes así por cualquier cosa.

—Es, que, tienes, puesto  —ríe— un sweater de abuelita —Contestó ella con la respiración agitadas tratando de tranquilizarse.

De inmediato él miró hacia su pecho y efectivamente, tenía puesto un sweater rosa con puntitos de colores. Alzó la mirada con una expresión que ahora se volvió muy seria y vio fijamente a Sam, ella no reía más. Jesse continuó mirándola y en su boca se ladeó una pequeña sonrisa, al soltar una carcajada comenzó a reír tanto como lo había hecho Sam.

—¿Cómo puedes explicar esto? —Preguntó ella.

—Pues en mi defensa puedo decir que estaba totalmente a ciegas cuando escogí este peculir atuendo, además fuiste tú quien insistió en que me ponga lo primero que encuentre con tal de que estuviese abrigado. —Respondió él.

—Creo que tu argumento es válido en este caso y más te vale no quitártelo hasta que nos devuelvan nuestro equipaje y puedas ponerte tu propio sweater —Le advirtió Sam.

—¡Pero mamá! —Se quejó él como lo hacen los niños pequeños que no están de acuerdo con lo que su madre les manda.

—¡Nada de peros! Te lo digo por tu bien, no quiero que te resfríes. —Respondió ella dramáticamente.

El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, finalmente habían llegado a la recepción del hotel. Cogieron las maletas que debían intercambiar y salieron de aquel ascensor que los había retenido en la oscuridad a varios metros de altura.

En el mostrador había muchas personas quejándose del apagón con él encargado de la recepción, había 3 filas de gente así que Sam y Jesse tuvieron que unirse a la cola.

Una chica rubia que no aparentaba más de 16 años que estaba en la fila de al lado se quedó observando a Jesse de una manera poco apropiada y sin discreción alguna. Jesse era un  joven muy apuesto, de ojos azules, cabello negro, sonrisa encantadora y rostro de chico bueno, además era alto y fornido. La mirada de aquella muchacha seguía fija en él y Sam lo notó, ahora ella miraba a la chica.

—Hey ¡SHU! —Sam le hizo una señal con la mano dejando ver claramente su añillo de bodas

(Shu, palabra que se usa para espantar a un animal)

La joven, avergonzada hizo una mueca y se fue del lugar.

Sam soltó una risita y dijo:

—¿Viste cómo te miraba esa chica?

Jesse no se había fijado así que dijo:

¿Tal vez este sweater le pareció bonito y quería preguntar dónde lo compré?

—Ni siquiera la notaste —Dijo Sam y sonrío.

—A la única chica que veo es a ti, no me importa ninguna otra aunque me esté violando con la mirada —Bromeó él.

—Muy gracioso —Dijo ella, golpeándolo en el hombro y luego dándole un pequeño beso en el mismo lugar.

Luego de una hora que pareció toda una eternidad estando parados esperando hablar con el encargado de la recepción, pudieron intercambiar las maletas e irse a su habitación.

—Pero esta vez vamos por las escaleras —Dijeron ambos.

Sobreviviendo a la primera nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora