Capítulo 1
Comienza la Guerra
Hosgmeade era un pueblo fantástico, con multitud de casitas coloniales idénticas: los mismos metros cuadrados, pareja arquitectura, igual número de escalones desde el porche hasta la entrada... Todo en el pueblo donde nací resultaba perfecto: los vecinos se conocían unos a otros, los pequeños locales comerciales permanecían inalterables, todos nos ayudábamos, sonreíamos... Mi vida era maravillosa cuando tan sólo tenía ocho años.
Yo era la intachable niña que iba siempre impecable, que contestaba invariablemente con amabilidad a los mayores y que nunca daba una voz más alta que otra. Mis hermanos decían que era un muermo; mi madre, que era simplemente perfecta.
Quizá fue porque todo el mundo me señalaba siempre lo única y estupenda que era por lo que decidí confeccionar mi lista. En ella indicaba cómo debía ser el hombre ideal porque, dadas todas mis virtudes, yo no merecía algo menor que la perfección.
La comencé el primer día de las vacaciones de verano. Mi madre se sentó en la mecedora del porche con su delicado vestido de diario mientras bebía una limonada y observaba cómo los salvajes de mis hermanos jugaban a los superhéroes.
Yo salí con mi primoroso y nuevo vestido blanco, regalo de mi queridísima abuela, y llevé conmigo mi inseparable libreta de dibujo. Pero esta vez, en lugar de dibujar, me decidí a escribir mi lista.
Después de mucho pensar la titulé «Mi perfecto príncipe azul», un encabezamiento adecuado para mis fines, pero, claro, ¿qué narices podía saber una niña de ocho años acerca de cómo debía ser el hombre ideal? Así que con paso decidido me acerqué a mi madre, que en esos momentos empezaba a gritar a pleno pulmón a mis hermanos, y esperé el instante adecuado para pedir su inestimable ayuda.
—Mamá —dije dulcemente a la vez que tiraba de su vestido para llamar su atención.
—¡Justin, como no bajes del árbol te juro que mañana mismo lo talo! ¡Neville, deja ahora mismo de perseguir al gato de la señora Potter! —gritó mi madre sulfurada al mismo tiempo que se levantaba amenazadoramente de su mecedora.
Finalmente mis hermanos se dieron cuenta de la furiosa mirada de mamá y dejaron de hacer estupideces. Fue entonces cuando ella volvió a sentarse y me prestó todo su interés.
—¿Qué quieres, mi vida? —inquirió suavemente.
—Mamá, ¿cómo debe ser el hombre perfecto? —pregunté mostrándole mi lista vacía.
—Cielo, aún eres muy pequeña para pensar en chicos.
—Lo sé, mamá, pero la lista no es para ahora, sino para cuando sea mayor.
—Menos mal —suspiró ella aliviada—. Entonces deberías crearla cuando fueras mayor, ¿no te parece?
—Pero mamá —insistí—, tengo que hacerla ahora porque cuando crezca estaré muy atareada con mis estudios y mi futuro y no tendré tiempo para chicos.
—Eso te lo ha insinuado tu padre, ¿verdad?
—Sí, papá dice que lo primero son los estudios, luego el trabajo y, por último, los chicos. Me ha indicado que no debo salir con niños hasta que cumpla los treinta.
—Tu padre está loco y no debes hacerle ningún caso en lo que respecta a salir con chicos; si por él fuera, te encerraría en tu habitación hasta que fueras vieja.
—¿Por qué? ¿Es que papá no me quiere? —pregunté preocupada.
—No, mi cielo —replicó mi madre mientras me subía a su regazo—. Verás, papá te quiere demasiado, por lo que, en su opinión, ningún hombre será suficientemente bueno para ti.
—¡Ah, entonces tengo que confeccionar la lista para que papá vea que sé escoger al mejor de todos! —exclamé contenta a la vez que cogía mi libreta y mi lápiz y me sentaba a los pies de mamá dispuesta a tomar notas.
Mi madre me miró sin saber qué hacer y después de un tiempo suspiró resignada.
—Hay un hombre perfecto para cada mujer y ella es la que debe decidir las cualidades que quiere que destaquen en su futura pareja —afirmó.
—Entonces, ¿cómo es mi hombre perfecto?
—Eso lo tienes que decidir tú.
—Pero yo no sé, soy muy pequeña.
—Pues no la hagas ahora. Tan sólo comiénzala y, cuando a lo largo de los años se te ocurran cualidades que debería tener tu príncipe azul, anótalas.
—Sí, ¡pero así será interminable! —protesté.
—Veamos —dijo mi madre tomándose unos momentos para reflexionar—. Pondremos sólo diez atributos y no podrás añadir ni quitar ninguno, así que debes pensar muy bien lo que vas a escribir.
Yo asentí con la cabeza y decidí estrenar la lista: «1. Tiene que ser el más guapo.»
Sin duda querría casarme con un hombre tan guapo como papá. Incluso más, ya que, como yo era la niña bonita de Hosgmeade, no podía tener por marido a un hombre que fuera menos que yo, así que debía ser el hombre más atractivo del pueblo.
Me pasé la tarde pensando en más cosas que poner en mi lista, pero, como mamá me había recomendado que me lo tomara con calma, decidí sentarme a leer junto a ella mientras mis hermanos hacían de las suyas.
Por la tarde mis hermanos habían cambiado sus trajes de superhéroes por los de indios y vaqueros. Yo volví a mi lista.
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El Salvaje y Ricitos
Fanfiction-«Mi perfecto príncipe azul. 1. Tiene que ser el más guapo.» ¿Eso es todo? -preguntó bruscamente para molestarla. -No, tengo que ir añadiendo las demás cualidades a lo largo de los próximos años hasta que sea mayor. -Pues yo soy guapo, ¿soy yo tu pr...