capitulo 18: ¿Te casarás?

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  Capítulo 18

Faltaba un solo día para que Hermione Granger se convirtiera en Hermione Malfoy, y la novia estaba que echaba humo porque el estúpido de su vecino todavía no le había devuelto su preciado anillo de compromiso.
¡Cómo se suponía que iba a subir el altar sin el anillo de Draco! ¡Qué le iba a decir en el momento en que le preguntara por él! Hasta ahora había conseguido evitar comentarle el extravío de la alianza sugiriéndole que era tan caro que le daba miedo que se lo robaran, por lo que lo tenía guardado en la caja fuerte. A saber dónde narices guardaba realmente Harry Potter su anillo, seguro que lo tenía por algún lugar tirado despreocupadamente.
Hermione había esperado hasta el último momento para darle la oportunidad a Harryde ser una buena persona y devolver el objeto robado, pero estaba visto y comprobado que el Salvaje nunca había sido una buena persona.
¡Decidido! Ésa era la noche en la que recuperaría su anillo, no podía esperar ni un segundo más a que ese majadero hiciera lo correcto, pero ni loca iría sola: esperaría a que él no estuviera en casa y cometería un allanamiento de morada con la inestimable ayuda de sus hermanos. Seguro que ellos no le negarían nada de lo que les pidiera, después de todo era su encantadora hermana pequeña y ellos la adoraban.

—¿Estás loca? ¡Ni por todo el oro del mundo te voy a ayudar a robar en casa de nuestro amigo Harry! —exclamó Justin tras escuchar la proposición de Hermione.
Ella miró suplicante a Nev a la espera de su respuesta.
—Hermione, tú sabes lo alocado que soy, pero, en serio, ¿allanamiento de morada? ¿No te parece algo demasiado drástico? ¿Por qué no le pides el objeto que te ha quitado y ya está?
—¿Es que acaso no creen que lo he intentado, que no le he suplicado y llorado que me lo devuelva?
—Hermione, tú no sabes suplicar, seguro que más bien se lo has ordenado —sentenció Justin.
—¡Son mis hermanos, se supone que tienen que apoyarme en todo!
—Sí, Hermione, pero no en un robo. Además, ¿qué es eso tan importante que te ha quitado, a ver? —quiso saber Justin, interesado.
—Mi anillo de pedida —murmuró después de unos momentos de indecisión en los que no supo si contárselo a sus hermanos o no—. ¡Vale, me robó descaradamente mi alianza de pedida y se niega a devolvérmela! ¿Cómo me presento mañana ante el altar sin ella?
—¿Se puede saber cómo te robó Harry tu anillo de pedida sin que te dieras cuenta? —indagó Nev asombrado.
—¡Eso no es su incumbencia! —contestó Hermione sonrojada al recordar el momento exacto de la pérdida del anillo.
—¿Has intentado emplear la amabilidad y el encanto, para variar, a la hora de pedirle que te lo devuelva? —curioseó Justin.
—¿Crees que eso me va a funcionar con Harry Potter, el hombre que me lleva torturando desde pequeña?
—Hermione, se torturan mutuamente, por eso nos negamos a meternos en medio de sus peleas —señaló Justin.
—Bien, si no me ayudan me veré obligada a decirle a Draco que iran a su despedida de soltero. Sé que estan deseosos de asistir —chantajeó Hermione admirando la cara de espanto de sus hermanos—. Ah, y no tendré más remedio que sentarlos junto a mi cuñada y a mi suegra, ya que creo que no hay otro sitio libre para ustedes.
La cara de sus hermanos pasó del espanto al horror en pocos segundos. Esperó a que asimilaran la terrible situación antes de añadir:
—Claro que, si me ayudan, siempre puedo excusarlos con Draco o buscarles otros asientos más adecuados, quizá junto a las damas de honor.
—¡Joder, Hermione! Si nos lo pides así... —comentó Nev.
—... no podemos negarnos —finalizó Justin.

Harry estaba sorprendido ante la inusual petición de Draco Lucius Malfoy Black de que acudiera a su hogar para tomar medidas para unos nuevos muebles que pretendía encargar. Sobre todo porque ése era el día previo a su boda y también el día previsto para su despedida de soltero.
En el momento en el que tocó el timbre, el mismísimo dueño de la casa en persona abrió y lo invitó a entrar, lo condujo a su despacho y le sirvió una copa mientras lo invitaba a sentarse.
Por su parte Harry prefirió permanecer de pie, al mismo nivel que su odiado competidor, y esperar a ver qué tenía que decirle, porque sin duda ese día no había sido llamado para hacer ningún trabajo, sino para ser intimidado por el dinero y el poder de Don Perfecto. Aunque había un problema con eso: él nunca se dejaba intimidar por nadie.
—Bien, ¿para qué me has llamado? —preguntó Harry impaciente ante la pasividad de Draco.
—Creo que ya lo sabes; no obstante, te lo recordaré: mañana es el día de mi boda y quiero que dejes en paz a mi mujer —ordenó mirándolo fríamente.
—Todavía no te has casado —repuso Harry—, aún tengo la esperanza de que Hermione recapacite y te deje plantado en el altar.
—¿Crees de verdad que Hermione haría algo así? Ella es educada y culta, una perfecta señorita; si tuviera dudas, ya la hubiera dejado.
—Tú conoces a Doña Perfecta, pero yo conozco a Hermione Granger, y créeme cuando te digo que ella es capaz de eso y de mucho más.
—¿No te has preguntado nunca por qué sólo tú conoces la parte más desagradable de ella? ¿No será porque no le gustas?
—Oh, sí que le gusto —contestó Harry sonriendo ladinamente.
—Entiendo —comentó Draco flemáticamente, sin mostrar furia alguna—. Que hace años se hayan acostado no te da derecho alguno sobre ella.
—Hermione es mía y, aunque decida casarse contigo, siempre será mía —indicó Harry con decisión.
—Y dime, entonces, ¿por qué no se casa contigo mañana en vez de conmigo? —preguntó maliciosamente Draco.
—Porque, según ella, tú eres su hombre ideal —refunfuñó, molesto, Harry.
—Ah, entonces ella te ha dicho que no... ¿cuántas veces? ¿Y cuántas más te tendrá que rechazar para que desistas? —insistió Draco metiendo el dedo en la llaga.
—Eso es entre ella y yo.
—Sí, pero desde mañana pasará a ser problema mío. Cuéntame cómo podrás seguir aquí viéndola vivir su vida a mi lado, tener mis hijos...
—Yo...
—Y si has pensado en convertirme en un cornudo, te diré que no me agrada en absoluto; además, ¿has meditado sobre cómo podrá vivir ella consigo misma si me es infiel?
—Ella no se casará contigo —insistió firmemente Harry.
—Pero, si decide hacerlo, te diré que no me convence para nada la idea del divorcio, así que, aunque se dé cuenta después de la boda de que ha cometido un error, según tú, yo ya no la dejaré escapar.
Tras una breve pausa, Draco continuó:
—Dime cómo solucionamos este asunto: ¿la metemos a ella en nuestra lucha diaria y la hacemos tremendamente infeliz o uno de los dos se marcha mañana del pueblo y no vuelve a aparecer nunca más en la vida de Hermione? ¿No te gusta tanto hacer apuestas? ¡Pues apostemos! Si ella se casa conmigo mañana, tú te vas para siempre. Si por el contrario me abandona en el altar, soy yo el que se larga de aquí sin mirar atrás —propuso Draco Lucius Malfoy Black.
Harry miró la mano extendida de su enemigo a la espera de que aceptara el acuerdo. Tras pensar en lo que sería su vida diaria observando desde lejos a Hermione con otro, estrechó su mano cerrando el trato.
—Espero que a pesar de tu apodo seas todo un caballero y cumplas con tu parte del trato —sugirió Draco.
—No te preocupes, Don Perfecto, yo cumplo siempre mi palabra. Espero que tú también, porque, si tengo que sacarte del pueblo, yo no actuaré como un caballero.
—¡Yo siempre mantengo mi palabra! —replicó Draco indignado.
—Bien, mejor para ti. Y ahora te dejo, tú tienes mucho que hacer en tu despedida de soltero y yo tengo que impedir una boda: la tuya.
—Espero que no hagas nada demasiado drástico para intentar impedirla.
—No te preocupes, ¿qué tendrías que temer de un hombre al que todos apodan el Salvaje? —concluyó alegremente mientras se terminaba la copa de un trago y se marchaba decidido hacia su hogar a esperar la visita de Hermione, porque estaba totalmente seguro de que esa noche sería visitado por la novia en su búsqueda desesperada del anillo.
Harry sonrió mientras palpaba en su bolsillo, donde se hallaba oculto el ostentoso diamante de Draco. «¡Pobrecito! —pensó Harry mirando a Don Perfecto—, aún no sabe que juego sucio.»

El Salvaje y RicitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora