- Vamos princesa, sólo imagínate… “Ileana Winslow y Paul Reeve” ¿No se escucha genial?- preguntó Paul mirando el techo y con voz soñadora. Ileana rodó los ojos detrás de la puerta de su casillero.
- No, en realidad no.- contestó cerrando su casillero de golpe y lo miró. – Es la tercera vez en el día que te digo que no. Ya supéralo Paul. Algún día encontraras a una chica que sea igual de frustrante que tú y tendrás que olvidarme.-
El chico se quedó sorprendido, él sabía que molestaba a Ileana, pero nunca le había dicho nada como eso, siempre eran sus mismas respuestas: Si Paul, como digas Paul, tienes razón Paul. Y de cierta manera le gustaban esas contestaciones porque eso es tener una conversación fácil con una mujer y más para hombres egocéntricos y presumidos como Paul Reeve. A él le gusta Ileana no sólo por lo bella, inteligente y popular que es, sino también porque siempre le sigue la corriente y a pesar de que siempre lo ha rechazado… nunca de esa manera.
- Pero… ¿es que como puedes decirme que no? Somos perfectos juntos. Soy el mejor en baloncesto, ¿Cómo diablos puedes decirme que no?-
Se sentía indignado. Todas las chicas querían una oportunidad con él -chicas huecas y sin cerebro- ¿Quién no querría ser novia del chico más guapo y fuerte del colegio?... la única chica en la que él está interesado.
- ¿Sabes qué? Búscate una vida y deja la mía.- espetó por ultimo antes de caminar y dejar a un boquiabierto Paul a mitad de pasillo.
Ella no sólo estaba enojada porque Paul se la pasaba molestándola y hostigándola todo el santo día, todos los días; además de eso, encontró otro estúpido pedazo de papel con el mensaje: “te veías increíble ayer”. Más que molesta, estaba preocupada, no le habría hecho caso a ese mensaje sino fuera por lo que les dijo Rocco el día anterior; simplemente no puede darse el lujo de que alguien sepa quién es. Pero no le cabía en la cabeza quién podría ser la persona de los mensajes, no vio a nadie de la escuela en la fiesta de Derek, y no es que conozca a cada alumno de su colegio pero no le pareció ver a nadie de su edad… sólo Harry pero no, eso es imposible, es sólo que la espantosa migraña que tiene no la deja pensar bien. Harry no puede saber quién es. Y para agregarle a sus males, hoy tenía que ir a la bodega “abandonada” a la que supuestamente van a encontrar al primo del Escorpión. Dam iría por ella más tarde.
- ¿Distraída?- dijo alguien a sus espaldas.
Ileana no pudo hacer otra cosa más que dar un brinco y soltar sus libros que cayeron al suelo, causando que se salieran las hojas sueltas que había en estos.
- Mierda.- dijo demasiado bajo para que sólo ella pudiera escucharse.
Se agachó rápidamente para recoger sus cosas, al mismo tiempo que miraba a la persona que le ayudaba a levantar sus libros y que le había causado un susto de muerte. Harry.
- Sí, definitivamente estabas distraída. ¿En qué pensabas?- preguntó mientras juntaba todas las hojas sueltas.
- En… en nada, deberes que tengo que hacer al llegar a mi casa.-
- Deben de ser unos deberes muy difíciles… ¿No?-
Su tono de voz no le estaba gustando a Ileana, es como si la estuviera interrogando. Es como la voz que ella utiliza cuando interroga a alguien…
- En realidad no, llevar los trajes de mi papá a la tintorería, darle de comer al perro… nada del otro mundo.-
En ese mismo momento Ileana se estaba preguntando… ¿Cuántas putas hojas cargaba a diario? Más de las que debería una delincuente como ella.
- No sabía que tenías perro.-
- Es muy chiquito, nadie se da cuenta. Un día casi lo mato… lo pisé.-
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Te conozco.
FanfictionPerfecta, pura e inocente. Mala, desalmada y oscura. Dos personalidades completamente diferentes para una sola persona.