O1 | F a m i l l i e.

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Adrien.

—¡Papi!  ¡Emma!  ¡Leche!

Las pequeñas manos de Hugo se aferraron a mi hombro a la vez que me sacudía frenéticamente. Yo intenté abrir los ojos pero al sentir como Marinette me rodeaba con sus brazos  mientras se acurrucaba contra mi cuerpo, me fue prácticamente imposible, al menos hasta que sentí como mi pequeño hijo tiraba con fuerza, ahora de mi cabello.

—¡Papi!

—Auch... ¿Que pasa gatito?  ¿Porqué tanta insistencia?

Hugo soltó una risita al ver que su táctica había funcionado. Me incorporé hasta sentarme sobre el colchón y cargar así a mi pequeño el cual senté sobre una de mis piernas, ahora tenía 3 años, a un mes de los 4 y era tan enérgico e inquieto para su edad que muchas veces me hacía preguntarme a quien de la familia de mi esposa le habría heredado lo travieso. 

—¿Que sucede Hugo?

—Papi, Emma se acabó su leche.

—¿Se acabó o te la acabaste?

El pequeño sonrió mientras mostraba sus pequeños dientes de leche, no era una novedad para su madre ni para mi el que trepara a la cuna de su hermanita  solo para tomarse la leche del biberón de nuestra princesa de apenas 3 meses de nacida.

Suspiré y me puse de pie cargando a mi hijo con un brazo,  antes de salir de la habitación me asomé a la cuna en la cual mi pequeña bebita yacía profundamente dormida, era increíble como ni las travesuras de su hermano mayor interrumpían su sueño.

—Plagg quiele queso. 

Sonreí al escuchar hablar a mi pequeño, le costaba trabajo pronunciar la "R" pero para tener casi 4 años era más inteligente de lo que los niños de su edad solían ser. Se sabía el abecedario,  los colores, éstos incluso en inglés, sabía contar, atarse las agujetas y tenía una gran afición a todo lo relacionado con el espacio exterior, además de que le encantaban los animales, cosa por la cual había creado un fuerte vínculo y afecto con Félix, Tikki pero sobre todo, con Plagg.

—Bien, vamos a la cocina para que desayunes algo y le daremos a ese glotón su camembert ¿De acuerdo?

Hugo asintió, besé su frente y en cuanto llegamos a la cocina lo senté sobre la isleta mientras sacaba un poco de cereal de chocolate para él y unos Crossaints rellenos para mí.

—Yo quielo cossain —Dijo en cuanto me vió darle un gran mordizco al mío, sonreí y lo acerqué a su boca para de esta forma compartirlo.

Dentro de un mes sería su cumpleaños número 4, eso significaba  tambien que pronto ingresaría al jardín de infantes, hecho que me hacía sentir nostálgico aunque orgulloso a la vez, aún me costaba creer que yo había hecho hasta entonces un buen trabajo como padre.

—¡Hugo! —Gritó Plagg desde la sala — ¿Conseguiste mi que...? Oh, buenos días Adrien.

Saludó con fingida inocencia, yo rodé los ojos, me puse de pie y caminé hacia la nevera para sacar de éste su apestoso almuerzo.

—Deja de usar a mi hijo como traficante de camembert ¿Quieres?  —Lancé el queso hacia la mesa, el pequeño glotón se abalanzo sobre él.

—¡Él perdió una apuesta! —Protestó Plagg, yo dirigí la mirada a Hugo quien asintió mientras empujaba un gran trozo de crossaint dentro de  su boca.

—¿Apuesta?

—Fi pajid esj pag..

—No se habla con la boca llena.  — Sentencié. Hugo asintió y continuó masticando.

LA VIE EN ROSE | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora