Capítulo 7

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DALIF

 -¡¿Qué hiciste un trío?! –No llegaba a entender con claridad la expresión que se ejecutaba en el rostro de Dante, parecía estupefacto, alucinado y a la vez sorprendido, como si no se lo creyera del todo.

  -Sí, ¿Qué demonios te sorprende tanto? –Dije algo molesto.

  -Joder, tú con otro hombre disfrutando de la misma mujer. Tú. Dalif, el romántico de la familia haciendo un trío.

  -A mí también me sorprende, pero cuando estoy con ella, soy otro, solo pienso en atarla, amordazarla, en ser salvaje, un maldito controlador… Mierda, pero si me parezco a ti.

    Mi hermano frunció el ceño y se pasó las manos por el pelo alborotándoselo, después me dirigió una mirada desinteresada.

  -Está bien, voy hacer oídos sordos a lo que acabas de decir y a preguntarte lo más importante. ¿Por qué necesitas mi ayuda?

    Esa era la palabras que había pronunciado nada más Dante me había abierto la puerta de su casa, y de nuevo, las había repetido cuando me señaló con un gesto duro que no gritara (porque la pequeña de la casa dormía), y por última vez, cuando me invitó a sentarme en el sofá.

  -Porque no he podido quitármela de la cabeza. –Contesté.

  -Bueno, es difícil quitarse eso de la cabeza, y más cuando lo acabas de probar…

  -No me refiero a eso, me refiero a ella.

  -Vale… Espera un momento. –Dante sacudió la cabeza y luego sonrió de oreja a oreja como si hubiese solucionado una sopa de letras de cien palabras. -¿Intentas decirme que te has colado por ella?

  -Creo que… sí.

  -Bien, ¿Y cuál es el problema? –Preguntó acomodándose mejor en el sillón con una pierna encima de su muslo.

  -Qué tiene novio y el novio es amigo mío.

    Mil vueltas le habían dado ya a ese tema, sacando pros y con tras, y no había llegado a nada. Una parte de mí me decía que me lanzara a la piscina ya que, después de saber el pequeño detalle del pasado y que dio paso al comienzo de su relación, cosa que me sorprendió y me cabreó… Joder, yo los había empujado, yo estaba ahí mismo, yo había parado el coche en ese parque, yo en un principio iba a ir para ver lo que le sucedía, sin embargo, su amigo lo había detenido y él mismo había ido.

    Si esa misma noche, Ilay no la hubiese reconocido, tal vez, yo estaría con ella.

    O no, si ese no era tu destino, como ahora, tal vez ella no es tu destino.

     Sacudí la cabeza y miré a mi hermano. Solo esperaba que Dante, sacara alguna conclusión que me interesara.

  -En primer lugar, si la compartió contigo no creo que la quiera tanto. –Dedujo solo y a continuación al ver que no contestaba, volvió a apoyar el pie en el suelo y lo cambió por los codos. –Mira Dalif, te voy a poner mi ejemplo. Yo no es que sea un especialista en ménages, pero he vivido esa experiencia muchas veces para saber que el placer de los cuerpos es lo único que cuenta en ese acto…

  -El nuestro fue algo diferente. Más bien, fue algo extraño, como si los tres nos conociéramos, como si los tres fuéramos uno, como si los tres nos deseáramos con gran intensidad.

    Por un breve segundo me dejé transportar a esa noche, y lo recordé todo nítidamente como si estuviese pasando delante de mis morros y yo, fuera un espectador más en esa terraza añorando participar. Y como lo recordaba, esa noche surgió algo, fue sencillamente maravillosa, como si una aurora boreal planeara en un cielo negro, o como si un agujero de gusano se hubiese abierto en ese mismo instante. No obstante, tenía que reconocer, penosamente, que también sentí, en más de una ocasión, al ver como Ilay tocada a Dorothy, que se me revolvían las tripas, y las manos me dolieron por arráncalo de ella, de su cuerpo, hasta de su cercanía, rompiéndole los huesos para que ya no pudiera tocarla. Tuve que recordarme que yo era el otro y él era el novio.

Sabor A Piruleta (Colección Encadenados 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora