Capítulo 2

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    La clase de local que a primera vista solo parecía que se caería a trozos, que se derrumbaría seguro encima de ti cuando me decidiera a pasar por debajo de la segunda arcada, y con ello, el resultado de, ya no tener escapatoria alguna más que continuar entrando a esa boca oscura ya que, la salida se ha convertido en una muralla de piedra rota, una encima de la otra sin darte la posibilidad de poder salir de ese lugar.

    La hostia... pero... ¿Dónde me estaba metiendo?

    Sinceramente y muy a mi pesar, después de pasar una vida metida en una burbuja había conseguido salir con la cabeza alta, y sentirme ahora mismo asustada, me cabreaba, pero es que el lugar no dejaba dudas algunas de parecer el nido de la tumba de un vampiro.

    Después de pasar tres arcadas más de ese siniestro laberinto, por fin salimos al exterior, recibiendo de nuevo el sol del atardecer, y solo, para vernos de nuevo ante otra preciosidad más de terrorífica edificación. Una nave industrial.

  -¿Qué es esto? –Pregunté mirando el gran monumento rectangular negro que se centraba en medio de todo.

  -Una pasada, ya lo verás.

    Rony me cogió del brazo y arrastró a mi cuerpo, poco convencido en entrar ahí dentro. Pasamos de largo la larga cola que esperaba con cierta alegría el poder entrar y, le dimos la vuelta al lugar, para terminar delante de una puerta trasera roja iluminada con una bombilla blanca que parecía latir como mi corazón.

  -¿Cuál era la contraseña? –La pregunta fue formulada por la emocionada Rony, quien parecía una niña que salía de fiesta por primera vez.

  -Sube y baja. –Respondió mi hermana dando dos golpes con los nudillos, a la puerta.

  -¿Sube y baja? ¿En serio? –Pregunté con sarcasmo por lo poco original del nombre de entrada. Amber me sonrió, después colocó un brazo alrededor de mi cintura y me empujó para que me colocara la primera. –Ya nadie rebusca mucho una palabra que se salga un poco de lo normal. –Continué negando con la cabeza.

  -Pues a mí me parece muy erótica... mmm, sube y baja... y no pares. –Ronroneó Amber con un sonido pasmoso contra mi oreja.

  -Estas enferma, Amber. –Bromeé dándole un empujón para retirarla de mí.

  -Sí, la verdad es que necesito echar un buen polvo esta noche. ¿Te ofreces voluntaria?

    Me giré para contestarle, pero el sonido corredizo de un metal contra la madera, me devolvió la vista y toda mi atención hacia delante. Por un pequeño hueco rectangular que había en mitad de esa puerta se asomaron unos ojos rosas, supuse que serían lentillas. Me miró primero a mí y después a las mujeres que había en mi espalda. Una vez estuvieron todas supervisadas, retorno esos ojos color chicle a los míos.

  -¿Qué? –Preguntó,  con muy mala educación el puerco tras las tablas.

    Bueno, ahí va.

  -Sube y baja. –Dije.

    La pequeña brecha se cerró con violencia y el sonido de varios pestillos reverberó por la silenciosa caída del día.

    Y la puerta se abrió.

  -¡Adelante! –Gritó Amber detrás de mí.

    Todas comenzaron a pasar y por un segundo, solo un segundo, me quedé parada, delante de la puerta. Rony me cogió de la mano y riendo una gracia que mi hermana había gritado tiró de mí. Solté el aire y di mi primer paso hacia delante hasta que unas voces masculinas me incitaron a mirar mi espalda.

Sabor A Piruleta (Colección Encadenados 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora