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Faltaban quince minutos para las nueve de la noche de uno de los primeros días de diciembre cuando escuchamos el timbre de la puerta y dejamos la revisión de los papeles hasta ahí. Fuimos hasta la sala y recibimos a los padres de Andrew. Ambos venían vestidos elegantemente y traían una gran sonrisa. En todo el tiempo que llevábamos de conocerlos nunca había hablado con ellos, nunca les había dedicado una palabra y ellos tampoco a mí. Sabía que yo para ellos, era solo un acceso a la fortuna Schneider y Aston juntas. Solo veía avaricia en sus miradas. Cuando no vieron a Andrew en la sala preguntaron por él de inmediato, a lo que respondí que se encontraba en mi habitación con uno de mis amigos mirando una película. La mujer, sin pedir el permiso de nadie subió al segundo piso. Fui tras ella solo por molestia al ver su reacción y por alguna razón se dirigió directo a la puerta de mi habitación. No sabía cómo, aquella mujer nunca había estado en mi habitación. Abrió la puerta empujándola de par en par y luego solo escuché un grito acompañado de una expresión de completo horror mientras miraba al interior de mi habitación. Su grito me había congelado en mi lugar a medio pasillo. Escuché los pasos de más personas venir escaleras arriba corriendo. Mi padre y el padre de Andrew pasaron por mi lado y ambos pusieron la misma cara que la mujer. Hasta ese punto, estaba aterrada. No me podía imaginar que podría estar pasando en aquella habitación, hasta me imaginé lo peor. Que alguien pudo haber entrado y los hubiera lastimado. Reuní todo el valor que pude y moví mis piernas pesadamente hasta la entrada. Cuando llegué lo que vi me sorprendió también. No me horrorizó como a los adultos, pero si me había tomado por sorpresa. Ahí, dentro de la habitación, estaban ambos bajo las sabanas de mi cama. Desnudos. Solo entonces pensé en lo que me había dicho Andrew, de la idea que no me había querido contar. Simplemente mataría a ese idiota por hacerlo de la manera más difícil y estúpida. Jeremy miró a los adultos con determinación, su mano sujetaba la de Andrew mientras el albino se quedó mudo al ver a sus padres en Shock. Yo estaba parada detrás de todos los adultos. Solo vi una mirada de Jeremy y con esa mirada me dio una pista. Asentí y sujeté las llaves de uno de los autos de mi abuelo que estaba en el patio para que Jeremy las viera. Él me miró nuevamente y supe que había entendido. La mujer miraba todo aquello como si fueran una abominación, pude ver como sus manos comenzaban a temblar.

–Andrew, cariño, es esto... ¿Es esto cierto? Esto... esto es un castigo de dios.

Aquella mujer parecía como si tuviera el corazón a punto de ser destrozado, y al parecer, se rompió en mil pedazos al ver a su único hijo asentir. El padre de Andrew le dio un golpe a la puerta. Lo suficientemente fuerte como para herir sus nudillos. Estaba asustada, quería salir corriendo de ese lugar, pero debía ayudarlos.

–¡Estás enfermo Andrew! Esto no... ¡No puedo creer esto!

Aquel hombre había gritado. Entró a mi habitación empujando a mi padre hacia un lado y le dio una cachetada a su hijo. La mejilla de Andrew se puso roja de inmediato y él levantó la mirada desafiando a su padre.

–¡Me niego a creer esto! ¡Rechazo la idea de tener un hijo homosexual!

No sé qué esperas golpeándome de esa manera. Eso no me volverá heterosexual ni cambiará nada. Lo único que puede hacer es matarme a golpes y si mal no recuerdo hace no mucho lloraba para que eso no ocurra cuando me secuestraron y decidió deshacerse de todo su capital con tal de traerme de vuelta. ¿No le ha dicho al padre de Mey que estamos en banca rota? Yo jamás les dije que era gay por miedo a que esto ocurriera. Pero ahora que lo hice no me arrepiento, porque me di cuenta de quienes son verdaderamente. Al parecer nunca fueron mi familia, eso duele. Tuve que buscar a alguien que llenara ese lugar y agradezco a dios porque me lo envió. Me dio a un chico que amo y a unos amigos que me quieren y me aceptan tal y como soy. Quizás no nos unan lasos sanguíneos, pero el amor que nos tenemos nos une. Espero que algún día entiendan, no les pido que me acepten. Solo que piensen en lo que acaban de hacer, me perdieron como hijo y como alguien que forma parte de su familia... y mamá, sé que te decepcioné, pero tu igual a mí. Me esperaba el rechazo de cualquiera menos de ti y lamento ser un castigo de dios para ti. Adiós y hasta nunca, finjan que hoy, su único hijo acaba de morir.

Profundos y Bellos ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora