# 1 (resubido)

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—.¿Alexander?.—

Un fuerte agarre en su brazo izquierdo la hizo retroceder bruscamente en un intento de liberar su extremidad.

Su respiración pesada y la forma rápida de su corazón al palpitar, daban una idea de la forma en la que se sentía en ese momento. A pesar de eso, no pudo desviar la mirada de su contrario que ahora la veía de una forma decaída y cansada.

. Lo siento.—

Tras esto, Eliza se propuso a volver a acercarse, esta vez con más cuidado para no hacer sentir amenazado al recién llegado.

—. Mi nombre es Elizabeth Schuyler. Estoy aquí para ayudarle en todo lo que pueda. ¿Puedo llamarle Alexander?.— El nombrado solo asintió un poco quitando el contacto visual.

La pelinegra se levantó y le extendió la mano esbozando una sonrisa que intentaba dar confianza.

Alexander dudó seriamente en lo que iba a hacer, pero al final terminó aceptando la ayuda y Eliza lo llevó hasta la salida de aquella habitación.

Ella lo condujo por los pasillos hasta la salida y acto seguido entraron a otro edificio vecino. Alexander no pudo resistir pensar que el lugar era enorme. Según él, era el lugar más grande que haya visto. De un momento a otro, la voz de Eliza lo arrebato de sus pensamientos.

—. Como puede ver, mis hermana y yo intentamos que este lugar sea cómodo y acogedor para todos los que llegan. En una de mis prácticas en la universidad nos llevaron a un hospital psiquiátrico y realmente, odié lo que ví...—. Al ver que su acompañante no tenía intención de decir algo, prosiguió.

—. En ese lugar, todo era deprimente. El lugar estaba totalmente cerrado y era prohibido salir. A los que tenían internados los trataban como fenómenos; No tenían libertad o derecho alguno. El día que pudimos comprar estos edificios y arreglarlos, fuimos a sacar a tres de muchos que estaban ahí. Realmente quisiera ayudarlos a tener una vida propia. A qué disfruten vivirla. Yo-...—

—. Hay más.–

—. ¿Eh?.—

—. Hay más gente aquí.—

Eliza no entendía el por qué de esas palabras hasta que se percató de su hermana menor junto con un grupo de tres personas más a pocos metros de ellos.

—. Ya veo... Ella es mi hermana, Margarita Schuyler. Los tres chicos que ves ahí con ella son Lafayette, James Madison y George Frederick.
George fue uno de los que rescatamos de ese lugar. Es muy probable que te encuentres con ellos y con los demás en diferentes tiempos.—

—.  No me gusta... Siento que... Ellos están hablando sobre mi.. ¡E-ellos están intentado hacerme daño! N-no quiero. yo...— Eliza rápidamente se posicionó delante de él y puso sus manos en sus hombros. —. Alex, descuida... Nadie te va a hacer daño. Nosotras estamos aquí para asegurarnos de que sea así.— Le dió una sonrisa tratando de calmarlo.

El rostro de Alexander le dió a entender que no tenía suficiente con esas palabras. Ella no tuvo otra opción que buscar una solución rápida.

—. Mira, lo único que no quiero es que te sientas en peligro e incómodo. Normalmente damos habitaciones compartidas para que nadie quede solo. Pero podemos hacer esto: ¿Qué te parece un cuarto solo? Por la noche puedes estar ahí ya que nosotras no estamos a esas horas. Ya en la mañana que estemos, puedes salir para que tampoco estes encerrado siempre.–

Hamilton asintió dudoso y dejó que Eliza se adelantara para preparar la habitación que próximamente sería solo de él.

Trataba de acomodar los pensamientos que ahora eran totalmente diferentes; algunos con sentido, otros no tanto.
Pero, lamentablemente como la mayoría de personas sabe, no es buena idea caminar hacia atrás cuando estás distraído.

Alexander lo comprobó..

—. Oye, ¿Acaso no estabas prestando atención?.— El choque que tuvo con aquella voz lo hizo retroceder y alzar la mirada para encontrarse con alguien, aparentemente de su edad y de una estatura un poco mayor a la suya. Llevaba un pin en el lado izquierdo de su chamarra y llevaba una máscara colocada de lado, dejando así, su rostro descubierto.

—. Lo siento mucho Sir... Realmente no estaba pendiente del camino. No volverá a pasar, lo prometo.—

El recién encontrado lo analizó de arriba a abajo y no pudo evitar mirarlo fijamente. —. Eres nuevo aquí ¿No es así?.—

—. Sí señor.— Hamilton le extendió la mano algo desconfiado pero intentaba no demostrarlo. —. Alexander Hamilton.—

El mayor esbozó una sonrisa y aceptó el apretón de manos, esta vez, relajando el rostro.

—. Aaron Burr.
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BUENO, YA RESOLVÍ EL PROBLEMA

lo siento-

SICK...? [Hamilton AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora