14.¿Estoy mal?

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Ayer, al regresar de penitencia, quise volver caminando a mi casa. Me coloqué los audífonos, con la mirada gacha. La música fluía, alejándome de la realidad. Era instrumental, por eso no me distraje al cruzar la vías. Pero yo quería distraerme.

En la mitad de la vías miré hacia los costados. No se veía al tren por ningún lado.

Ahora que ya pasó el trance, me di cuenta de que lo que hice fue demasiado arriesgado.

Me recosté entre medio de las vías, sin tocar los rieles, mirando el cielo. Los minutos pasaron, acompañados de un violín que aumentaba su ritmo. Las vibraciones me alertaron de la cercanía del tren, pero ya no temía. El dolor había superado el miedo a morir.

¿Sabías que hay un espacio entre el tren y las vías? Tranquilamente allí cabe una persona agachada. Y por eso sobreviví cuando el tren pasó sobre mí, mientras que el violín terminaba su concierto.

Luego me levanté como si nada, y retomé mi rumbo. Nadie más lo supo.

No me rendiréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora