EL BOSQUE DE ROCA

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Saltando, jugando y cantando se dirigían a la aldea Draco. El paisaje era algo extraño. No se percataron hasta que el cantar de un pájaro llamó su atención. Entonces, se dieron cuenta que había pocas plantas, la mayoría del paisaje era roca, las plantas eran amarillentas y las hojas de los árboles de color ocre. Lyla pensó que quizá se había equivocado de camino y volvían a la aldea Bulc. Desplegó el mapa y comprobó que era el camino correcto. De nuevo el cantar del pájaro les alertó. Los duendes sobresaltados subieron hasta los hombros de Lyla. Continuaron caminando pero pocos metros después de nuevo el pájaro cantó. Oki miró a una roca que había a la derecha. En ella estaba posado un búho. Cuando vio que lo miraban volvió a cantar. No hicieron caso del búho y continuaron el camino. Unos pasos más adelante se encontraron de nuevo con el búho. Con los ojos abiertos de par en par y moviendo el ala izquierda dijo:

– No podréis pasar.

Lyla y los duendes no dejaron de caminar. El búho alzó el vuelo y voló hasta la rama de un árbol. Cuando Lyla llegó a la altura del árbol el búho volvió a repetir que no podían pasar. Unos metros más adelante una gran pared de roca cortaba el paso. Los duendes saltaron al suelo y se fueron hacia la roca, luego se volvieron para mirar a Lyla. La roca parecía tener la forma de una puerta. Miraron el mapa. El camino correcto era por ahí pero no indicaba que hubiera una roca en medio del camino. Entonces, desde lo alto de la roca se oyó una voz.

– Ya os dije que no podríais pasar—dijo el búho posado en lo alto de la roca con una sonrisa en el pico—. Pero si queréis pasar, puedo ayudaros—siguió diciendo apartando la sonrisa de su pico. 

– Te estaría muy agradecida si no te importa —dijo Lyla con sutileza.

– Pues si me importa —espetó el búho malhumorado—. No habéis hecho caso de mi advertencia y ahora rogáis mi ayuda —giró la cabeza hacia un lado.

– Lo siento mucho de verdad —se disculpó Lyla—. No era mi intención ofenderte. ¡Por favor, necesito que me ayudes a cruzar el bosque!

– Está bien. Te ayudaré. El bosque es un laberinto lleno de trampas. Puedo ayudarte desde arriba indicándote el camino correcto —el búho extendió el ala derecha y señaló una roca de color rojizo que había al lado de la puerta—. Mueve esta roca hacia la derecha y la puerta del bosque aparecerá.

Lyla movió la roca como el búho le había indicado y una gran roca empezó a desplazarse hacia un lado dejando a la vista una gran abertura. Entró a través de la abertura hasta encontrarse con otra pared de piedra. El camino sólo seguía a la izquierda, más adelante a la derecha, luego otra vez a la izquierda, hasta que llegó a un cruce con tres posible caminos. Miró al cielo pero ni rastro del búho. Cuando fue a tomar el camino de la izquierda alguien desde el aire le indicó que ese no era el camino correcto. Alzó la vista y divisó al búho en lo alto de la pared. El búho le indicó que el correcto era el camino central. Estuvo andando un largo rato por el enredado paisaje de piedra hasta que al final encontró la salida por el otro extremo. Se despidió del búho agradeciéndole la ayuda y continuó el camino para llegar a la aldea Draco.

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