Tres años han pasado desde que la pelirroja había vuelto al mundo humano, dejando las hermosas tierras de Narnia y al hombre que amaba atrás, sin la oportunidad de verlo nunca más.
¿Pero si eso no era cierto?
Narnia vuelve a necesitar a su heredera...
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CAPÍTULO DOS:
Volví.
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Visia se sentía más cómoda y relajada que nunca. El sonido repetitivo y calmado de las olas hacían que su cuerpo se sintiera adormecido y relajado, sin ningún tipo de miedo o preocupación encima, como si el estrés nunca hubiera invadido su cuerpo. Hacía un temperatura perfecta, no hacía ni calor ni frío, era lo suficientemente cálido para sosegar a la chica, y lo suficientemente fresco para que no sudara. Era como estar en el paraíso.
Poco a poco comenzó a notar más cosas a su alrededor, como sus pies parecían estar desnudos y unidos bajo una arena cálida, también como un insistente sol acariciaba su cuerpo tendido, o como el cosquilleo de una melena pasa por su rostro. Visia abrió los ojos poco a poco, encontrándose con los conocidos ojos dorados que su padre portaba.
La pelirroja sonrió, pensando que era un sueño, el primer sueño bonito que tenía en años, y acarició con calma el pelaje marrón de su padre. El león se tumbó a su lado, mientras comenzaba a ronronear conforme con las caricias recibidas. Con el pasar del los minutos, Visia fue despertando, y comenzó a entender más la situación. El felino parado delante de ella no parecía producto de su imaginación, sino uno real.
─ ¿Papá? ─ Preguntó con la voz ronca la pelirroja, mientras parpadeaba incrédula.
─ Hola, mi pequeña heredera. ─ La voz cálida de Aslan hizo que todos sus sentidos se despertaran de golpe.
Visia sintió como las lágrimas comenzaban a caer por sus ojos, feliz de poder ver a su padre después de tres años. Se abalanzó sobre él, y lloró con fuerza mientras que su padre posaba una pata en su espalda, abrazándola de igual manera. Aslan no dijo nada, y dejó que su hija se desahogara, ya que lo merecía. Había pasado por tantas cosas, que posiblemente el tiempo ni siquiera fuera capaz de ayudarla a superarlo.
─ Estás vivo.
─ Lo estoy.
─ ¿Qué ha pasado?
─ He tenido que viajar por todas las dimensión en busca de una solución, una que no te pusiera en peligro, pero el destino de Narnia es caprichoso.─ Dijo el león separandose de su hija.
