Tratar de estar bien

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A Jazmín no le gustaba dormir completamente desnuda. Era algo extraño, porque hasta hacía menos de un mes, Flor no tenía ni idea de esto. Era la clase de cosas que uno aprendía cuando estaba con otra persona, cuando compartía momentos como los que compartían ellas. La cotidianidad le estaba enseñando muchísimas cosas más sobre Jazmín, y todo era para Flor como un tesoro que tenía que cuidar.

Finalmente, había convencido a Jazmín para que pase la noche con ella. Era tarde, y el episodio en la cocina, y en el ascensor, dios, el ascensor, habían servido para que Jazmín ceda. Le había dicho, eso era verdad, que iba a ser por una única vez. Pese a que había intentado con ganas convencerla aquella noche, Flor entendía lo que Jazmín pensaba. Esa habitación, que sabía compartir con Miranda, no era de ellas.

Pasó su mano por el brazo de Jazmín, que dormía plácidamente y usaba una remera que Flor le había prestado. Se tenía que levantar muy temprano, ya en pocas horas, pero no podía dormir. Tenía muchas cosas en la cabeza, pero la presencia de Jaz era algo que lograba tranquilizarla. La siguió mirando, su respiración lenta, la paz en sus facciones. La manera en la que dormía, como apoyada sobre uno de sus brazos, una posición que Flor no podía entender le fuera cómoda.

Dejó que los minutos pasaran mientras la veía dormir. Y después si, ella también pudo cerrar los ojos.

******

El día comenzó temprano para Flor, pero cuando despertó, Jazmín ya se había ido. Le había dejado una nota. La búsqueda de un nuevo trabajo empezaba temprano.

Flor pasó la mañana trabajando con Leo, acatando peticiones del empleado, quejas e ideas. A la hora del almuerzo, pasó por la cocina y se llevó una ensalada. Decidió almorzar en la oficina, mientras utilizaba la computadora. Miranda fue la primera de sus hermanas en volver al hotel. Entró a la oficina haciendo ruido y se dejó caer en una de las sillas. Se la notaba cansada y malhumorada.

"¿Qué haces, negra?" preguntó su hermana.

"Bien. ¿Vos? Me parece que el día de relax no te hizo efecto".

Miranda suspiró, resignada. "No quiero hablar de eso", le dijo. "¿Vos en que andas?" preguntó, mirando la pantalla de la computadora. "¿Vas a comprar ropa?"

"No, no. Es que es el cumple de Jaz, en dos días".

"¡Ay, boluda!" gritó Miranda de golpe. "Me había olvidado, volvió, ¿o no?"

"Si, si, ayer".

"Bien, ¿estás contenta?"

Flor la miró, tratando de suprimir una sonrisa. No pudo, y dejó que la felicidad se extendiera por todo su cuerpo. "Muy".

"¿Le vas a comprar una ropita?"

"Mmm. No. No sé qué le voy a comprar".

Miranda se acercó con la silla, y movió la computadora para poder ver mejor. "Esto es muy de su estilo", dijo, tratando de ser útil.

"Si, ya sé", respondió Flor, "ya sé que cualquiera de estas cosas le gustaría".

"¿Pero?"

"Pero no me significa nada una remera".

Miranda la miró como tratando de entenderla. Había algo que no terminaba de comprender, y Flor se dio cuenta que iba a tener que explicarlo.

"Siento que en este momento de nuestras vidas no representa nada un regalo así", empezó Flor. Miranda asintió. "Quiero algo que le muestre a ella que...no sé, que todo el amor que me da y la libertad que siento cuando estoy con ella, no sé, que represente eso".

SeráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora