Capítulo 18

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¿Alguien podría explicarme lo que está pasando aquí?

Ese tipo esta loco, disparo muy cerca de mi pie, no se si tiene muy mala puntería o si solo quiso asustarme. Supongo que fue la segunda opción, hombres como estos no tienen mala puntería.

—¿Me vas a decir donde está el vestido o te vas a seguir haciendo tonta? —se acercó a mi furioso.

Tal vez me muestre muy fuerte y que nada me afecta pero por dentro solo soy una niña insegura que realmente le afectan las cosas y que en este momento me estoy muriendo de miedo y no se que mierda hacer. Realmente esto está muy mal, jamás debí de haber hecho tratos con el mismísimo demonio. Y no puedo decirle a Dylan porque tal vez piense que lo traicione y haga algo malo.

—Dame más tiempo por favor.

—¿¡Más tiempo!? —volvió a tomarme fuertemente del cabello. Sentía como mi cuero  cabelludo sufría —Ya te di mucho. Te perdone la vida pero solo lo hago una vez.

—Por favor —llore.

—¿Sabes algo? Ya me canse, ahora mismo iremos para la casa de tu noviecito y los matare a todos uno por uno frente a ti.

—No podrás —susurré.

—¿Acabas de desafiarme perra? —me dio otra bofetada que hizo que me cayera al piso y estando ahí, me pateo en el abdomen y piernas.

En este momento recordé las tantas veces que Elena me golpeaba de forma descabellada y me dio mucho coraje.

—¡Deja de golpearme maldito infeliz! —me levanté del piso con las pocas fuerzas que me quedaban y la poca dignidad que tenía.

—¡No me grites!

—Te crees muy hombre porque tienes armas y hombres que te hacen el trabajo sucio, pero haber arreglemos las cosas solo tú y yo, dile a todos estos hombres que se salgan y quedémonos solos.

—Nadie me dice que hacer.

—Pues yo sí —en un movimiento rápido le quite el arma de su mano.

Dios. Dios. Dios ayúdame por favor.  Inmediatamente todos lo hombres que estaban presentes pasaron a apuntarme con sus armas.

—No quiero hacerte daño, de verdad —le dije.

—Baja esa maldita pistola.

—Déjame ir y dame más tiempo para conseguirte esa información —rogué.

—Jefe, déjela ir —sugirió un hombre, voltee a verlo y me di cuenta que era uno joven, tendría casi la misma edad de Dylan.

—Tu cállate.

—Papá mírala, solo es una niña.

¿Qué? ¿Cómo que su hijo?

—Sí, una niña con un arma —suspiró. Se le veía más tranquilo—. Está bien niña, te dejaré ir PERO... la próxima vez que te diga que quiero algo me lo darás sin rechistar.

Asentí. Salí de aquel lugar acompañada de un hombre, el mismo hombre me llevó al mismo lugar donde me habían recogido y fijándome de que no me siguiera me fui rumbo a la casa de Dylan. Cuando estaba ahí fuera me di cuenta que esta vez los guardias estaban un poco más alertas que cuando salí, supongo que fue porque uno de ellos me vio salir o vio algo. Trate de treparme por donde mismo que había salido y justo cuando caí dentro de la casa sentí dos armas enormes tocándome el cuerpo, una en la cabeza y otra en la espalda. Ahora si me cargo la chingada.

—¿Quien eres?

—S-soy Hailey West —dije temerosa.

—¿Quien te mando?

Pensé que sería peor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora