7.

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Esa cálida mano de quien antes decía odiar, ahora le rodeaba el cuello, acercando cada vez más su rostro hacia un objetivo evidente.

Se sentía cómodo, y no pensaba en un lugar mejor que aquella cama estrecha y completamente desordenada por su impetuosa manera de dormir. Por primera vez podía sentirlo de cerca, sin pensar en que era un mentiroso, un manipulador, un aprovechador y un acomodado.

No había pensamientos negativos.

Sólo eran ellos, uno frente al otro.

Lo acercó hasta que estuvieron lo suficientemente cerca, y acarició los labios del menor con los suyos, esperando una reacción que le ayudara a continuar.

No lo aguantaba.

Lo besó con inseguridad, como si esperase que el menor lo apartara de inmediato por el atrevimiento. Chanhee siguió el beso, pensando en una comodidad que nunca había sentido con nadie más.

Sus labios eran cálidos y suaves, como si estuviesen hechos para los suyos. Suponía que era una sensación normal. Sentía que el corazón se le salía, y que ya no podría seguir aguantando el cosquilleo en el estómago.

Comenzaba a temblar, y era lo que menos quería en un momento tan delicado como aquel, cuando el beso comenzaba a ser seguro, y ambos ponían de su parte para que lo fuera.

Seokwoo se detuvo, juntando su delgada y perfecta nariz con la de Chanhee para poder respirar. También temblaba, pero no estaba seguro si era por el frío o por aquel beso que acababan de darse.

Respiraban con pesadez, seguramente porque no tenían el suficiente espacio para respirar.

―S-Seokwoo... ―balbuceaba, aún sin procesar lo que acababan de hacer.

¿Por qué había sido el beso? ¿Desde cuándo que Seokwoo le quería tanto como para darle un beso? ¿Cómo actuarían normal en frente de su mamá?

―Yo... ―el mayor buscó las palabras apropiadas por unos segundos, pero pareció no encontrarlas, por lo que sólo sonrió con ternura, volviendo esos segundos incómodos en algo placentero y tranquilo.

Chanhee se sentía completamente confundido. Había estado evitando a Seokwoo por todo ese tiempo, esperando no sentir ni siquiera cariño por él, ¿pero y si de repente se sentía totalmente enamorado de quien probablemente no le correspondía?

Permanecieron uno junto al otro sin decir una palabra por largos minutos. Ninguno sabía realmente qué era lo apropiado para decir en un momento así, por lo que prefirieron el silencio, y los largos instantes de miradas perdidas en el otro.

No quería que amaneciera.

Pasaron los minutos hasta que Seokwoo se durmió frente a él. Sentía su extraño aroma a shampoo de manzanilla combinado con perfume de hombre, y le parecía el mejor olor que había sentido, como algo que le recordaría a ese momento por años. Se durmió, repitiendo la escena una y otra vez en su cabeza, esperando jamás ser capaz de olvidarla.

8:56 am.

Despertó de su cómodo sueño, encontrándose solo en la estrecha y desordenada cama. Se sentía totalmente lleno de energía, sintiendo aún el fuerte olor al perfume del mayor.

Se levantó y bajó de inmediato a la cocina, en donde lo esperaban su mamá y Seokwoo, que preparaba café para ambos.

―Sabes que no me gusta que te despiertes tan tarde ―reprochó la mujer―. Tú deberías estar haciendo café, no Seokwoo.

―Mamá, él puede hacer las cosas solo, no es un niño, por favor... ―se refregó los ojos con brusquedad, sonriéndole al mayor.

Seokwoo dejó el café frente a él y se sentó, pareciendo nervioso.

No se hablaron durante todo el desayuno, evitando miradas o cualquier comentario que volviese el momento más incómodo de lo que ya era. Subieron juntos como era de costumbre. Seokwoo entró al baño, mientras Chanhee buscaba su ropa en el cuarto.

El mayor salió a los minutos del baño, vestido con ropa deportiva y el cabello mojado, mientras que Chanhee aún no encontraba la ropa apropiada para usar.

Había olvidado por completo que ese día Seokwoo tenía uno de los partidos más importantes de la temporada. Al menos sabía que él nunca les daba mayor importancia, y no se ponía nervioso sino en el último momento, cuando ya estaba por comenzar el juego.

―Oye, ¿el partido es hoy a las 8? ―se atrevió a preguntarle, mostrando suma curiosidad a la pregunta.

―Sí ―bajó la cabeza, y continuó ordenando las cosas que llevaría en su bolso. Pasaron tan sólo unos segundos, y dejó las cosas a un lado, sin mostrar ni un mínimo de interés por las mismas―. Chanhee, me gustaría que fueras al partido hoy.

¿Kim Seokwoo acababa de invitarlo a uno de sus partidos?

― ¿D-De verdad? ―se quedó helado, sin poder creer lo que Seokwoo le estaba diciendo.

―D-Digo... ―su cara enrojeció de inmediato, bajando la cabeza para que no fuese visible desde ningún ángulo―. No es que sea importante, pero-

―Ahí voy a estar.

No lo pensó dos veces. De repente había olvidado por completo que era del grupo de chicos que nunca iban a los partidos, y que demostraban cierta indiferencia ante ello.

Ahora era diferente. Seokwoo nunca le había dicho algo como eso, y suponía que ser invitado por él a un partido era algo importante, tanto para él como para Chanhee.

7:30 pm.

Había decidido vestirse completamente de negro para no ser tan llamativo, y que no muchas personas en el gimnasio lo notaran. Se sentó a un costado, bastante cerca de la baranda que dividía las butacas de la cancha de juego. Muy en el fondo el baloncesto nunca le gustó, porque sentía que había muy poca gente en cancha como para poder ganar un juego, y le intimidaba pensar que los 5 jugadores tenían 5 ocupaciones muy importantes.

Su teléfono comenzó a sonar 20 minutos antes de que el partido comenzara.

―Estoy atrás del salón de profesores. Ven.

No pudo calmar sus nervios. Era un lugar no visible para el resto, que pocos conocían. ¿Y por qué razón Seokwoo lo querría ahí? No lo pensó mucho, y sólo fue al lugar que le había indicado, esperando no ser descubierto por nadie.

Miró a todas partes, y entró al pequeño espacio que había detrás de la sala de profesores.

― ¿Seokwoo? ―preguntó algo inseguro, entrando cada vez más al estrecho espacio.

―Chanhee ―la voz le temblaba, y le costaba caminar hacia él, por lo que apoyaba sus manos en la pared para buscar equilibrio.

A medida que el mayor se acercaba, menos lo reconocía. Se veía débil, y estaba más pálido de lo normal, casi como la primera vez que lo vio enfermo.

―Mierda, te contagié ―tocó su frente con cuidado. Ardía, y sabía perfectamente bien lo que tenía que hacer―. Seokwoo, tienes que irte a casa.

―Chanhee...―sonrió, y se le acercó con rapidez. Tomó la mano del menor, y lo atrajo hacia él. Sus manos estaban heladas, no como la primera vez que las había sentido en su cuello.

― ¿R-Rowoon? ―una suave voz les interrumpió por detrás, obligándolos a separarse con desesperación.

Era el fin.

Alguien acababa de verlos.

Por decisión propia [RoChan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora