30.

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-De verdad pensé que planeabas quedarte con nosotros. Me fallaste, querido pingüino -Samuel sonrió, pretendiendo abrazarlo por última vez antes entregarle su mochila y dejarlo ir-. Supongo que allá nadie se ríe del exceso de ropa que usas, ni de la cara de ave marina que tienes.

Abrazó a Suni por última vez, y tomó todas sus pertenencias para abordar el avión que lo devolvería finalmente al lugar del que provenía.

Se sentía feliz de irse, pero sabía que una de las cosas que más extrañaría de Los Ángeles, sería a Samuel. Su primer amigo, y la razón de por qué todos habían comenzado a llamarle por su apodo de ave marina. Toda la gente que había conocido, todos los miembros del equipo, y todos los lugares a los que había ido quedarían en su memoria como algo que hacía más grata su espera para volver, y su desarrollo como deportista profesional.

Pensaba que quizá darle una buena sorpresa a Chanhee no era mala idea, así que sólo abordó el avión sin decirle una palabra hasta llegar.

Miraba la ciudad a medida que el avión se alejaba, y sentía que sólo podía dar las gracias por haber tenido la oportunidad de estar ahí, a pesar de que la ciudad nunca le gustó. Sentía melancolía, pero al mismo tiempo había algo que le llenaba de felicidad, y gran parte de miedo.

Kang Chanhee.

Se dedicó a repasar todo una y otra vez, sonriendo a ratos por los recuerdos, y sintiendo melancolía por otros. Durmió gran parte del viaje, hasta que por fin pasaron las infinitas horas de viaje para llegar a destino.

No era su ciudad, pero sí su ambiente.

Ahí podría comenzar de nuevo.

Bajó del avión encontrándose completamente solo en el aeropuerto en el que había estado hacía un montón de meses atrás, y tomó sus cosas con decisión, aventurándose en una ciudad que no conocía bien.

Finalmente, después de 3 horas perdido, llegó al edificio, y marcó el número de Chanhee.

-¡Seokwoo! ¿¡Dónde mierda estás?! ¡No contestas nada, ni siquiera me dices algo! ¡¿Cómo quieres que sepa si estás vivo o no?! -gritó por el aparato, causando una breve carcajada en el mayor-. ¡¿Y de qué te ríes?! ¡Cállate!

-¿Quieres que me calle?

-Sí.

Comenzó a subir las escaleras, hasta estar frente a la puerta del pequeño conflictivo.

-Entonces ven a callarme.

-Sí, claro, muy gracioso, Kim Seokwoo.

-Lo digo en serio -comenzó a tocar el timbre con desenfreno, alarmando a Chanhee.

Finalmente podía mirarlo a los ojos sin pensar que en algún momento lo perdería, o se alejaría de él. Se sentía completo, pero no sabía realmente cómo describir un momento como ese.

Finalmente estaban juntos.

El menor no reaccionó hasta un par de segundos después, cuando soltó una pequeña carcajada, y se abalanzó sobre Seokwoo para abrazarlo lo más fuerte que podía.

-¿Por qué me haces eso? -comenzó a golpearlo, obligándolo a apartarse-. Me vas a tener que contar todo ahora, pedazo de estúpido. Y quiero detalles.

Pasó largos minutos contándole todo lo que le había pasado desde que se fue de Los Ángeles hasta que llegó a Seúl, y se perdió por la ciudad.

Y en todo ese lapso de tiempo, se dio cuenta de que había olvidado lo hiriente que era Chanhee cuando estaba enojado por algo, como una imprudencia, o una sorpresa.

Porque él odiaba las sorpresas, estaba más que claro.

-Bien, esta es tu mitad del closet -comentó Chan, mirándole con cierta amargura-. Ahí dejé un par de toallas y... ya sabes.

-Gracias -respondió tímido, dejando sus pertenencias sobre la cama para luego ordenarlas.

-Pobre de ti si tocas mi lado del closet. Perdón por no tener más ordenado.

Nuevamente sentía que no soportaba el desorden del menor, por lo que se dedicó a ordenar por un par de horas hasta que todo fuese agradable para la vista.

-Y... Seokwoo -el menor nuevamente volvió a hablar-. Puedes dormir en el sillón o en la cama. Pero te advierto de que no me interesa que seas visita, yo igual dormiré en mi cama.

El Chanhee coqueto de todos los días.

-¿Podemos dividir la cama entonces? No me molesta si tu lado es más desordenado que el mío, de verdad.

Llegó la noche, y aún tenían muchas cosas de qué hablar. Siempre había un tema de conversación con el que llegaban al mismo punto.

Al pasado.

Chanhee se quedó dormido con el pasar de las horas, dejando a Seokwoo con un pequeño espacio en la cama, y con el mínimo de sábanas que necesitaba para dormir a gusto. No era su cama, pero la misma era bastante grande como para que ambos tuviesen espacio. Comenzó a tirar de las sábanas, recordando la fuerza que el pequeño ser humano junto a él tenía estando dormido.

-¿Qué haces? Déjame dormir -reclamó, arrebatándole las sábanas para envolverse en ellas.

Estaba jugando, era obvio.

Lo tomó de los hombros para comenzar a moverlo hasta que reaccionara de manera violenta, y comenzó a hacerle cosquillas en sus lugares más sensibles, recordando cada uno de los puntos que le causaban más inquietud al tacto ajeno.

-¡Seokwoo, para! -trataba de luchar, pero la sábana le impedía mover los brazos para golpear al mayor y apartarlo-. ¡Está bien, está bien, te daré las sábanas, pero para!

Lo dejó tranquilo, dándole el tiempo para ordenar la cama y posicionarse a su lado de la misma.

Se recostaron uno junto al otro, mirando al techo con la mirada perdida hasta que uno de los dos se atreviera a voltearse para mirar al otro.

Seokwoo fue el primero en voltearse, dedicando una pequeña mirada de ternura directo a los ojos de Chanhee, poniéndolo nervioso al instante.

Esas inexplicables ganas habían vuelto.

Le acarició el cuello con ternura, para luego tomarlo con fuerza de la nuca y acercarlo hasta que quedara lo suficientemente cerca de su rostro como para sentir su respiración.

Sentía aquellos cálidos labios una vez más, pretendiendo que los mismos estaban hechos para ser suyos, y para encajar perfectamente con sus propios labios.

Ya se había cansado de soñarlo, y ahora sólo deseaba vivirlo.

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No es mucho, pero espero que hayan disfrutado leerlo tanto como yo disfruté escribirlo️.

Muchas gracias por el apoyo, por los comentarios y los votos, por todo.


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Por decisión propia [RoChan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora